El escenario automotriz a nivel global está pasando por un período de gran incertidumbre. ¿La razón? Sigue avanzando la guerra comercial y el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no da tregua subiendo los aranceles a pagar en el ingreso de automóviles de origen extranjero.
Este miércoles, la autoridad anunció un incremento en la tributación en un 25% adicional a lo que ya había declarado sobre todos los automóviles no fabricados en EEUU. Los aranceles -que entrarán en vigor el próximo 3 de abril- buscan expandir la industria automotriz estadounidense.
Ante esta situación y los posibles efectos que puede tener en el mercado automotriz chileno, el economista Aldo Lema -exintegrante del Consejo Fiscal Autónomo (CFA)- sostuvo en un evento de la empresa Full Garantía que pueden haber “efectos más directos en el sector, porque eventualmente algunos países proveedores afectados por el alza de aranceles pueden poner a Chile en el radar".
A su juicio, “esto puede incrementar la oferta desde algunos países, eventualmente cambiar su estructura, pero no necesariamente cambiar mucho la perspectiva de precios en dólares".
Dicho esto, el economista afirmó que frente a este escenario el principal desafío está en los fabricantes, quienes deberán redirigir su producción para que no le afecte sus márgenes y sus precios sigan siendo competitivos en mercados como el chileno.
En esa línea, el secretario general de la Asociación Nacional Automotriz de Chile (ANAC), Diego Mendoza, sostuvo que “Chile tiene tratados bilaterales o multilaterales firmados directamente con México, con Canadá, con Estados Unidos, con China, con todo el Mercosur, con Europa, con toda Asia en general. En el mercado automotriz aplicamos 28 tratados de libre comercio y sobre 30 acuerdos económicos comerciales adicionales para reducir los aranceles. Entonces el producto fabricado y que llegue a cualquiera de estos orígenes que hoy día tiene aranceles, si llega a Chile, no le aplica el arancel. El único caso de que tú ya tengas el sobreprecio en Chile es que ese automóvil haya pasado previamente por el mercado interno de EEUU y que se le haya aplicado el arancel ahí”.
Dicho esto, agregó que “lo que suele hacer el importador chileno es traer el producto originariamente de la fábrica, tratando de no pagar el arancel por aplicación de un tratado que así lo disponga. Entonces, se busca tener el contacto directo con la fábrica y coordinar la manufactura del producto en un lugar en el que obviamente se sabe que es lo más conveniente en precio”.
En ese sentido, sostuvo que si bien los productos importados en esa situación serían casos ínfimos, “los fabricantes tendrán que cambiar el origen de fabricación de sus automóviles y deberán traerlos a Chile desde un mercado en que no haya aranceles para buscar mantener su competitividad en nuestro país”.
Por su parte, el presidente de la Cámara Automotriz (CAVEM), Martín Bresciani, sostuvo que esta medida proteccionista impulsada por Trump puede significar que algunas plantas van a tener que redireccionar parte de su producción hacia otros destinos.
“Yo me imagino que si es que estos aranceles finalmente persisten en el tiempo y no solamente son como una herramienta de negociación que después se retira, va a significar que los productos asiáticos, los productos europeos y los productos de México y Canadá van a tener que redireccionarse a otros destinos. Si es una opción, eso puede significar que algunos productos que no pensaban venir a Sudamérica vengan, lo que nos permitiría tener más variedad de productos. Sin embargo, puede ser que las plantas, en vez de redireccionar la producción, decidan producir menos", sostuvo Bresciani.
En cuánto al efecto a los precios de los vehículos en Chile, Lema sostuvo que no necesariamente habría un efecto notorio, “porque los precios seguirán determinados por la oferta y demanda global". Sin embargo, añadió que sí se podría evidenciar “una demanda local deprimida si la guerra comercial trae menor crecimiento económico para Chile".
Los efectos de la guerra comercial
Lema indicó que los efectos sistemáticos de la guerra comercial “son claramente más importantes que los micro".
En ese sentido, sostuvo que “tendremos desimpulso externo sobre todo desde 2026 y eso ensombrece el panorama de crecimiento de la actividad, la demanda interna y el empleo", esto producto de una guerra comercial intensificada que -a su juicio- “reafirma un entorno global complejo para la segunda mitad de la década”.
Dicho esto, agregó que “esos son los efectos sistémicos, de equilibrio general, que implican menor demanda por vehículos y otros bienes durables. Probablemente conlleve, además, un alza del tipo de cambio".