El Gobierno brasileño aprobó hoy
la licencia ambiental, último requisito que faltaba para el arranque
de la construcción de la central hidroeléctrica de San Antonio, en
el río Madeira, en el bosque amazónico junto a la frontera con
Bolivia, informaron fuentes oficiales.
El visto bueno del Ministerio de Medio Ambiente era el último
paso previo antes de la concesión definitiva de la hidroeléctrica,
que construirá el consorcio formado por las ingenierías brasileñas
Odebrecht y Furnas.
Sin embargo, el Gobierno de Bolivia se ha resistido tanto a la
construcción de esta represa como a la de Jirau, que se levantará en
la misma región, a escasos kilómetros de su frontera, por el miedo a
que inunden parte de su territorio.
Brasil ha negado en todo momento que los lagos que se formarán
por estas obras vayan a rebasar la línea divisoria de ambos países.
No obstante, un cambio de planificación por parte del consorcio
vencedor del proyecto de la central de Jirau aumentará el área
inundada según el proyecto inicial, según confirmó hoy el ministro
de Medio Ambiente, Carlos Minc.
El ministro aseguró que el cambio de ubicación también tendrá
impactos positivos, como la mejor administración de los sedimentos
del río, la reducción del volumen de roca que será excavada y la
mejor preservación de los peces locales, además del abaratamiento
del proyecto.
De todas formas, garantizó que se aplicarán duros requisitos para
aprobar su licencia ambiental, al igual que la lista de 40
requisitos ambientales con los que tendrá que cumplir el consorcio
constructor de San Antonio.
Entre otras medidas, los constructores tendrán que invertir 30
millones de reales (cerca de US$19 millones) en obras de
saneamiento del municipio de Porto Velho (capital del estado de
Rondonia) y aportar 6 millones de reales (unos US$4 millones) al cuerpo de bomberos local.
La central de San Antonio tendrá capacidad de producir 3.150
megavatios cuando entre en funcionamiento en 2012 y su costo
ascenderá a cerca de US$5.000 millones.
La vecina central de Jirau, valorada en US$5.300 millones, espera generar 3.300 megavatios a partir de 2016, cuando el
consorcio formado por el grupo franco belga Suez y empresas
brasileñas concluya su construcción.