Por Jaime Antúnez Aldunate
Hace veinte años, concomitantemente con el nacimiento de HUMANITAS, el entonces rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Juan de Dios Vial Correa -quien luego firmaría el decreto fundacional junto con los estatutos que definirían la misión de la revista- era entrevistado para el decano de la prensa nacional acerca de la recién publicada Evangelium vitae -la encíclica de San Juan Pablo II sobre el derecho a la vida- precisamente por quien suscribe estas líneas. Ni el entrevistador lo hacía en función del cargo de director de HUMANITAS que luego asumiría, ni el Dr. Vial Correa principalmente en cuanto rector, sino como presidente de la Pontificia Academia pro Vita, alta responsabilidad que por encargo del mencionado pontífice ocupó por diez años, sucediendo al recordado y eminente médico francés Jérôme Lejeune.
Dicho diálogo periodístico finalizaba con esta aseveración del ilustre entrevistado, referida a la coyuntura histórica del momento: "El fracaso de los socialismos reales ha sido un gran beneficio para la humanidad, porque ha demostrado cómo cae en el vacío un sistema sin referencia a valores supremos, sin la aceptación del ser de las cosas. Hay gente [hoy] que piensa en la posibilidad de construir una ideología sobre la base de la plena autonomía individual. Su problema es que tienen un fundamento falso. Caerán igual que los otros. Ojalá no tan estrepitosamente, pero caerán".
Era el año 1995, y el recuerdo se mantenía fresco en la memoria de la opinión pública y de los medios, respecto de ese episodio histórico, aún reciente, inesperado en su desarrollo y magnitud, que fuera la caída del Muro de Berlín, conmemorado ahora en su vigésimo quinto aniversario. Todos los énfasis apuntaban en la dirección del "triunfo de la libertad" (constatación de suyo inobjetable) y de la verificación, ya archiconocida, que daba cuenta de la caducidad y fracaso de la utopía marxista.
La cercanía de los acontecimientos impedía sin embargo apreciar en toda su realidad, lo que insinuaban las palabras ya citadas del presidente emérito de la Pontificia Academia pro Vita. Hoy, a la luz de la fuerte experiencia mundial de un cuarto de siglo, con su reconocida autoridad, nos actualiza en la percepción de ese vacío el cardenal Fernando Sebastián (cuya investidura, incomún a su edad, ha puesto de relieve una antigua confianza y cercanía con el Papa Bergoglio). Como ha dicho el prelado español en un debate reciente, conmemoramos hoy los veinticinco años de la caída del Muro, sin darnos cuenta de que éste no solo cayó sobre las estructuras caducas del Este, sino que también cayó sobre Occidente. En efecto, no hace falta demasiado esfuerzo para observar hasta qué punto, con qué amplitud y con qué invasiva hondura se ha desarrollado en cinco lustros un proceso cultural que muy poco va dejando en pie de lo que fueran no tan pretéritas certidumbres y a veces hasta de los cimientos en que se asentaba esta civilización.
HUMANITAS nació, no por ningún propósito preestablecido, exactamente en ese momento de la historia. Animada, como tantas veces lo recordamos, por el "¡No tengáis miedo!" de San Juan Pablo II. Para acompañar y servir, conforme al espíritu de la institución que le dio vida, al magisterio de la Iglesia, con especial atención a la enseñanza y guía de Pedro. Estamos en el medio de ese camino.