Muchos factores contribuyeron a la "crisis del tequila" en 1994, pero destacan dos: una política monetaria más estricta en Estados Unidos y la inestabilidad política en México. Casi 20 años después, las mismas fuerzas están pesando sobre la moneda, agravadas por la caída del petróleo. La situación no es tan precaria como entonces, pero las autoridades mexicanas pueden seguir necesitando unos tragos de tequila para calmar los nervios.
Desde la devaluación de 50% de 1994, el peso mexicano ha tenido libre flotación, lo que lo hace más seguro, pero un saco de boxeo para los inversionistas nerviosos. Como muchas monedas emergentes, ha caído frente al dólar 11% desde junio.
El 8 de diciembre las autoridades dijeron que podrían intervenir para apoyarlo subastando US$ 200 millones los días en que el valor se hunda más de 1,5%. El 10 de diciembre alcanzó las 14,5 unidades por dólar, su nivel más bajo en cinco años.
El peso empezó a caer bruscamente a la par que el precio del petróleo mexicano, sugiriendo una conexión. Para proteger el tercio de los ingresos que provienen del petróleo, el gobierno fijó un precio mínimo para la cuarta parte de su producción del próximo año de US$ 76 el barril, utilizando coberturas. Sin embargo, la producción de México ha caído bruscamente y, si los precios se mantienen bajos, el impacto podría sentirse en un menor crecimiento y en presupuestos más flacos en los próximos años.
Esto se debe a que los menores precios reducen el apetito por inversión en el sector petrolero de México, cuya apertura del próximo año se esperaba que fuera un importante impulso al crecimiento después de 2016. Para persuadir a los inversionistas, México tendría que poner sus activos más atractivos en el bloque. También se debe a que el déficit presupuestario es mayor de lo que debería dada la bonanza petrolera de los últimos años.
El economista Luis de la Calle señala que este año se espera que llegue a más de 4% del PIB. Aunque los ingresos petroleros han caído a un poco más de la mitad, el gobierno promete mantener el déficit bajo 4% desde 2015. Algo difícil sin recortar el gasto. Así, pese a que la considerable inversión pública en infraestructura busca ser un estímulo, es probable que la economía crezca sólo 2% este año.
¿Se repite la historia?
Los escándalos han minado la popularidad del presidente Enrique Peña Nieto, dejando al gobierno en una posición vulnerable, según el economista Rogelio Ramírez de la O. Los enfrentamientos internos se están dando en un contexto global que podría tanto ayudar como obstaculizar a México.
Como muchas monedas, el peso se está debilitando ante la expectativa de que la Fed eleve las tasas de interés a medida que la economía estadounidense se recupere, como hizo en 1994. En este escenario, Ramírez de la O espera que el peso caiga a cerca de 15 por dólar en los próximos seis meses. Esto podría forzar al banco central a elevar las tasas de interés. Sin embargo, una economía estadounidense más fuerte también es buena para México ya que absorbe más exportaciones.