Por Jimena Catrón Silo
Desde Lima, Perú
Están presentes en los más importantes fashion weeks del mundo, y en las pasarelas de los más destacados diseñadores: Alexander Wang, Hugo Boss, Dolce&Gabbana, Calvin Klein, y más. Son fotografiados cientos de veces, aparecen en las mejores publicaciones, y se han convertido en el “objeto de deseo” de varios famosos.
No hablamos de socialités ni de las editoras de las principales revistas de moda, sino de un producto que viene de comunidades -algunas veces perdidas-, de la sierra de Perú, con caminos de difícil acceso y que desde hace algún tiempo participan del programa de comercio justo de ese país: alpaca, vicuña, baby alpaca y algodón pima.
El comercio justo, o “fair trade”, es un sistema comercial solidario que persigue el desarrollo de los pueblos y la lucha contra la pobreza, mejorando el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos. Y, considerando la cada vez mayor conciencia sobre condiciones laborales, consumidores y “trend setters” que exigen esta clase productos, el escenario no podría ser mejor.
En el marco de Perú Moda 2013, punto de encuentro de más de 2.000 compradores que llegaron a Lima desde todas partes del mundo (principalmente europeos, asiáticos y norteamericanos) y productores textiles de ese país, el ministro de Comercio Exterior y Turismo, José Luis Silva, explicó que dentro de las labores que cumplen con las comunidades está, justamente, financiar especialistas que ayuden a los productores a obtener el sello de comercio justo, y la capacitación que reciben para lograr exportar. “Se trata de una persona que los acompaña y los ayuda, y el Estado se ocupa de pagar el 70% del valor de la certificación”, afirmó Silva, agregando que otras de las iniciativas que también se está promoviendo es el desarrollo de las mujeres como empresarias y potenciar el establecimiento de industrias cuyos productos sean orgánicos, entre otros.
El impacto en las comunidades
La región de Puno es una de las 25 en las que se divide el territorio peruano, tiene cerca de 100.000 habitantes y es conocida como la “capital folclórica” del país. Los principales productores de alpaca de esa zona, presentes en Perú Moda, coincidieron en que sus beneficios se observan de forma concreta en las comunidades y, especialmente, en las mujeres. Según Karen Reyes, quien trabaja en Inti Alpaca, han sido las tejedoras las más favorecidas. “En una prenda se puede trabajar hasta 100 horas y, si antes les pagaban muy poco, ahora ellas pueden ser las sostenedoras de sus casas”, afirma Reyes, añadiendo que así se sienten validadas por la comunidad.
Y mientras ella termina esta entrevista, los compradores enviados por el Corte Inglés y algunos retailers asiáticos esperan para pedir información respecto a la capacidad productiva de la compañía y cuánto puede demorar un pedido acorde al volumen de negocios de sus respectivas cadenas.