Bajo la auditoría del organismo suizo de certificación internacional IMO, en 2010 la bodega Miguel Torres obtuvo por primera vez el sello Fair Trade (Comercio Justo) para su línea de vinos Santa Digna, su producto más conocido en el mundo y el que representa cerca de la mitad de sus ventas, convirtiéndose en los mayores compradores de uvas de Comercio Justo en el país.
Esta certificación destaca la implementación de condiciones laborales dignas para sus colaboradores, medidas de preservación medioambiental (sus 350 hectáreas plantadas son 100% orgánicas), y en el pago justo a sus proveedores, pues a pesar de que la uva país se cotiza en el mercado entre $ 50 y $ 60 el kilo, Miguel Torres la compra entre $ 200 y $ 250 para asegurar al menos un 10% de rentabilidad al productor.
“En los últimos cinco años, los vinos Santa Digna Fair Trade crecieron del orden de un 30% y hemos ido sumando nuevos productos con esta certificación, como el espumante Estelado, el vino Reserva de Pueblo y el moscatel del Valle de Itata, Días de Verano”, expresa el gerente general de Miguel Torres Chile, Jaime Valderrama, destacando que estas buenas prácticas también han acarreado beneficios económicos a la firma.
El ejecutivo señala que al pagar un precio superior, la uva que les llega es mejor porque los productores se preocupan más de su calidad. De hecho, la viña ha desarrollado tres alianzas productivas con agrupaciones de 45 productores -una en Cauquenes y dos en el Maule- para enseñarles buenas prácticas de manejo que permitan obtener uvas de mayor calidad y comprarles su producción.
“Esto es muy importante pues el 90% de la calidad del vino depende de la uva. Además la tendencia apunta hacia empresas más conscientes con su entorno, pero no sólo de palabra. Por eso también es clave contar con la certificación”, sostiene.
Clientes conscientes
El año pasado, Miguel Torres produjo 500 mil cajas de nueve litros, un 75% de las cuales fueron exportadas a países como España, China, Finlandia, México, Brasil, Bélgica, Suecia, Inglaterra y Alemania.
Valderrama dice que justamente es en los últimos cuatro países donde hay una mayor consciencia de los clientes, por lo que contar con un sello comercio justo ha marcado una diferencia respecto a la competencia y los ha ayudado a crecer en ellos. “Los países de nivel económico más alto tienen mayor consciencia social, y entienden y escogen este tipo de productos, pues saben que en el tercer mundo a veces hay niños trabajando en el campo o pagos abusivos, por lo que buscan asegurarse de que no lo están potenciando a través de estas certificaciones”, señala.
Con miras a generar esa misma consciencia en los consumidores nacionales, en 2012 la firma junto a otros productores dieron vida a la primera Asociación de Comercio Justo, la que hoy está enfocada en agrupar a más gente, crear la categoría Comercio Justo y darla a conocer. “Queremos que cuando alguien vaya al supermercado compre la miel Comercio Justo porque sabe que la empresa detrás de ese producto cumple con todas las cosas básicas que le corresponden”, apunta, enfatizando que estas buenas prácticas deben ser parte de la cultura de las compañías, y no sólo una estrategia para vender más.