Una investigación publicada en abril reveló que las momias de ente 1.000 y 1.500 años de antigüedad encontradas en la Región de Atacama, en el norte de Chile, murieron por beber agua contaminada con elementos tóxicos. Hoy, esto no es una gran amenaza para la vida humana, pero sí para la rentabilidad de las empresas mineras de cobre.
El arsénico se encuentra con frecuencia junto con el metal rojo en la costa occidental de Sudamérica, hogar de las mayores reservas de cobre del mundo. Hasta no hace mucho, las empresas mineras en estas regiones optaban por no desarrollar los depósitos de cobre con alta concentración de arsénico, favoreciendo otras abundantes operaciones más limpias.
Pero a medida que las minas más grandes y viejas han comenzado a agotarse, algunos yacimientos ricos en arsénicos ahora están siendo explotados. Estos incluyen a Toromocho en Perú, que es propiedad de la minera estatal china Chinalco, y al proyecto Ministro Hales, de Codelco, en el norte de Chile. Ambos son importantes fuentes para el futuro suministro global de cobre.
El nuevo flujo de concentrado de cobre "sucio" es una señal del declive global en la ley del concentrado, y representa nuevos desafíos para la industria, ya que el material no puede ser despachado directamente a las fundiciones. Las demoras en el procesamiento de este concentrado han llevado a un incremento en los stocks y a un alza en los costos por tratamiento y refino.
El arsénico representa riegos para la salud y seguridad de las fundiciones que procesan el concentrado de cobre, el producto más básico de este mineral. La mayoría de las refinerías no procesan material que contenga más de 0,5% de arsénico.
De hecho, China, el mayor consumidor mundial de cobre, no va a permitir la importación de concentrado con niveles de arsénico por sobre este techo.
En Toromocho, los esfuerzos por reducir el contenido de arsénico desde más de 1,0% a 0,7% durante la producción ha reducido la ley del cobre en su concentrado desde el 26% esperado a cerca de 22%, según Macquarie.
Incluso así, el contenido de arsénico sigue siendo demasiado alto para la importación en China.
La solución es mezclar el concentrado con otro material más limpio de otra mina, reduciendo los niveles de arsénico.
Eso, normalmente involucra vender el concentrado sucio a un precio de descuento a los traders de commodities, como Glencore y Trafigura, que a través de su amplia red de suministro tienen también acceso a stocks más limpios. Los traders luego mezclan el material y lo venden a las fundiciones.
En Ministro Hales, los ingenieros han construido sistemas para tratar de capturar parte del arsénico presente en el concentrado antes de enviarlo a las refinerías. Pero este es un procedimiento complejo y costoso que ha generado problemas, y una parte de la producción de la mina ha tenido que ser mezclada en el mercado abierto.
El problema del arsénico no está afectando sólo a las nuevas operaciones. Algunas minas antiguas están encontrando altos niveles de arsénico a medida que exploran secciones más marginales de sus depósitos.
Y el problema tampoco está confinado sólo a Sudamérica, con las minas chinas afrontando también desafíos por el arsénico.
Como resultado, un concentrado más limpio, que implica menores costos de tratamiento y refino, es cada vez más apetecido en el mercado.
"Muchas de las nuevas minas y proyectos actuales tienen características ligeramente más débiles que los del pasado", afirma Vivienne Lloyd, analista de metales base de Macquarie. "Por eso es que no están entrando en operaciones antes".