POR PAULA PEÑALOZA
Tras la llegada de diversos telescopios a nuestro país y la necesidad de equipos específicos para la observación astronómica, hace algunos años, distintos académicos e instituciones apoyados por el sector público, están desarrollando instrumentalización cuyas inversiones bordean US$ 1 millón al año, “y sería ideal que pudiéramos pasar a U$ 10 millones en los próximos años. Tener un presupuesto fijo de un par de millones de dólares anuales para desarrollos”, sostiene Mónica Rubio, directora del Programa de Astronomía de Conicyt.
Por su parte, el Centro de Astro-Ingeniería de la Universidad Católica (AIUC), está desarrollando el espectógrafo de alta resolución en infrarrojo, especialmente, “para la detección de planetas que no sean del sistema solar”, dice Leopoldo Infante, director del Centro UC.
Además, se encuentra patentando el sistema de montaje secundario de un
telescopio pequeño, el que permite corregir las turbulencias de la luz por la atmosfera.
Nicolás Reyes, ingeniero eléctrico, del Laboratorio de Ondas Milimétricas del Centro de Astrofísica CATA, indica que este tipo de tecnología de microondas podrá tener diversas aplicaciones, especialmente en telecomunicaciones, donde está la necesidad de un mayor ancho de banda y en el mercado automotor, donde ya se está aplicando en radares anticolisiones”, sostiene.
Banda 1
Actualmente, uno de los desarrollos más importantes de la astronomía es el prototipo receptor de bajo ruido, Banda 1 del telescopio ALMA, realizado por el Departamento de Astronomía CATA y Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Chile. Este consta de 66 antenas, cada una con diez receptores desarrollado para detectar las emisiones del universo.