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Editorial

Ir a la vanguardia

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 14 de abril de 2025 a las 04:00 hrs.

La semana pasada, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, dio a conocer un plan de acción de corto plazo del Gobierno para enfrentar los efectos de la guerra comercial que libran Estados Unidos, China y la Unión Europea, junto con otros actores, y que está generando serias consecuencias en la economía mundial. En lo medular, el Gobierno planea poner en pausa su decisión de presentar una modificación al impuesto a la renta y acelerar la concreción de nuevos tratados de libre comercio con países de Asia.

Es imprescindible posicionar a Chile como un polo de atracción de inversiones que ofrezca certezas y reglas claras, en el nuevo orden mundial.

Tras conformar un grupo de trabajo con exministros de Hacienda y expresidentes del Banco Central, el Ejecutivo delineó algunas medidas inmediatas para intentar frenar lo que podrían ser impactos severos sobre una economía abierta al mundo y que depende del comercio con las potencias que, precisamente, libran la batalla arancelaria.

La primera tarea será abordada esta semana cuando se concrete una reunión con el representante de Comercio de EEUU para dilucidar en qué pie está el Tratado de Libre Comercio (TLC) con ese país e intentar restablecer la desgravación arancelaria vigente desde hace 20 años. En otro orden, el Gobierno buscará implementar medidas de apoyo directo a los exportadores y acelerar la entrada en vigor y fortalecimiento de convenios en gestación con India, Filipinas, Emiratos Árabes y los Estados del Golfo.

Todas estas medidas parecen sensatas y oportunas, pero aún resultan tímidas. Si se considera que las decisiones de Donald Trump y la respuesta recibida por China y la Unión Europea ha generado millonarias pérdidas y una inestabilidad financiera global no vista en décadas, resulta imprescindible impulsar fórmulas que posicionen a Chile como un polo de atracción de inversiones, capaz de ofrecer certezas y credibilidad en medio del caos provocado por el líder republicano. Más de lo mismo no cambiará el ánimo de los flujos de capital ni de los inversionistas que hoy buscan refugio, buenas oportunidades y, sobre todo, reglas claras.

En ese sentido, si Chile ofreciera invariabilidad tributaria, normas claras en permisos y autorizaciones ambientales e incentivos a la inversión y el capital humano en un horizonte de unos 10 a 15 años, podría pasar rápidamente a la vanguardia en medio de naciones que se debaten entre seguir los pasos de Trump y quienes lo están enfrentando. El país no tiene el peso ni el tamaño para desempeñar un rol relevante en la guerra tarifaria, pero sí puede actuar con visión estratégica, mirando hacia el largo plazo y con una meta país: retomar un crecimiento superior al magro 2% de PIB potencial actual.

Chile cuenta con recursos naturales estratégicos que pueden permitirle jugar un rol relevante en este nuevo orden mundial, pero para ello es necesario pensar en clave pragmática, no ideológica. De cara a las elecciones de este año, este debe ser un tema central del debate, de modo de que la ciudadanía pueda evaluar la capacidad de los candidatos para interpretar las urgencias y decidir quién ofrece más habilidades para navegar en estas aguas.

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