Chile podría duplicar el valor de los productos marinos con Economía Circular en diez años
Los desechos de camarones, salmones y moluscos se están transformando en alimentos con valor agregado y en bioproductos para sectores como el agro.
- T+
- T-
En 25 años Islandia quintuplicó el valor de cada bacalao con la explotación de subproductos como el hígado, que de otra forma habrían terminado en un vertedero, y que hoy se consume en forma de aceite, calcio y enzimas.
En Chile, desde hace menos de una década se han visto esfuerzos aislados de empresas y universidades por agregar valor a los desechos del salmón, jibia, algas, crustáceos y moluscos, para volver a introducirlos a la economía y evitar que materia prima acabe en la basura.
Flavio Araya, director de Innovación Abierta en Alimentos y Acuicultura de Fundación Chile (FCh), señala que además de desechar materia prima, la industria también pierde recursos, pues “la capacidad de los rellenos sanitarios es limitada y cuando se acaba, las empresas deben buscar otras alternativas más lejos, lo que aumenta los costos”, dice.
La región de Coquimbo desde 2017 cuenta con el Programa Estratégico Regional (PER) MásMar de Corfo, que busca transformar la materia prima residual de esta industria en alimentos con valor agregado y en bioproductos.
El gerente del PER Coquimbo, Guillermo Molina, comenta que el sector en la región produce 90.842 toneladas al año de las cuales 14.000 terminan en la basura. Precisa que de los camarones sólo se utiliza el 18% y de los ostiones el 20%, lo que significa que “entre un 80% a 85% de materia prima como proteínas o aminoácidos terminan en el vertedero”.
Este programa trabaja con 25 empresas que representan el 50% de total de las firmas del sector en la región, para reutilizar los residuos y transformarlos alimentos como patés o snack o en bioproductos, como proteínas para alimentos para animales y quitosano -fungicida- para el sector agrícola.
“La proyección a tres años es contar con 25 productos perfilados y varios en el mercado”, estima Molina.
Adelanta que a fines de año lanzarán el primer paté de camarones del mercado y a mediados de 2020 el primer bioproducto del programa, un hidrogel a base de algas que retiene el agua de los cultivos.
La industria del salmón, en tanto, se concentra en las regiones de Los Lagos y Aysén, con una producción del orden de 900.000 toneladas al año, de las cuales 200.000 son residuos, comenta Javier Enrione, investigador de la facultad de Medicina de la Universidad de los Andes.
Si bien no cuentan con programas estratégicos de apoyo, existen algunas iniciativas para aprovechar los desechos de salmones. “Se necesitan incentivos para que la industria pueda apuntar a un nivel de valorización mayor donde hay más riesgos tecnológicos que deberían ser apoyados por iniciativas estatales”, afirma Enrione.
Doble impacto
Molina afirma que la reutilización de los residuos tiene un impacto en el medio ambiente, porque las empresas dejan de llevar desechos a los vertederos, y segundo, en el negocio, porque pueden producir más con la misma cantidad lo que es clave en un sector con cuotas extractivas.
“Si se reutilizarán todos los residuos que hoy terminan en la basura, se podría duplicar el PIB de pesca que está en torno a los US$ 70 millones en diez años”, asevera Molina.
Entre los impactos inmediatos, comenta el gerente del PER Coquimbo, el sector pesquero regional podría ahorrar US$ 1 millón al año. “Las empresas deben pagar para llevar sus desechos al vertedero, entonces, desde la sustentabilidad y del negocio no tiene ninguna lógica botarlos”, sostiene Molina.
Oportunidades de negocio
Araya señala que el país tiene oportunidades para transformarse en un actor relevante en bioproductos, especialmente en la generación de proteínas hidrolizadas que provienen de especies como la jibia, salmón, choritos y crustáceos. “La inversión para obtener las proteínas no es cara y lo demandan en el mercado de alimentos para animales, que crece a tasas muy altas”, afirma Araya.
También ve espacios en la producción de colágeno para la industria farmacéutica y harinas y deshidratados de algas. “En casi todo el país hay algas y en los procesos de molienda queda un polvillo que se puede utilizar para elaborar extractos de algas e insumos para nutracéuticos”, comenta.
Respecto del salmón, Enrione señala que los residuos tienen una calidad sanitaria y consistencia que permiten generar subproductos de muy alto valor, no sólo para alimentación animal, sino para el área biomédica, porque “el manejo sanitario es muy bueno en Chile”, dice.
Añade que la mayor parte de los residuos del salmón se convierten en harina de pescado, pero el potencial es mucho mayor. “En Noruega hay gran interés por valorizarlos, en general vísceras, ácido graso e incluso el uso de la sangre para sacar componentes útiles para el desarrollo de otras aplicaciones”, afirma Enrione.
Molina comenta que algunas empresas de Coquimbo que participan en el PER han optado por abrir nuevas líneas de proceso en las plantas para elaborar alimentos con valor agregado, y otras, como la procesadora y exportadora de camarones y lagostinos Rymar, optó por construir la primera Planta de Economía Circular para Crustáceos, para procesar los desechos de su producción, -el caparazón del camarón- en la que invirtieron US$ 2 millones, generando fungicidas, enraizantes y biopolímeros, entre otros.
Sin embargo, Molina ve poco probable que las empresas construyan sus propias plantas, porque la inversión se justifica cuando hay grandes volúmenes de materia prima. “Se va a generar un modelo donde algunas empresas se van a dedicar a procesar los desechos de otros, mientras otras serán proveedoras de esas materias primas”.