Política

El nuevo Gabinete: Boric y el nuevo orden político

La conformación del equipo de gobierno del presidente electo reordena la escena de poder como no sucedía desde 1990.

Por: Rocío Montes | Publicado: Lunes 24 de enero de 2022 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

El presidente electo, Gabriel Boric, ha realizado el mayor movimiento de piezas en el tablero de la política chilena desde 1990. Es lo que estamos observando desde el viernes pasado, cuando anunció el gabinete que lo acompañará –al menos en la primera etapa– con un marcado tinte socialdemócrata y centroizquierdista. Probablemente, se trata del asunto de mayor relevancia política del anuncio y el que tiene mayor proyección sobre lo que vendrá en el futuro.

Desde fuera del Partido Socialista, pero con la colectividad, el presidente electo está intentando una transformación del llamado socialismo democrático, inyectándole una marcada apuesta generacional. Fue justamente lo que la desaparecida Concertación no logró hacer y, en parte, lo que explica su extinción luego de 30 años. En la pintura del primer gabinete de Boric resulta evidente la intención de reconfigurar la centroizquierda, sobre todo por la decisión de Mario Marcel de haber aceptado Hacienda. Economista con un avezado entendimiento político –lo ha mostrado en las últimas décadas–, su incorporación no puede obedecer sino a intenciones colectivas de largo plazo.

Boric absorbió lo que quedaba de Concertación en la búsqueda de una gobernabilidad progresista y reformadora, lejos de las posiciones más radicales de sus orígenes. En su Gabinete al menos siete carteras estarán lideradas por ministros afines a la centroizquierda. Hacienda, con el propio Marcel (no militante, pero socialista), Vivienda (con Carlos Montes), Salud (Begoña Yarza, sin militancia, pero cercana al PS), Defensa (con Maya Fernández), Desarrollo Social (Jeanette Vega, que fue parte del equipo programático de Paula Narváez), Minería (Marcela Hernando, radical) y OO.PP. (Juan Carlos García, del Partido Liberal).

En el Gabinete, la izquierda socialdemócrata queda con un fuerte protagonismo, nuevamente, por la incorporación de Marcel, cuya integración al equipo de Boric ha marcado de manera indiscutible a este nuevo gobierno. En otras palabras, sin la incorporación de Marcel la principal duda de este Gobierno seguiría igualmente abierta, como lo había sido desde el 21 de noviembre pasado: ¿será el Gobierno de Boric de izquierda radical ­–por sus propuestas iniciales, su alianza con el Partido Comunista y el discurso político que ha sustentado el Frente Amplio– o, en cambio, tomará una ruta socialdemócrata? El gobierno todavía no empieza y la tensión entre respeto al programa y moderación se mantendrá hasta el último día, seguramente, pero con la nominación del viernes el presidente electo ha tomado la primera gran decisión política que apunta a lo segundo. Lo expresaba ayer Camila Vallejo, la futura vocera, lo que no debe haber caído bien en sus propias filas: “Este es un gobierno principalmente de centroizquierda”.

Era evidente que Boric necesitaba ampliar su base de apoyo para gobernar y conseguir las transformaciones que busca para el período 2022-2026. Apruebo Dignidad solo cuenta con 37 de los 155 diputados y cinco senadores de los 50 escaños de la Cámara Alta en el próximo Congreso, por lo que Boric comprendió que el único camino para sumar a firme los 28 votos que la centroizquierda tiene en la Cámara Baja y los 13 que tiene en el Senado era incorporarlos al gabinete. El presidente Boric optó por la amplitud para instalar el gobierno para facilitar el cumplimiento del programa ­–una labor complejísima, dado el actual contexto– y asegurar que la convención constitucional logre su trabajo y llegar al plebiscito de salida. Del éxito de este proceso dependerá, en buena medida, el éxito de la Administración de Boric.

Lo que no resultaba del todo evidente era que el Partido Socialista se quedaría en el cargo de mayor relevancia –Hacienda–, lo que causó la inmediata reacción de algunas de las voces del PC que guardan menos silencio ante las dificultades. “¡Qué manera de ganar, perdiendo!”, señaló el abogado Hugo Gutiérrez luego del anuncio del gabinete, expresando un disgusto que queda en el ambiente comunista: se trata del principal partido del bloque Apruebo Dignidad –en militantes y en representación de la Cámara–, pero quedó con solo tres ministerios: la vocería (Vallejo será la de mayor influencia en el gobierno, aunque probablemente haya pesado mayormente la confianza política que le tiene el presidente electo), Trabajo y Ciencias. No tuvieron éxito con quedarse con el Ministerio de Desarrollo Social, donde fue nombrada Jeanette Vega, ligada al PPD.

El Partido Comunista queda relegado del área económica del futuro Gobierno. La ampliación de la base de apoyo de Boric hacia la centroizquierda se hace a expensas del poder de uno de los socios mayoritarios de Apruebo Dignidad.

La sobrevivencia de la DC peligra en este importante reordenamiento de la política chilena. No parece evidente la forma en que seguirá subsistiendo desde fuera del Gobierno, porque ha sido el único partido de lo que fue la Concertación que quedó totalmente al margen. Como lo decidió la propia colectividad, estará en la oposición, aunque con una actitud colaboradora hacia el futuro gobierno en el Parlamento, lo que no parece un equilibrio sencillo para un partido desdibujado desde hace mucho y que terminó de perder su identidad en la última campaña presidencial. Sin la alianza histórica con el PS que mantenían desde los años ochenta, parece cuesta arriba su lugar en este nuevo paisaje. Su ausencia en el gabinete –la primera vez desde 1990 que no tienen un secretario de Estado– quizás empuja lo que algunos, como Ignacio Walker, imaginan como un nuevo polo de centro, que agrupe a otras fuerzas, como Evópoli (aunque el proyecto original del demócratacristiano apuntaba a reunir incluso al laguismo, que está siendo absorbido por Boric, como prueba el fichaje de Marcel).

Las complejidades estarán dadas, como parece evidente, desde varios frentes. Lo que ha presentado Boric ha sido un gabinete atractivo, sobre todo por la incorporación de un mayor número de mujeres (14 de 24), lo que ha dejado impresionado al mundo. Pero no resulta evidente que, aunque tienen un reconocido perfil de excelencia, la inmensa mayoría tenga experiencia en la Administración del Estado (salvo excepciones obvias). Como tampoco pertenecen a la orgánica de los partidos políticos y se han incluído a muchos independientes, se corre el riesgo de que se repitan las lógicas de la convención, por lo que la conducción política de Siches y del propio presidente será fundamental. En Chile hemos visto en demasiadas ocasiones lo que sucede cuando un gobierno ­­–como el actual, de hecho– gobierna sin los partidos.

Las tensiones con el grado de cumplimiento del programa cruzarán, de seguro, toda esta Administración, marcada fundamentalmente por los destinos de la Convención que ha mostrado su independencia de Boric (el Frente Amplio no logró ni la presidencia ni la vicepresidencia a comienzos de enero). Este nudo se ha expresado desde que se anunció el gabinete el viernes. Dirigentes del PC, como Karol Cariola, han dicho que el programa tiene varios elementos que algunos ministros –como el propio Marcel–, probablemente no van a compartir del todo. Vallejo, junto con señalar que el programa es el corazón del gobierno de Boric, ha señalado que Marcel será el ministro de Hacienda de un programa transformador y que “él lo sabe”. La responsabilidad financiera y los objetivos políticos serán dos conceptos tensionados especialmente en asuntos como la reforma tributaria, los impuestos a los más ricos y la condonación del CAE.

Lo más leído