La crisis 'subprime' se ha convertido en un virus que
no sólo afecta a las entidades estadounidenses, sino que está contagiando a
firmas financieras del Viejo Continente. La última víctima habla alemán y se
suma al listado que parece encabezar, por el momento, UBS en el terreno de las
pérdidas.
WeserBank. Este es el nombre de la última entidad que
parece estar atravesando una situación complicada. Y es que hoy el supervisor
del mercado alemán, BaFin ha ordenado el cierre temporal del banco por sus
elevados niveles de endeudamiento.
Según explica la prensa alemana, la entidad no puede
realizar operaciones bancarias que no estén destinadas al repago de su deuda, y
además se ha abierto en el tribunal del distrito de Bremerhaven una solicitud
de procedimientos de insolvencia.
Opiniones para todos los gustos
"En un entorno normal de mercado el banco no
hubiese cerrado" aseguró el presidente de la entidad, Gerold Lehmann. Pero
el entorno no parece el adecuado. Lehman explicó que la cartera de inversión de
bonos del banco ha perdido valor de manera drástica, lo que resulta difícil de
refinanciar y les impactó fuertemente.
Lehman explicó que la cartera de inversión de bonos del
banco ha perdido valor de manera drástica, lo que resulta difícil de refinanciar
y les impactó fuertemente.
Sin embargo, una portavoz de la entidad aseguró que el
cierre no es consecuencia de la crisis internacional, ya que no ha sido
"un factor decisivo" en los problemas del banco, que probablemente
habría quebrado sin turbulencias financieras de por medio.
En cualquier caso, los clientes de WeserBank pueden
respirar tranquilos ya que los depósitos están absolutamente garantizados por
su participación en una institución que los asegura y que agrupa a la mayor
parte de los bancos germanos.
Uno más...
WeserBank se convierte en un nuevo efecto colateral de
una crisis que ha afectado ya a UBS, Deutsche Bank, Northern Rock y otras
tantas firmas europeas.
La semana pasada se conocía la dimisión de la
presidenta de la entidad estatal Banco de Crédito para la Reconstrucción (KfW),
Ingrid Matthäus-Maier, como consecuencia de la crisis que atraviesa el banco de
financiación de pymes IKB por su exposición a las hipotecas de alto riesgo en
EEUU. KfW es el principal accionista de IKB con una participación del 38%.
Pero antes que WeserBank y IKB, la tormenta financiera
ya sacudió con fuerza a otros bancos europeos como el suizo UBS, que se
convirtió en el más perjudicado del mundo por la crisis al revelar que sus
depreciaciones de activos se elevaban a más de 37.000 millones de dólares.
Tras haber perdido 18.400 millones de dólares en 2007,
el primer banco suizo sufrió una nueva depreciación de 19.000 millones de dólares
en el primer trimestre de 2008 debido a su exposición a créditos hipotecarios
de riesgo en Estados Unidos y a instrumentos financieros ligados a éstos.
UBS quiso evitar una salida de emergencia como la que
tuvo que adoptar el estadounidense Bear Stearns, que fue comprado a 'precio de
ganga' por JP Morgan y optó por salir a la búsqueda de una nueva capitalización
por 15.000 millones de francos suizos para alejarse del borde del acantilado.
El mayor banco de Alemania, Deutsche Bank, anunció el
mismo día que sus pérdidas en el primer trimestre alcanzarían los 2.500
millones de euros (3.900 millones de dólares), más que durante todo el 2007, a
raíz de la crisis de los préstamos hipotecarios de riesgo. Deutsche Bank, que
hasta ahora había salido bastante bien parado de la crisis financiera, se
sumaba así a la lista de instituciones bancarias duramente afectadas por la
tormenta.
El banco británico Northern Rock, especializado en créditos
inmobiliarios, fue nacionalizado por el gobierno en febrero, después de que el
Banco de Inglaterra (BoE) le otorgara en septiembre un rescate de 26.000
millones de libras (34.500 millones de euros) para evitar su quiebra. Fue la
primera vez desde 1970 que un banco es oficialmente nacionalizado en el Reino
Unido.
Los bancos alemanes de mediano tamaño SachsenLB, IKB y
WestLB también debieron ser rescatados por el Estado federal alemán y los
Estados regionales desde el inicio de la crisis 'subprime', en julio de 2007,
para no declarar la bancarrota.