Fernanda Vicente
Vice presidenta de Asech
El 5 de abril, el gobierno de Barack Obama promulgó el Jumpstart Our Business Startups Act o JOBS Act, ley que permitirá a las startups recurrir al crowdfunding para financiarse, impulsando la creación de empresas y, como consecuencia, de empleos. El crowdfunding, dicen los defensores más radicales del JOBS Act, podría ser un gran impulso en la recuperación de Estados Unidos.
Esto es sólo una evidencia más de la eficacia del crowdfunding como modelo de financiamiento, y el potencial que tiene para complementar y enriquecer los modelos tradicionales, como el crédito, los inversionistas ángeles y el venture capital. Pero además, es la máxima expresión del nuevo modelo de desarrollo empresarial y social que incorpora la lógica de las multitudes inteligentes.
El éxito de esta suerte de mecenazgo multitudinario radica en el nuevo rol que se le otorga al consumidor final, que ahora es un inversionista responsable de un producto del que quiere participar. El “cómo” y el “por qué” le importa tanto como el “qué”. A fin de cuentas, el crowdfunding es una forma de activismo económico que ofrece más goce que la mera compra o uso de un producto o servicio, pues genera fidelización y un sentido de pertenencia ausente en los antiguos modelo, creando valor, crea sociedad y crea mercado simultáneamente.
Analicemos el caso de
www.idea.me, sitio fundado por Tiburcio de la Cárcova, actual COO de Atakama Labs e inversionista ángel en varias startups latinoamericanas. Sólo desde nuestro país, se han enviado más de 1.600 formularios para publicar sus proyectos en la plataforma, de los que el 23% ha superado las utilidades en relación a la inversión. Y no sólo en el área tecnológica el modelo mostró su potencial.También en el cine, con el caso de Osvaldo Oyarce, quien logró levantar $ 240 millones para financiar su película “Estoy en Dicom” en 2011.
Así, el financiamiento colectivo emerge desde la sociedad como una potente plataforma pro innovación y creación de proyectos generadores de impacto. A medida que este fenómeno avance en nuestro país, se hace necesaria la creación de un marco legal que legitime y promueva este modelo, pues es aquí donde puede estar la pieza que faltaba para consolidarnos como país desarrollado.