En una rápida sucesión a principios de julio, legisladores en Uruguay y Argentina validaron la petición de Bolivia de diciembre de 2012 para unirse como sexto miembro del Mercado Común del Sur (Mercosur), la unión aduanera del Cono Sur.
Bolivia ha sido miembro asociado del bloque comercial Mercosur –conformado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela- desde 1997. No obstante, enfrenta un desafío importante en la apertura de sus pequeñas y no competitivas industrias, particularmente de sus productos agrícolas y manufactureros, frente a toda la fuerza competitiva de gigantes regionales ubicados en Brasil y Argentina. Mercosur actualmente absorbe cerca de 55% de las exportaciones de Bolivia, pero esto está compuesto principalmente de la venta de gas natural a Brasil y Argentina.
El desmantelamiento de las barreras arancelarias de Bolivia y la apertura de sus mercados a productos del Mercosur se concretarán sólo a mediano plazo. Brasil y Paraguay todavía tienen que ratificar el acuerdo para una participación total. Aún cuando todos los miembros accedan al acuerdo, Bolivia va a tener un período de gracia de cuatro años para alinear su régimen regulatorio y de impuestos a las normas de Mercosur. Este calendario dilatado podría alargarse aún más, debido a la falta de apetito del presidente boliviano, Evo Morales, por acuerdos de libre comercio. Durante sus ocho años de presidencia, Bolivia ha recurrido frecuentemente a la aplicación de barreras no arancelarias tanto para las importaciones (para limitar la competencia de ciertas industrias ante las importaciones baratas) como para las exportaciones (para limitar las exportaciones de sus principales productos agrícolas para mantener bajos los precios internos).
Sin embargo, beneficios económicos más amplios por una integración regional mayor son probables y el gobierno podría haberse convencido que estos van a superar los riesgos a la baja para el comercio. La incorporación de Bolivia podría ayudar a consolidar los planes de expandir Mercosur más cerca a la costa del Pacífico de Sudamérica. La mayor inversión en infraestructura vial ha buscado desde hace tiempo facilitar el comercio continental este-oeste por esta ruta. La construcción de un corredor ferroviario que una la frontera de Brasil en la región baja oriental con el altiplano occidental de Bolivia y con un puerto en Perú del Pacífico es otro antiguo sueño. La idea fue desempolvada por Morales en 2013 y conversaciones con el gobierno chino para financiar la ruta de 1.500 kilómetros continúan. Sin embargo, el desafío de obtener suficiente cargamento para justificar los US$ 10.000 millones estimados en el proyecto plantea un gran signo de interrogación sobre la viabilidad económica del proyecto.