Los accionistas de UBS, el primer banco
suizo y uno de los más afectados a nivel mundial por la crisis
financiera, aprobaron hoy el plan de rescate del gobierno suizo que
prevé la inyección de 6.000 millones de francos (unos US$4.900 millones).
La aprobación no estuvo exenta de críticas a los antiguos
directivos y de peticiones de responsabilidades, a pesar de que el
actual presidente, Peter Kurer, confirmó que sus predecesores habían
devuelto unos 70.000 millones de francos (US$60.900 millones)
de gratificaciones, y que se negociaba la restitución de otros
22.000 millones de francos (US$18.900 millones).
A mano alzada y después de apenas tres horas de debate, la
asamblea general extraordinaria -la cuarta que celebra este año el
banco inmerso en grandes dificultades- dio su aprobación, con un
98,53 de los votos, al que era el único punto del orden del día: el
plan de salvamento elaborado por los poderes públicos.
Antes, el presidente de la entidad, Peter Kurer, había defendido
el plan de rescate de la Confederación Helvética y el banco central,
consistente en liberar a la entidad de sus activos tóxicos e
inyectarle capital.
Kurer anunció, además, por primera vez, que la financiación del
fondo especial creado por el Banco Nacional Suizo (BNS) para
albergar los activos "tóxicos" de UBS -un total de US$60.000 millones- provocará una amortización de capital por valor de unos
4.000 millones de francos.
"La financiación del capital propio del fondo especial conduce a
una necesidad de amortización estimada en unos 4.000 millones de
francos", señaló.
Kurer reconoció ante unos 2.400 accionistas congregados en
Lucerna que "el apoyo de los poderes públicos es una iniciativa
difícil de explicar, pero -añadió- estamos convencidos que lo que
hacemos al recurrir a la ayuda pública es asumir nuestras
responsabilidades".
El plan de rescate para el mayor banco suizo, que había invertido
decenas de miles de millones de dólares en instrumentos de "créditos
tóxicos" en EEUU, fue anunciado el pasado 16 de octubre.
Por él, el BNS aceptó la transferencia de US$60.000 millones de activos "tóxicos" al fondo especial, mientras el Gobierno
suizo se comprometió a inyectar 6.000 millones de francos a través de un préstamo de conversión
obligatoria.
Pero la asamblea transcurrió en medio de fuertes críticas sobre
las gratificaciones de los ex dirigentes, un asunto que ha creado
polémica en las últimas semanas, y sobre la responsabilidad de
éstos.
Kurer se distanció claramente de su predecesor, Marcel Ospel,
cuando dijo que "la arrogancia ya no tiene cabida en la UBS de hoy
ni en la de mañana".
El máximo directivo anunció que la devolución de bonos por parte
de los ex directivos de UBS ya ha alcanzado "cerca de 70.000
millones de francos", lo que fue acogido
con fuertes aplausos de los accionistas.
Entre estos ex directivos que ya anunciaron que devolvían las
gratificaciones figuran el ex presidente Marcel Ospel, dos
administradores, Stephan Haeringer y Marco Suter, y el ex director
general Peter Wuffli.
Y ya está en marcha un acuerdo con otros ex directivos, estos
extranjeros, para la devolución de unos 22.000 millones de francos, agregó.
Pero Kurer subrayó que la restitución de estos capitales no
dejaba totalmente al abrigo de una acción legal a quienes habían
dado el paso.
Sin embargo, antes de que pueda iniciarse una posible acción ante
la justicia, aclaró el presidente de UBS, la entidad espera recibir
la opinión de un experto independiente contratado por un comité del
consejo de administración.
Una vez completado el plan de rescate del gobierno, UBS afirma
que su exposición a activos dudosos será "cercana a cero", comparada
con los US$44.200 millones del pasado junio.