Menos de un mes resta para las próximas elecciones de la
Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) y considerando que
el viernes ya se despejó por completo el panorama de las seis ramas de
la cúpula empresarial -tras las elecciones de la Cámara Nacional de
Comercio (CNC)-, las aguas a nivel gremial comenzarán a agitarse con
mayor fuerza durante los próximas días.
Y la tarea que tendrá la
dirigencia empresarial no será fácil, ya que el sucesor de Alfredo
Ovalle deberá hacer frente a un escenario no sólo marcado por la crisis
financiera internacional, sino que también por una polémica agenda
laboral -donde el sector privado ya ha hecho presente sus reparos- y
las elecciones presidenciales.
Dado este último punto, quien
asuma el 11 de diciembre la titularidad de la Confederación tendrá que
establecer lazos con la saliente administración Bachelet y también con
quien resulte electo presidente a fines del próximo año.
Es por
esta razón que este tema se ha tornado en una preocupación de las seis
ramas de la CPC durante las últimas semanas. Y a pesar de que la lógica
de los gremios es no comentar nombres públicamente hasta principios de
diciembre, en la práctica sí ha habido una serie de reuniones internas
para definir posibles candidatos e, incluso, por estos días se sumarán
encuentros entre los ex presidentes de la Confederación, quienes
estaban a la espera de las elecciones del Comercio. Por ende, la
definición de Carlos Eugenio Jorquiera impulsará los contactos.
Ahora
bien, más allá de los timing con que operen los gremios, lo cierto es
que determinar el perfil del próximo timonel de la Confederación
reactivará con mayor fuerza una discusión eterna que ha habido en el
empresariado durante los últimos diez años: fortalecer una visión
corporativa, centrada en intereses más bien sectoriales, o impulsar una
postura focalizada en el largo plazo y la competitividad.
En
este marco, debiera ser esperable que ante el complejo escenario
económico y político, la dirigencia empresarial sea capaz de superar
las rencillas y centrar su trabajo en llevar a la presidencia de la CPC
a un líder gremial capaz de aunar posturas entre las ramas y ser claro
en su mensaje.
De hecho, hay quienes afirman que en tiempos de
crisis la CPC no puede darse el lujo de caer en contradicciones. Por el
contrario, períodos de especial complejidad demandan dirigentes
gremiales rápidos en fijar su postura y seguros en su accionar.
Y
es que crisis económicas o políticas anteriores han revelado la
importancia de contar con líderes empresariales idóneos, capaces de dar
confianza al resto del empresariado y propositivos a la hora de
plantear medidas para evitar situaciones como un aumento del desempleo.
Esto
porque en la crisis asiática este último tema se transformó en uno de
los mayores fantasmas y, esta vez, no será la excepción. De ahí que los
gremios han estado monitoreando con especial atención una eventual alza
sobre los dos dígitos y han hecho saber esta inquietud a la autoridad.
El
punto ahora es qué estilo será el más adecuado en las actuales
circunstancias: uno dialogante con la autoridad o uno más
confrontacional.
Ante esta disyuntiva, los hechos hablan por sí
solos, en el sentido de que episodios como el recado de Ricardo Ariztía
a Ricardo Lagos o las críticas planteadas por Ovalle en Enade del año
pasado a la administración Bachelet demostraron que plantear
cuestionamientos desde una "oposición dura" trae secuelas en lugar de
ventajas, y que, finalmente, esto se traduce en una marginación del
empresariado de las grandes decisiones del gobierno.
Ahora bien,
esto no implica caer en extremos autocomplacientes, dado que también se
avecina un fuerte periodo electoral. Por ende, los gremios
empresariales deberán plantear con fuerza sus críticas ante medidas
populistas, las que se prevé abundarán en el mercado del trabajo. Sin
ir más lejos, fue precisamente en el marco de la crisis de 1998-1999
que se gestó la última reforma laboral.
Así las cosas, las negociaciones que se establezcan por estos días entre las ramas de la CPC serán clave.
Crucial
será también que los gremios se pongan de acuerdo respecto de la
relevancia de mantener los canales abiertos con las autoridades de
gobierno y en tener una actitud proactiva a la hora de plantear e
insistir en las medidas en ámbitos como el tributario y flexibilidad
laboral.
De hecho, en su último pliego de propuestas, las ramas
de la CPC presentaron una serie de temas relacionados con estas dos
áreas, por lo que el sucesor de Ovalle tendrá que seguirle la pista a
aquellas medidas respecto de las cuales aún no ha habido anuncios por
parte del Ejecutivo.
En resumidas cuentas, más allá de quien
resulte electo, será fundamental aunar criterios respecto de lo que
requiere el empresariado para enfrentar tiempos de crisis y, en este
sentido, definir un candidato de consenso no resulta una idea lejana,
ya que, antes que todo, se asume entre los privados que la
Confederación debe proyectar unidad.