En 2014 se eligieron nuevos gobiernos en India, Indonesia y Brasil. Estas tres economías representan 12% del PIB global, pero están teniendo dificultades para cumplir las expectativas. Indonesia se debilitará a 5% este año, Brasil soportó una recesión técnica e India está varios puntos porcentuales por debajo de la tasa que solía exhibir en los 2000. La Economist Intelligence Unit cree que las autoridades de estas economías han sido complacientes durante un período de altos precios de los commodities y crédito barato. Dado el ajuste de la política monetaria de EEUU y la caída de los precios de las materias primas, se necesita una ronda de reformas estructurales que mejoren la productividad para impulsar el crecimiento.
¿A toda máquina?
En la elección de abril-mayo en India, el Partido Bharatiya Janata, liderado por Narendra Modi, aseguró la primera mayoría indiscutida en la cámara baja. Creemos que la economía india es menos vulnerable que a mediados de 2013, cuando una ola de capital dejó el país y la rupia se depreció. La mano dura de un nuevo jefe del banco central ha estabilizado el barco y las restricciones a las importaciones de oro han contribuido a reducir el déficit externo. Pero el crecimiento se ha acelerado sólo moderadamente.
Modi tiene ahora una excelente oportunidad de corregir esto. Su gobierno explotó recientemente la caída en los precios globales del petróleo para desregular el costo del diésel. Esto hizo que los precios locales bajaran, asegurando una buena recepción. Pero para que la política funcione, el gobierno debe mantenerse firme cuando los precios suban inevitablemente de nuevo.
Además de los subsidios, hay una serie de reformas en espera. El gobierno quiere modificar la actual ley de compra de tierras, que estaba diseñada para entregar una compensación justa a los agricultores cuya tierra sea adquirida por el Estado para proyectos de infraestructura. Sin embargo, ha sido engorroso en la práctica y ha desacelerado los proyectos. Una reestructuración de la industria del carbón también está sumando apoyo. La administración espera otorgar permisos a las empresas locales y extranjeras para que realicen labores mineras y vendan carbón comercialmente para que el sector sea más competitivo. Actualmente, la estatal Coal India controla la industria doméstica y sus trabajadores sindicalizados han evitado la adopción de técnicas de producción modernas.
La reforma potencial más significativa será la más difícil. Los gobiernos han aspirado desde hace tiempo a introducir un impuesto nacional a los bienes y servicios. El tributo que Modi quiere implementar en 2016 uniría muchos gravámenes existentes a nivel central y estatal. Eso aceleraría el transporte de bienes entre estados, reduciría los incentivos para evadir impuestos e impulsaría los ingresos del gobierno. Sin embargo, el proceso legislativo será complicado. El impuesto necesita el apoyo de una mayoría de 29 gobiernos estatales y ambas cámaras del Parlamento.
Apertura a la inversión
El nuevo presidente de Indonesia, Joko Widodo, conocido localmente como Jokowi, ya enfrenta un Parlamento desfavorable. Una campaña mediocre en las elecciones legislativas y presidenciales en 2014 debilitaron su mandato, pero no han disminuido la necesidad de una reforma política y económica. Como Modi, Jokowi se movió rápido para alterar el esquema de subsidios a los combustibles. Sin embargo, otras reformas, como salud y educación universal, y mejorar la decrépita infraestructura del país, serán difíciles. Jokowi y sus adherentes están en minoría en el Parlamento.
Jokowi también debe establecer la posición del gobierno sobre la inversión extranjera, especialmente en energía. Las materias primas y commodities primarios representan dos tercios de las exportaciones de bienes del país. Los envíos de bienes son menores en el año a la fecha que en 2013. Jokowi no ha delineado un plan para impulsar la manufactura doméstica. Creemos que los crecientes sueldos en China y el lanzamiento de la comunidad económica de la Asociación del Sudeste Asiático (Asean) son oportunidades, pero es poco probable que se relajen las restricciones a la inversión extranjera, dada la posición parlamentaria de Jokowi.
Mucho por hacer
La posición de Dilma Rousseff en Brasil es aún más débil. Su partido salió de las elecciones con menos de 15% de los escaños de la cámara baja. Ahora debe intercambiar favores con otros partidos políticos, de los cuales hay 28 en el Parlamento, para aprobar los proyectos.
La lista de problemas que enfrenta Rousseff es formidable. La incontinencia fiscal hará que el déficit llegue a 3,5% del PIB este año, mientras que el superávit primario caería por debajo de 1% del PIB. La economía apenas está creciendo, pero los precios están subiendo 6,5% al año. Los valores de las principales exportaciones de Brasil están cayendo. La intervención del gobierno y un pobre ambiente regulatorio desaniman la inversión privada. El real ha caído 10% frente al dólar desde septiembre.
La caída en la votación de Rousseff fue una advertencia. Las expectativas de que Joaquim Levy, un economista ortodoxo que estudió en la Universidad de Chicago, asumirá como ministro de Hacienda hicieron rebotar al real y al mercado, por su reputación de disciplina fiscal. Pero reconstruir el superávit fiscal primario será una tarea ardua y requerirá un ajuste del cinturón en un período de mal desempeño de la economía. Sin embargo, esperamos que Levy implemente medidas que evitarán que Brasil reciba una rebaja en su calificación soberana.
Hay mucho que Rousseff puede hacer para impulsar el crecimiento. Un mayor gasto en infraestructura y salud, una relajación de las leyes laborales y una simplificación del régimen tributario ayudarían. También una reducción del gobierno, que tiene a muchos miembros y absorbe muchos ingresos tributarios. Hay, sin embargo, dos áreas que han mostrado progreso. En noviembre Petrobras recibió permiso para elevar los precios del petróleo y el diésel en 3% y 5%, respectivamente. Después, el banco central elevó las tasas de interés a su mayor nivel en tres años en una apuesta por combatir la inflación.
Sería ingenuo esperar que las reformas estructurales avancen sin problemas en estos tres países. Nuestros pronósticos de crecimiento promedio en India, Indonesia y Brasil son sólo marginalmente más altos en 2017-2019, en 5,2% al año, que en 2015-2016, en 4,7%. Pero hay una posibilidad de un mayor crecimiento si los nuevos gobiernos aprovechan las oportunidades que les entregó el electorado.