Por Víctor Hugo Moreno
“La Presidenta está jugándose todo su capital político”, afirma un miembro de la Nueva Mayoría. “Este gobierno, con sus reformas, pasará a la historia”, sostiene una fuente de Palacio. Estas frases ya dejaron de ser sólo retórica, y han pasado a concretarse en un acelerado paquete de reformas que se han impulsado desde el Ejecutivo, luego del retorno de Michelle Bachelet a La Moneda, y que acentúan el debate por el tono refundacional de la actual administración. Y esta semana no ha sido la excepción. La agenda se centró en el impulso a la despenalización del aborto terapéutico anunciado por Bachelet el pasado 21 de mayo.
Y quien marca los tiempos de esta discusión es la misma presidenta, quien ayer salió al paso de las críticas, nuevamente apelando a la ciudadanía y los cambios que ésta ha tenido en los últimos años: “Yo hablé con claridad el 21 de mayo, de que estamos en una sociedad madura, democrática, y que una sociedad madura y democrática no tiene que tener temor a ningún tipo de debate”, dijo la mandataria en una actividad en la Región de Coquimbo.
Desde la derecha, los cuestionamientos apuntan, entre otras cosas, a que el gobierno quiere desviar la atención al colocar el tema del aborto en la agenda, para “tapar” las complicaciones que han tenido en la reforma tributaria, y las que se avecinan en la educacional. Sin embargo, desde el gobierno clarifican que el momento para lanzar el tema, responde al “cumplimiento punto por punto del programa de gobierno”. En la Nueva Mayoría, refuerzan esta tesis, agregando que el poco tiempo con el que dispone este gobierno- considerando que ya el 2016 el escenario cambia con las elecciones municipales- obliga a que se tire “toda la carne a la parrilla”. Todo este escenario, también se fortalece, según miembros del oficialismo, por el amplio respaldo ciudadano de las urnas y por la capacidad de gestión que ha demostrado Michelle Bachelet en su segunda estancia al mando del Ejecutivo.
¿Posibles díscolos?
El primer mandato de Bachelet en 2006 tuvo una marca política: los díscolos. Un grupo de parlamentarios comenzó a tener agendas paralelas, lo que significó la salida de varios parlamentarios de la entonces Concertación. Hoy, la situación, afirman desde el oficialismo, es totalmente diferente por el “poder de liderazgo y conducción de la presidenta”.
Sin embargo, y pese a este nuevo escenario de 2014, algunos parlamentarios de la DC y el PPD ya han empezado a mostrar su preocupación, desde diversos flancos, por el camino al cual quiere arribar el gobierno. Primero, por el tono que algunos mandos altos de la Nueva Mayoría han utilizado apelando a “maquinarias pesadas” o teóricos de la lucha de clases sociales del siglo XIX. “Nos han incomodado las formas”, afirman unos parlamentarios. Y segundo, apuntando al fondo de algunas de las reformas emblemáticas: “Nos preocupa que este proceso reformador afecte, por ejemplo, el sostenido crecimiento que ha tenido el país”, afirma un legislador. Y, así también, y como se ha venido esbozando hace algunas semanas y pese al respaldo mayoritario de los conceptos macros de la reforma educacional- en el detalle- podrían surgir muchas diferencias por el cambio al modelo que se pretende instaurar desde Educación.
Este panorama, si bien aun no toma ribetes de crisis, sí podría significar una completa revisión de los proyectos de cada partido en el mediano plazo, pudiéndose transformar en un elemento central de cara a las próximas elecciones presidenciales, en cuatro años más: “hay que ver la fuerza que toma, por ejemplo, Andrés Velasco, quien ya ha comenzado a hacerle guiños a la DC, y la fuerza que pueda adquirir un Nicolás Eyzaguirre”, comenta un presidente de partido de la Nueva Mayoría. Esa situación, relata, ya es algo que se está esbozando en el ambiente, sobre todo considerando quienes se sienten algo “incómodos” o “apretados” con la agenda reformadora de este gobierno.