Beijing está impulsando una combinación de iniciativas a largo plazo diseñadas para incrementar el rol de liderazgo de China en la economía global. Llamado por algunos observadores internacionales como "Plan Marshall chino", la nueva estrategia imita el modelo estadounidense post Segunda Guerra Mundial de ganar influencia a través del comercio y ayuda para el desarrollo. Sin embargo, la versión china es susceptible de crear sólo una filiación superficial, con los países vecinos buscando cubrir sus apuestas profundizando lazos con otras potencias.
La versión china del Plan Marshall ha evolucionado a través de una serie de analogías retóricas vagas que gradualmente se juntaron bajo el título de política unificada. En septiembre y octubre de 2013, el presidente chino Xi Jinping comenzó lanzando la idea de un "cinturón económico de la ruta de la seda" y un "ruta de la seda marítima del siglo 21". Estas fueron eventualmente reemplazadas por la combinación de los dos conceptos: "Un cinturón, una ruta".
La idea básica detrás de la frase es promover el desarrollo de infraestructura en Asia (y posiblemente más allá), y así permitir una profunda cooperación económica. A través de esta estrategia, China puede incrementar su influencia al tiempo que indirectamente apoya su economía doméstica aumentando el comercio y creando oportunidades de negocio para empresas chinas en el exterior. Algunos también ven esto como una manera de utilizar el excedente de la capacidad de la industria nacional, y encuentran semejanzas con la forma en que el Plan Marshall mantuvo a las empresas estadounidenses ocupadas luego de la Segunda Guerra Mundial.
Durante el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en noviembre, Xi comenzó a esbozar un número más concreto de estrategias, revelando un fondo para infraestructura de US$ 40 mil millones que ayudará a conectar las provincias chinas con mercados extranjeros. Complementariamente, el gobierno chino también ha sentado las bases para el Banco de Inversión en Infraestructura de Asia (AIIB, su sigla en inglés). Este podrá ser usado para promover la construcción de infraestructura de transporte y comunicación en los países asiáticos más pobres. El AIIB ha encontrado resistencia de EEUU y Japón, ya que aparentemente competiría con sus influencias a través del Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo (ADB).
Una ruta ecléctica
Los detalles de la política "un cinturón, una ruta" siguen siendo vagos. Un mapa publicado por la agencia de noticias estatal, mostró catorce "paradas" en la ruta por tierra a través de Asia central, y catorce en la marítima. Sin embargo, diez son ciudades chinas, demostrando que la política también puede ser aprovechada por agentes locales para promover proyectos de inversión favorecidos.
En la ruta por tierra, las ciudades no-chinas son Almatý (Kazajistán), Biskek (Kirguistán), Samarcanda (Uzbekistán), Dusambé (Tayikistán), Teherán (Irán), Estambul (Turquía), Moscú (Rusia), Duisburgo (Alemania), Rotterdam (Holanda) y Venecia (Italia). La ruta marítima incorpora a Atenas (Grecia), Nairobi (Kenia), Colombo (Sri Lanka), Chittagong (Bangladésh), Kuala Lumpur (Malasia), Yakarta (Indonesia) y Hanoi (Vietnam)
La lista de ciudades es reveladora.
Es notable que la ruta por tierra parece no contar con el plan de desarrollo de infraestructura para agilizar el envío de productos desde ciudades del interior de China, como Chongqing, para Europa continental vía Rusia. De forma similar, las rutas marítimas no incluyen lugares como Gwadar en Pakistán o Kyaukpyu en Birmania, donde las inversiones chinas han provocado temores ya que el país podría estar tratando de construir un "collar de perlas", puertos para proyectar su poder naval dentro del Océano Índico.
Esta ausencia sugiere que la política "un cinturón, una ruta" está aun vagamente definida.
Parece un esfuerzo para tratar de darle un giro estratégico a lo que, en el fondo, es una mezcla de iniciativas bilaterales y regionales. Esto no significa restar importancia a la escala de los planes. Incluso antes de que el fondo de infraestructura por US$ 40 mil millones fuera revelado, China ya había puesto grandes sumas detrás de inversiones en Asia Central. Es también posible que un enfoque más coherente de la política pueda surgir con el tiempo: Es claramente un trabajo aún en proceso.
Generoso, pero desconfiado
Mientras el Plan Marshall generó buena disposición hacia EEUU, que sirvió para reforzar su influencia estratégica, es poco claro si China va a disfrutar del mismo tipo de dividendos diplomáticos. Muchos países asiáticos están felices de aceptar dinero de China, pero la desconfianza en los objetivos estratégicos del país probablemente socaven la profunda cooperación que algunos políticos imaginan.
China ha alimentado la sospecha de sus vecinos al tomar posturas agresivas respecto a disputas territoriales en los años recientes. Estados de Asia central temen sustituir el dominio económico de Rusia con la versión china. La gran población de China también causa algunos nervios por el potencial de inmigrantes chinos en la región.
Incluso si llegasen a disfrutar de los beneficios de la política, muchos gobiernos buscarán compensar su profunda dependencia económica con China reforzando lazos con otras potencias, en particular con EEUU.
En términos de poder blando, EEUU mantiene mucha más influencia que China en Asia. En algunos países está basado en valores compartidos, pero la distancia geográfica y el sentimiento de que EEUU es un actor conocido también juegan un papel. Aunque los gobiernos asiáticos puedan ocasionalmente percibir a EEUU como entrometido, sus objetivos estratégicos son usualmente vistos como relativamente definidos y limitados. El ascenso de China, en comparación, es más desconocido.
Pensando a largo plazo
En términos medios, la capacidad del gobierno chino para sostener la generosidad financiera que ha apuntado la diplomacia de "un cinturón, una ruta" puede ser cada vez más restringida. Siguiendo sus experiencias en países como Venezuela, los bancos chinos están volviéndose más cautelosos sobre su exposición en mercados extranjeros.
En tanto, la experiencia china en Birmania y Sri Lanka han mostrado que incluso donde lazos económicos han reforzado las relaciones bilaterales, el desarrollo político puede rápidamente debilitar uniones que tomaron años construir. A medida que las presiones fiscales domésticas aumenten en los próximos años, el gobierno se volverá incluso más cauteloso sobre cómo usar su dinero.
Sin embargo, si la política "un cinturón, una ruta" tiene éxito, aunque sólo sea en aumentar los niveles de infraestructura, habrá un importante impacto. A largo plazo, mejores lazos ayudarán a mantener el crecimiento económico y comercial en esa región, y así reducir la tensión política. Para China, eso podría ser un gran resultado estratégico.