La comunidad global se está alejando de las metas de cero carbono a 2050. Esa es la principal conclusión de un reporte del Bank of America (BofA), que señala que, con las tendencias actuales, “es más probable que nos dirijamos hacia un aumento de la temperatura global promedio de 1,8-1,9 °C, en lugar de los 1,5 °C previstos en el escenario Net Zero 2050 de la Agencia Internacional de la Energía” (AIE, por su sigla en inglés).

Si bien el informe consigna que durante la pandemia se registró una “breve caída” de emisiones de carbono, estas han seguido aumentando impulsadas por una mayor quema de petróleo, gas y carbón.

En ese escenario, BofA dice que “como tal, estimamos que solo el 38% de las reducciones de emisiones de CO2 pueden lograrse para 2030”, lo que implicaría “continuar con la tendencia histórica del calentamiento global”, dice el reporte. 

Para volver a la normalidad, estipula el informe, “la industria minera tendrá que aumentar la inversión en capacidad upstream y los gobiernos tendrán que volver a centrarse en los esfuerzos de reducción de carbono de cara a la COP 27 en Egipto”.

Independización energética de Rusia

El reporte de BofA también destaca los esfuerzos de la comunidad internacional para impulsar la descarbonización. Por ejemplo, la iniciativa de la Unión Europea con REPowerEU, que tiene una meta doble: por un lado, hacer a Europa más “verde”, reduciendo las emisiones de carbono, y por otro lograr independizarse energéticamente de Rusia, acelerado por la invasión a Ucrania.

El plan, que tiene como plazo el año 2030, busca agregar alrededor de 100 giga watts (GW) de capacidad de generación de energía limpia anualmente.

También, el informe subraya la importancia de la recientemente aprobada Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos, que planea una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero del 40% para 2030, con una fuerte inversión en energías renovable a gran escala para fines de esta década.

El rol de las energías renovables

BofA estima que más allá de reducir las emisiones de carbono y aumentar la seguridad energética, la transición energética también podría reducir los costos de energía.

Así, mientras el gas natural europeo se ha convertido en la fuente de combustible térmico más cara del mundo y tiene una participación del 20% en la generación total de electricidad en la Unión Europea, la energía hidráulica, solar y eólica “se están volviendo más importantes en la mezcla”.

“Esto es importante porque esas tecnologías tienden a tener costos más bajos, (…) por lo tanto, a medida que aumenta la inversión en energías renovables, la industria europea podría descarbonizarse y recuperar competitividad en los próximos años”, consigna el informe.