Ricardo García, gerente general de Camanchaca: “El país no puede darse gustitos de echar a perder cosas que funcionan bien”
Aunque hace una autocrítica, el ejecutivo considera que los dardos a las salmoneras están exacerbadas y que las regulaciones propuestas son graves.
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Poco más de un mes atrás el Presidente de la República, Gabriel Boric, criticó fuertemente a las salmoneras. Señaló que habían sido “irreflexivas de su propio actuar” y sostuvo que “en las áreas marinas protegidas no puede haber industria de la salmonicultura”.
Ricardo García, gerente general de la empresa de productos marinos Camanchaca -que a su vez controla Salmones Camanchaca-, advierte que este proyecto, que está actualmente en el Congreso, afectaría a la industria de “forma gravísima”. “No solo significaría el término de actividades que generan desarrollo económico en estas regiones poco habitadas, también la pérdida de miles de empleos directos e indirectos, porque golpea a una larga cadena de PYME locales que entregan servicios a las salmoneras”, dice.
“Hemos cometido errores (medioambientales), pero han sido de operación. Algo se ha hecho mal, pero no es que la actividad sea mala (...) estoy convencido de que se puede hacer bien”.
Para García, “existe un error de exacerbar las limitaciones que ya tiene la salmonicultura, que ya está sujeta a muchas restricciones. Y esa exacerbación no toma en consideración lo ínfimo que utiliza la industria de la superficie marítima”.
El ejecutivo argumenta que de las 368 millones de hectáreas (ha) que forman la Zona Económica Exclusiva (ZEE) chilena, 40% han sido declaradas protegidas. En tanto, las salmoneras utilizan 4.700 ha de todo este espacio. “Esto es solo un 0,4% de las áreas declaradas aptas y un ínfimo 0,016% del total del mar de la zona sur-austral. Para mí esto refleja lo ideologizada que está la discusión hoy día”.
– ¿Desde dónde cree que viene esa ideologización?
– Pienso que hay corrientes de ecologismo radical que pueden estar detrás, es solo una hipótesis. Para mí son radicales porque, como digo, es una porción ínfima. La salmonicultura utiliza solo un 0,12% de las áreas que han sido reclamadas por pueblos originarios, que alcanza solicitudes de casi 4 millones de ha. No existe un conflicto en esa dimensión.
– ¿Cómo ve la nueva Ley de Pesca?
– La pesca también está extraordinariamente normada, por ejemplo, con el establecimiento de una cuota máxima que se puede capturar. Eso ha permitido que en los últimos 10 años se hayan recuperado las pesquerías; el caso más notable es el del jurel.
El Presidente, a propósito de las relaciones internacionales, dijo que uno “no podía darse gustitos personales”. Es interesante aplicar esa frase a este tema. El país no puede darse gustitos de echar a perder cosas que funcionan bien. No hay tiempo ni ganas.
– Operan en el sur, ¿cómo les ha afectado la violencia en la zona?
– Afecta a las personas que viven y trabajan en la producción de alimentos para el salmón en la Araucanía, y a los transportistas por su seguridad en la cadena logística. Hoy esos choferes tienen que viajar en camiones blindados, con casco y chaleco antibalas. En un país que se supone civilizado, es una cosa de locos. Además, tenemos productos que podemos perder en pocas horas, por lo que causa severos daños.
Medio ambiente
García admite que el sector también debe ser autocrítico: “Nosotros hemos cometido errores, pero han sido errores de operación. Es decir, algo se ha hecho mal, pero no es que la actividad sea mala. Voy a poner un ejemplo que me duele mucho, que son los restos de basura en los bordes costeros de la zona sur. Esas cosas ocurren por una mala operación y es una crítica que recibimos con humildad, porque es cierta, pero estoy convencido de que se puede hacer bien”.
– ¿Cómo responde a esas críticas?
– Hoy el mundo exige ser más sostenible y la industria tiene el desafío de hacerlo. Cuando digo que ocupamos muy poca superficie, no quiero decir que podamos hacer cualquier cosa en ella. Estamos atentos a una producción más sustentable y también a las relaciones con el territorio y las comunidades, que es una demanda de la sociedad muy legítima. También creo que hay un desconocimiento respecto del rigor de la regulación chilena, que es estrictísima, mucho más detallista que la noruega. Yo no digo que esté mal, debe ser exigente, pero tiene que entenderse una normativa que busque un desarrollo armónico del sector.
– También se critica el uso de antibióticos.
– Es lamentable y caro, todo mal, pero cuando uno tiene peces enfermos hay que tratarlos y Chile tiene una bacteria endógena que afecta al salmón (piscirickettsiosis). Ahora, hay que aclarar que el producto que uno vende no tiene antibióticos, la autoridad no permitiría comercializarlo.
El precio de los salmones ha
permitido compensar el alza en los insumos
El gerente identifica tres shocks que han golpeado a la industria en el plano internacional: las disrupciones logísticas mundiales -especialmente en el transporte marítimo- producto de los desbalances entre Asia y EEUU; las inyecciones fiscales de los gobiernos alrededor del mundo; y la guerra en Ucrania.
Ricardo García cuenta que esta última afectó directamente a Camanchaca, que exporta choritos a esos países, pero “no alcanzó a ser significativo”. “El problema es que estos dos países son grandes productores de fertilizantes y granos que son ingredientes para el alimento de los salmones, y hemos visto un encarecimiento muy importante”, señaló.
No obstante, la demanda mundial de salmones se incrementó y los precios subieron, lo que “ha permitido compensar desde el punto de vista de los márgenes”.