Plan 2050

Empresas globalizadas con espíritu local y una transición energética más lenta, el mundo según el presidente emérito de BCG

Hans-Paul Bürkner es empecinadamente optimista. Ni el mundo está al borde de la implosión, ni las crisis actuales son algo nuevo. Pero, hay riesgos.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Viernes 28 de junio de 2024 a las 10:19 hrs.
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Sentado en la habitación de su hotel en República Dominicana, Hans-Paul Bürkner luce una sonrisa que no encaja con el aire de pesimismo que rodea a su país natal, Alemania, ni al resto de Europa después de las elecciones para el Parlamento Europeo. El avance del nacionalismo y los partidos de derecha más dura en el continente han encendido las alertas, y los más alarmistas han descrito escenarios catastróficos para el futuro de la región.

“Incluso mis colegas, los consultores, hablan de que el futuro es más incierto que nunca. El futuro siempre es incierto. Si miramos atrás durante décadas, a pesar de los altibajos, hay una clara tendencia al alza a lo largo de los años y las décadas”, afirma.

El futuro es un tema recurrente para Bürkner, quien ha hecho de la “globalización y transformación” sus áreas de especialidad en BCG, firma que lideró entre 2004 y 2012, y de la que hoy es presidente emérito. En ese rol viaja frecuentemente entre los 50 países donde BCG tiene oficinas. En medio de su última gira en Latinoamérica conversó con Señal DF.

-¿No hay una especie de decepción respecto a lo que esperábamos ver cuatro años después de la pandemia? Todas estas expectativas de una economía más verde, digitalizada. Pero, las ciudades no han cambiado tanto, la sostenibilidad está perdiendo atractivo y la gente está volviendo a las oficinas…

-En primer lugar, me gustaría preguntarle, ¿qué tan bueno es trabajar desde casa?

-No me gusta, pero tiene sus ventajas…

-He visto a mucha gente joven que ha tenido su primer trabajo, digamos en BCG, estar en su apartamento, solos, haciendo videollamadas de la mañana a la noche, teniendo muchas menos oportunidades de interacción. La experiencia de aprendizaje de los jóvenes ha sido mucho más pobre. Sus habilidades de comunicación se han desarrollado mucho más lentamente. Esta idea de trabajar desde casa es positiva para algunas familias, por ejemplo, cuando los tiempos de transporte son muy largos, pero no para todos. Además, que hay gran cantidad de trabajos que no pueden ser 100% remotos. Nos olvidamos de la gente que trabaja en las fábricas, en los hoteles, en la construcción. Quienes pueden trabajar 100% remoto son la excepción, no la norma.

-De acuerdo. Pero también tenemos la decepción (así le llamo) sobre la transformación verde…

-Está sucediendo, pero no está sucediendo como una línea recta. En general, la energía verde es cada vez más importante. Vemos más vehículos eléctricos, sobre todo en Europa, Norteamérica y China. Sin embargo, en muchos mercados emergentes la transición es más lenta, lo cual es comprensible. Se están haciendo progresos, y eso es alentador. Sin embargo, no debemos esperar que esta transformación se produzca de la noche a la mañana; llevará décadas.

Estos cambios pueden costar decenas o incluso cientos de miles en moneda local, algo que muchos no pueden permitirse. Incluso con subvenciones y ayudas públicas, es un proceso lento. La mayoría de los presupuestos públicos ya son deficitarios, por lo que aumentar las subvenciones no es una solución sencilla.

-Estamos recibiendo, entonces, un shock de realismo. Hemos visto esta reacción en las elecciones europeas, los grandes perdedores fueron los partidos verdes. Vimos las protestas de los agricultores, las personas quejándose porque les piden que cambien los sistemas de calefacción, pero no lo pueden financiar, etc. ¿Se quiso mover demasiado rápido Europa?

-Shock de realismo es una buena descripción. Creo que el cambio lleva tiempo. Así que creo que la clave es cómo podemos programar los cambios en el tiempo, ya sea en la industria, en la agricultura, en la vivienda, en el transporte, cualquier sector.

-Pero existía esta sensación de urgencia de que teníamos que alcanzar este objetivo de cero emisiones muy rápidamente, pues de lo contrario no podríamos evitar el cambio climático.

-El cambio climático está ocurriendo y seguirá ocurriendo. Siendo realistas, debemos reconocer que es improbable que el calentamiento global no supere los 1,5 grados centígrados. Muchos científicos coinciden en que pronto alcanzaremos este umbral, si no lo hemos hecho ya en algunas zonas. Tenemos que encontrar la manera de hacer frente a un mundo más cálido, y la encontraremos. No debemos ser derrotistas y pensar que el mundo se acaba. A medida que suba el nivel del mar y aumenten otras presiones, la gente actuará con más rapidez.

Sin embargo, pedir cambios drásticos ahora es muy difícil. Los gobiernos que exijan demasiado, demasiado pronto, se enfrentarán a las consecuencias de los votantes, como hemos visto en Europa. Para que se produzca el cambio, hay que implicar a la gente. Es de sentido común. Si no lo haces, te enfrentarás a reacciones violentas.

-¿Cómo ve un defensor de la globalización el momento en que vivimos, con amenazas de más tarifas, con más medidas proteccionistas? Cuando en lugar del multilateralismo que aplaudimos durante la pandemia ahora hablamos de desglobalización.

-Por supuesto hay más fricciones, más proteccionismo… Creo que las empresas multinacionales se volverán mucho más multiregionales, multilocales. Las empresas deben reconsiderar sus cadenas de suministro, no sólo por las tensiones geopolíticas entre EEUU y China, sino también por cuestiones logísticas.

Debemos pensar en términos de tres grandes bloques: Norteamérica (o las Américas), Europa (incluidos el Norte de África y Oriente Medio) y China (más el Sudeste Asiático). Aunque existen superposiciones y un comercio continuo entre estos bloques, también debemos desarrollar polos de producción más localizados. Esto significa producir en China para China, en Europa para Europa o en el Norte de África (para Europa) y, ciertamente eso va a ser importante para EEUU. Este enfoque ayuda a reducir puntos de fricción como los problemas de transporte, las tensiones geopolíticas y otros problemas que pueden interrumpir las cadenas de suministro.

Esto no significa el fin de la globalización, sino más bien una reconfiguración del funcionamiento de las empresas. Las cadenas de suministro necesitan una reevaluación y adaptación constantes. Pero ningún país debe pensar que puede ser autosuficiente. La autosuficiencia total no es realista; y las empresas no podemos operar sin estar en China, EEUU o Europa.

-Así que necesitamos un mundo más globalizado con más nodos de producción.

-Exactamente. Las empresas se están acercando a sus consumidores, produciendo según los gustos y necesidades locales. Esto es importante en los bienes de consumo y en otras industrias. No basta con ser grande y global; hay que ser local, rápido y receptivo. La toma de decisiones debe ser descentralizada, permitiendo a los mercados locales tomar las mejores decisiones para sus clientes.

Por ejemplo, Nokia perdió una importante cuota de mercado porque tardó demasiado en introducir una solución de doble tarjeta SIM en la India. Las marcas locales arrebatan cada vez más cuota de mercado a las marcas mundiales. La descentralización de la toma de decisiones ayuda a las empresas a responder rápidamente a las demandas locales, lo que es crucial para el éxito.

-Seguro en medio de su optimismo, también ve riesgos. ¿Cuáles son los principales?

-Creo que no debemos subestimar el riesgo de un conflicto con China. No podemos ignorar esa posibilidad. La situación en Oriente Medio también es muy difícil y podría extenderse aún más. También hay riesgos importantes en el Norte de África, con conflictos que a menudo se pasan por alto y con ramificaciones masivas, especialmente para las regiones vecinas.

Ya estamos viendo conflictos comerciales, como los aranceles impuestos por EEUU a los productos chinos y ciertas restricciones de China a las actividades extranjeras, lo que daría lugar a contramedidas. Tenemos que entender cómo manejar estos conflictos comerciales y esperar que no escalen a un conflicto militar.

Si se produjera un conflicto de este tipo, tendría enormes ramificaciones para la economía mundial. Deberíamos considerar siempre esta posibilidad y no dar por sentado que no ocurrirá.

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Crecimiento

Al igual que con el cambio climático y la globalización, Bürkner sostiene que también es necesario moderar las expectativas en torno al crecimiento económico en algunas economías como China, Europa y Japón, que se expanden a menor ritmo en línea con el estancamiento o contracción de su población.

-¿Puede ser la Inteligencia Artificial, la solución para las bajas tasas de crecimiento?

-Sí, la tecnología puede ser un facilitador importante. En lugar de temer que los robots y la IA nos sustituyan a todos, incluidos los consultores y esperemos que no a los periodistas, deberíamos abrazar la tecnología. En Europa, nos quedaremos sin gente antes de quedarnos sin trabajo.

-¿Qué mensaje le daría a quienes lideran hoy las decisiones en las empresas?

-Los CEO deben asumir que el destino está en sus manos. Céntrense en su cartera, innoven, ofrezcan nuevos productos y servicios a los clientes, garanticen la sostenibilidad y utilicen la tecnología con eficacia. Asegúrense de tener suficiente capital y liquidez y, sobre todo, cuenten con un buen equipo. Es crucial adoptar un enfoque proactivo y forjar su propio destino.

Los viejos tiempos no eran necesariamente mejores. A menudo idealizamos el pasado, pero nosotros hacemos posible el futuro. Es nuestro deber y nuestro derecho darle forma. El futuro está en nuestras manos.

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