Estados unidos es el segundo mayor consumidor mundial de energía, después de China, y la caída de 40% en el precio del petróleo tendrá un impacto notorio en su economía. Debería entregar un considerable impulso al gasto de los consumidores el próximo año, cuando se registraría la tasa de crecimiento más rápida en diez años. Sin embargo, parte del impacto de los menores precios de la energía será compensado por una menor inversión privada, especialmente de los productores de petróleo shale, y por la apreciación del dólar, que reducirá las exportaciones. Tomando estos factores en cuenta, la Economist Intelligence Unit elevó su pronóstico de crecimiento real del PIB de EEUU para 2015 a 3,3%, desde 3,2%.
Los menores precios de la energía prometen generar grandes ahorros para los consumidores estadounidenses. Si el precio del combustible promedia para todo 2015 lo que lo ha hecho en las últimas semanas, los motoristas gastarán US$ 100.000 millones menos en bencina que en 2013. Los precios de la calefacción también están cayendo, justo a tiempo para el invierno. Los estadounidenses tienen tres opciones para el dinero extra: gastarlo, ahorrarlo o pagar deuda. Mirando los patrones de consumo durante períodos anteriores de colapso de precios, y dado que la confianza de los consumidores llegó a un máximo de siete años en noviembre, la EIU espera que cerca de la mitad de este dinero sea gastado; una bendición para la economía, ya que el consumo representa casi un 70% del PIB.
Los consumidores no son los únicos que se beneficiarán de los menores precios de la energía. Las ganancias de las empresas se ampliarán a medida que caiga el gasto en energía y transporte. A los retailers se les cobrará menos por los envíos de productos dentro del país, y caerá el costo del combustible de las aerolíneas, trenes y buses. Richard Anderson, director ejecutivo de Delta, dijo que cada centavo de caída en el precio del combustible de los aviones supone un ahorro de US$ 40 millones para la aerolínea. Algunas compañías elegirán aumentar su reserva de efectivo, pero otras lo reinvertirán para aumentar su capacidad o traspasarán el ahorro a los consumidores bajando los precios.
Impacto de la revolución shale
Sin embargo, el menor precio del petróleo también conlleva un costo para EEUU, especialmente para los estados productores como Texas o Dakota del Norte. La magnitud del impacto será mayor esta vez que en caídas de precio anteriores porque EEUU importa mucho menos petróleo que antes, produciendo más en el país. De hecho, la industria energética es más importante para la economía desde el avance de la fracturación hidráulica, la llamada "revolución del fracking". El crecimiento de petróleo ligero y shale elevó la producción estadounidense de crudo a 8,9 millones de barriles diarios en septiembre de 2014 desde 5,6 millones de barriles diarios en 2011, compitiendo con la producción de Arabia Saudita y Rusia. La pregunta es si este espectacular crecimiento puede continuar en un entorno de bajos precios del crudo.
La mayoría de la producción de shale proviene de sólo tres regiones: la formación Bakken en Dakota del Norte y las regiones de Eagle Ford y la cuenca Permian en Texas. Su producción es más cara que, por ejemplo, la del petróleo en tierra en el Medio Oriente, y se ha producido un frenesí especulativo sobre el punto de equilibrio del precio de los líquidos extraídos de las formaciones rocosas. Sin embargo, no hay un único precio de equilibrio para el shale debido a la variación de la geología y de la infraestructura; las estimaciones dan un rango de US$ 50 a US$ 70 por barril.
No hay duda de que el crecimiento de la producción de shale se desacelerará en un entorno de bajos precios. Los pozos en el nivel más alto del espectro de equilibrio de costos se convertirán en poco rentables, mientras que algunos perforadores que están altamente apalancados para financiar sus operaciones serán los más vulnerables.
Gran parte del auge de la industria de petróleo y gas ha sido financiada por el mercado de bonos de alto rendimiento (basura): las energéticas representan un 18% de los bonos basura, según JPMorgan, frente a un 9% en 2009.
Una mayor tasa de disminución de los pozos de shale y una menor inversión en el área petrolífera desacelerarán el crecimiento de la producción en 2015. El número de permisos expedidos para la perforación de nuevos pozos en EEUU se redujo en 40% de octubre a noviembre. Sin embargo, es poco probable que los productores reduzcan drásticamente la producción. La mayoría de la producción para 2015 ya se ha cubierto a precios por encima de los del mercado, lo que significa que el crecimiento de la producción continuará, aunque a un ritmo más lento.
La desaceleración de la inversión no afectará con demasiada fuerza a la economía. El gasto de capital en petróleo y gas en 2013 fue de US$ 167.000 millones, según Goldman Sachs, equivalente a un 11% de la inversión en bienes de equipo, o menos de 1% del PIB. Se requerirá un gasto de capital significativo sólo para mantener la producción y no esperamos un gran descenso en el corto plazo. Sin embargo, si los precios del petróleo no rebotan por encima de US$ 70 el barril en la referencia para EEUU, el West Texas Intermediate (WTI), la producción de shale podría empezar a caer.
Buenas perspectivas
En general, los bajos precios de la energía proporcionarán un impulso a la economía de EEUU el próximo año, en gran parte por el gasto de los consumidores, en la medida en que utilicen lo ahorrado por la caída del combustible. Un destacable crecimiento del empleo (EEUU sumó 2,65 millones de empleos en 2014, el mejor año desde 1999), también contribuirá a un mayor consumo. Otros factores compensarán en parte esto, incluyendo la caída de la inversión en el sector energético, la incertidumbre en el panorama económico global y la fortaleza del dólar, que afectará al crecimiento de las exportaciones.
El 2015 será el mejor año de crecimiento de EEUU en una década, pero precios muy bajos del petróleo podrían también generar un riesgo en la estabilidad macroeconómica. Si los precios caen aún más y permanecen en ese valor, la producción entrará en declive y la dependencia de los suministros volátiles de Medio Oriente podría aumentar de nuevo.