Información versus prohibición

Mejorar la rotulación de los productos en venta para que los consumidores puedan tomar decisiones informadas. Díficil oponerse a una medida como ésta, en particular si lo que está en juego es la salud de los habitantes del país y, especialmente, los menores de edad. Porque detrás de un proyecto de esta naturaleza subsiste el objetivo de entregar herramientas para que las personas opten.



Muy distinto al criterio que predomina detrás de la prohibición de comercializar alimentos de determinadas características, como si una arbitraria restricción de oferta fuera suficiente para poner término a un problema que más bien se origina en la demanda.

Más allá de la escasa lógica que evidencia un proyecto de ley que busca impedir la comercialización de golosinas en una universidad -sin afectar otros alimentos que pueden ser mucho más perjudiciales para el control de la obesidad-, la normativa en trámite parlamentario vulnera las libertades de consumidores adultos, limita el desarrollo a determinadas industrias y restringe los espacios de la comunicación institucional, afectando así también el acceso a información de la opinión pública.

Aunque el Senado abrió este miércoles un espacio para introducir mejoras al proyecto, las bondades de esta iniciativa legal siguen en duda. El fomento de la salud es necesario, pero existen otras políticas que podrían ayudar mucho más en esta tarea, particularmente si éstas se enfocan en la demanda, como podría ser un incentivo a los controles de salud y la incorporación de hábitos de vida sana.

Otros problemas más urgentes impactan en la salud de los jóvenes, como el alto consumo de alcohol.