En un discurso realizado a mediados de septiembre el presidente de Ecuador, Rafael Correa, advirtió que el país podría registrar un bajo PIB este año —o posiblemente incluso una recesión— debido a la continua caída en los precios del petróleo.
El gobierno estaba claramente tratando de bajar las expectativas antes de la publicación de los datos del PIB del segundo trimestre, que se dieron a conocer ayer, que arrojaron una caída de 0,3% respecto del período anterior. Luego del retroceso de 0,1% en los tres primeros meses del año, la economía completó dos trimestres consecutivos de contracción, lo que se califica como una recesión técnica.
El Banco Central del Ecuador (BCE) había revisado en junio su estimación de crecimiento para todo el año a la baja a 1,9% (desde el 4% que anticipaba previamente). El modelo económico de Ecuador parece ser cada vez menos sostenible.
Los desafíos que afronta el país no han cambiado mayormente desde que el derrumbe de los precios del petróleo comenzó el año pasado. El presidente ya había advertido que la economía registraría un crecimiento prácticamente plano en el segundo trimestre, a pesar de una moderada recuperación en los precios durante ese período. Desde entonces, sin embargo, los precios han vuelto a caer, lo que sugiere que la misma situación podría extenderse durante lo que resta del año.
Según las estadísticas del BCE de julio (el dato más reciente disponible), el petróleo ecuatoriano se está transando a un promedio de US$ 41,5 por barril, un descuento de 23% respecto del referencial West Texas Intermediate (WTI) para ese mes (y 58% menos que el precio de julio de 2014). El precio del WTI desde entonces ha seguido cayendo, lo que sugiere que el precio de la mezcla ecuatoriana también ha disminuido.
El presidente estimó que esto le costaría al país cerca de US$ 7 mil millones -o 7% del PIB- en ingresos por exportación perdidos este año. La situación se complica aún más por la fortaleza del dólar estadounidense (la divisa de circulación en el país), que restringe la competitividad de las exportaciones no petroleras de Ecuador (los productos ecuatorianos son ahora en promedio 9% más caros que los de sus socios comerciales que en julio de 2014), al igual que la necesidad de recortar el gasto fiscal a la luz de los menores ingresos petroleros (que tradicionalmente contribuyen con cerca de 25% de los ingresos fiscales).
Un año complicado
Debido al deterioro de las condiciones, Correa admitió en agosto que el país afrontará "un año muy difícil" (tras haber declarado en mayo que lo peor ya había pasado). Para combatir la caída en los ingresos fiscales, el gobierno ha aplicado dos recortes al presupuesto, principalmente al gasto de capital, por US$ 2.200 millones, o cerca de 2,2% del PIB, ha realizado emisiones de bonos internacionales por US$ 1.500 millones, y acordado financiamiento bilateral con China y Tailandia a cambio de ventas futuras de petróleo.
También ha eliminado el aporte obligatorio del gobierno al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS, el sistema nacional de pensiones) y elevado los impuestos. Los recortes, al igual que una propuesta de junio para subir los tributos a la herencia y a las ganancias de capital de los bienes raíces, generaron protestas nacionales, que culminaron en un paro nacional en agosto. A pesar de estos esfuerzos, la EIU pronostica que el déficit fiscal ascenderá a 4,8% del PIB este año y 4,5% del PIB en 2016.
Amarrado al dólar
Para la economía dolarizada de Ecuador, la falta de una moneda propia plantea limitaciones. El gobierno ha respondido imponiendo aranceles a las importaciones de entre 5% y 45% a una serie de productos importados clave para reducir el riesgo a la balanza de pagos. Sin embargo, Correa se ha lamentado con frecuencia de no contar con una moneda nacional que poder devaluar y mejorar así la competitividad de las exportaciones de Ecuador.
Esto ha atemorizado a los ahorristas con los depósitos de los bancos cayendo 4% respecto del mismo período del año pasado, lo que a su vez ha reducido la capacidad de los bancos para prestar (aunque Correa ha alabado esta muestra de prudencia). La administración también carece de herramientas de política contra cíclicas para abordar la caída del crecimiento. En 2007 y 2008, Correa argumentó que los fondos "para los días lluviosos" que la anterior administración había acumulado usando los excedentes de los ingresos petroleros no se necesitaban y los eliminó.
Los indicadores económicos apuntan a un bajo crecimiento este año: los índices de confianza de las empresas y de los consumidores han caído desde fines del año pasado, debido al deterioro de la economía y de las condiciones del empleo; esto a su vez va a afectar el consumo interno y la inversión.
La inflación ha caído en los últimos meses, reflejando probablemente la menor demanda interna debido al bajo empleo y a las perspectivas más sombrías para el consumo. La producción de petróleo a julio ha caído 4% frente al mismo período del año pasado, y la actividad económica estacionalmente ajustada retrocedió 3% en el mismo lapso.
El déficit comercial se ha duplicado en la primera mitad del año a US$ 1.200 millones, a pesar de un crecimiento de 3% en los volúmenes de las exportaciones (impulsado casi por completo por los mayores envíos de plátanos y cacao); los volúmenes de exportaciones de otras exportaciones se contrajeron, debido al tipo de cambio menos competitivo.
Y no parece haber señales de alivio en el horizonte. La EIU proyecta que los precios del petróleo se van a recuperar en el mediano plazo, pero sin llegar a los niveles de 2014. Debido a los factores de competitividad derivados de la dolarización, Ecuador ha hecho escasos progresos en promover la inversión extranjera directa, incluyendo sectores subdesarrollados clave como la minería, o en mejorar el ambiente de negocios.
Impacto duradero
El recorte en el gasto de capital del gobierno tendrá un efecto perdurable en los próximos años y, reflejando lo anterior, los pronósticos del BCE apuntan a una baja de 9,5% en las inversiones generales totales este año, evidencia de que el gobierno no está anticipando que el sector privado se haga cargo de llenar este vacío.
A pesar de una nueva legislación para promover la inversión privada en infraestructura, ha habido escaso interés hasta ahora: las licitaciones previamente anunciadas para infraestructura, incluyendo tramos de una autopista en los bajos de la costa del Pacífico no han atraído ofertas. A esto se suma que el evento climático de El Niño -esperado para los próximos doce meses- puede afectar al sector agrícola.
Nuestro pronóstico asume un crecimiento del PIB de 0,7% este año, seguido de un avance de 2,6% el próximo. Sin embargo, considerando que una recuperación parece cada vez menos probable en 2016, vamos a moderar nuestras expectativas en el futuro.
Aunque actualmente esperamos un incremento a 4,6% en 2017-cuando proyectos hidroeléctricos deberían comenzar a reducir el uso interno de petróleo y un acuerdo de asociación con la UE debería completarse- este pronóstico parece demasiado optimista, dados los recortes al gasto de capital y alzas en el precio del petróleo menores de las esperadas previamente, lo que va a retrasar la implementación de proyectos clave. Como resultado, vamos a ajustar nuestras cifras en un próximo pronóstico.