Por Alejandra Clavería
Pese a que algunos aún están en fase de instalación y formalización de sus actividades, y otros comienzan a exhibir sus primeros resultados, los cuatro Centros de Excelencia Mundial, que iniciaron su arribo a nuestro país a fines de 2010, en el marco del programa de Corfo que busca atraer institutos internacionales que ayuden a convertir a Chile en polo regional de innovación y emprendimiento, ya se han convertido en un referente clave de investigación y transferencia tecnológica para los principales sectores productivos nacionales.
Fraunhofer, dedicado al desarrollo de la biotecnología; Csiro, ligado al sector minero; Inria, especializado en tecnologías de la información, y Wageningen UR, orientado a promover una industria agroalimentaria de primer nivel; fueron seleccionados entre un total de ocho entidades de reconocida trayectoria y obtuvieron un subsidio de US$ 20 millones por parte de Corfo para operar durante 10 años. Y el éxito de sus iniciativas y nuevos proyectos ha sido tal, que el organismo gubernamental tiene previsto abrir una nueva convocatoria en el segundo semestre de este año que permita la llegada de ocho nuevos centros entre 2013 y 2014, adelanta Conrad von Igel, director ejecutivo de InnovaChile de Corfo. “A diferencia de la primera convocatoria, en esta no tenemos definidas líneas concretas de investigación, sino que queremos expandirnos hacia áreas transversales del conocimiento que tengan potencial en nuestro país como por ejemplo, la astronomía”, explica. El próximo llamado contemplará no sólo instituciones de carácter público, sino también centros ligados a grandes compañías que desarrollen sus propias innovaciones.
“Hemos flexibilizado esa parte y decidido dar la opción de que las multinacionales vengan a instalar a Chile sus propios centros de investigación”, agrega el funcionario.
También se modificarán los plazos de ejecución y montos de financiamiento, disminuyendo de diez a ocho años el tiempo de operación de organismos ligados a los gobiernos y a cinco el de los pertenecientes al sector privado. “La idea es continuar importando una masa crítica de transferencia tecnológica que permita vincular la ciencia local con la extranjera”, dice von Igel.