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El progreso social en Latinoamérica se estancó en los últimos tres años

Según la Cepal, la tasa de pobreza de la región se ha mantenido obstinadamente en cerca de 28% del total de la población.

Por: Diario Financiero | Publicado: Miércoles 25 de febrero de 2015 a las 04:00 hrs.
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Para muchos latinoamericanos, el siglo XXI ha sido un período de progreso sin precedentes. Entre 2002 y 2013, 60 millones de personas en la región salieron de la pobreza. La tasa de pobreza –la proporción de personas viviendo con menos de US$ 4 al día – cayó continuamente. Ahora el progreso se ha detenido. En los últimos tres años, la tasa de pobreza se ha mantenido obstinadamente en cerca de 28% de la población, de acuerdo con encuestas a los hogares recopiladas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La proporción que es extremadamente pobre (con ingresos diarios menores a US$ 2,50) aumentó, a 12%.

Estas cifras son preocupantes. La desigualdad de ingresos ha declinado durante la última década, sin embargo se mantiene extrema. Como resultado, América Latina, una región con ingresos medios-altos (con un ingreso per cápita equivalente en poder adquisitivo a US$ 13.500 al año), aún tiene un sorprendentemente alto número de personas pobres. La tendencia varía ligeramente de país en país. La pobreza ha seguido cayendo desde 2012 en Paraguay, El Salvador, Colombia, Perú y Chile, pero ha subido bruscamente en Venezuela, según la Cepal.

Una de las razones del estancamiento del progreso es que el crecimiento económico se ha desacelerado con el final del auge de los commodities. Un aumento en las trasferencias del gobierno explican en parte la caída previa de la pobreza, pero un factor más importante fue el mercado laboral, que produjo más empleos y mayores salarios.

Luego de crecer a un promedio anual de 4,3% entre 2004 y 2011, las economías de la región se han expandido sólo 2,1% al año desde 2012.

Un segundo factor está también en el trabajo. Un gran número de latinoamericanos no se han beneficiado mucho del crecimiento. Estas personas pueden carecer de habilidades, motivación o contactos para obtener empleos o aprovechar al máximo los programas sociales.

Un estudio próximo de investigadores del Banco Mundial muestra que 130 millones de latinoamericanos, o cerca de 21% del total, se ha mantenido constantemente pobre desde 2004. En Colombia la cifra es sobre 30%, y en Guatemala es un "escandaloso" 50%.

Las personas crónicamente pobres tienden a estar concentradas en áreas remotas o en la periferia de las grandes ciudades. Como grupo, partieron en peores condiciones que los que posteriormente salieron de la pobreza y es menos probable que tengan servicios básicos, como agua limpia y alcantarillado. Sus hijos están más propensos a dejar la escuela. En otras palabras, estas personas son pobres no sólo en ingresos, sino que también en vivienda y activos.

Ofrecer oportunidades a los pobres crónicos requiere un enfoque más activo y coordinado que el que entregan los sistemas de transferencia condicionales de efectivo, como la Bolsa Familia en Brasil, que ahora beneficia a cerca de 129 millones de personas en la región.

Chile Solidario, un programa pionero, dio a los trabajadores sociales la tarea de buscar a esas personas y animarlos a inscribirse en programas de formación, recibir beneficios sociales y aumentar sus aspiraciones.

Mejores políticos y medidas
El segundo gran desafío para la región es evitar que los que superan la pobreza vuelvan a caer en ella en un clima económico más desalentador. El grupo de la población más grande, atrapado entre los pobres y la clase media, es lo que los investigadores llaman "vulnerables", aquellos que tienen un ingreso de entre US$ 4 y US$ 10 al día, pero no tienen educación, ahorros u otros activos que les proporcionen seguridad económica o protección en caso de perder sus empleos.

Por lo tanto, volver a un crecimiento más acelerado es una condición necesaria, pero probablemente insuficiente, para la disminución de la pobreza. Esto también requiere opciones de política y mejor coordinación. La inversión pública en carreteras, mejor vigilancia, escuelas y agua potable podría en ocasiones ayudar más a los pobres que los programas sociales.

Programas como Chile Solidario son prometedores, pero requieren un diseño e implementación cuidadosos. El entrenamiento en habilidades es vital y desatendido. También lo es la extensión del seguro social contra emergencias de salud, desempleo y desastres naturales, todo lo cual puede destruir los escasos ahorros y empujar a las personas vulnerables a la pobreza.

Algunos países de la región tienen margen para aumentar los impuestos a la renta y a las viviendas de los más ricos para pagar por todo esto. Pero en otros países, los impuestos están ya cerca de sus límites máximos. La constante expansión de los programas sociales en la última década podría no continuar. El gasto social, como porcentaje del PIB, subió de 15% en 2000 a 19% en 2013, pero se está estabilizando. La pobreza continúa inaceptablemente alta en las democracias latinoamericanas. Bajarla se ha vuelto más difícil. Requerirá políticos y políticas más astutos.

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