El gobierno brasileño vivió ayer una nueva jornada negra. En medio de las especulaciones sobre la renuncia del ministro de Hacienda, Joaquim Levy, incapaz de implementar el programa de ajustes que el país requiere para revivir su frágil economía, la agencia de calificación de riesgo Fitch Ratings rebajó la nota de crédito soberano, dejando al país sin el grado de inversión.
Tras dejar la calificación soberana de Brasil al borde del “bono basura” el mes pasado, Fitch dio ayer un nuevo recorte a la nota, de BBB a BB+, y mantuvo la perspectiva negativa, por lo que podría haber nuevas rebajas en el futuro.
Los factores enumerados por los analistas para tomar esta decisión fueron una recesión más severa de lo esperado, el deterioro de las cuentas públicas y la creciente incertidumbre en el campo político, circunstancias que “podrían socavar aún más la capacidad del gobierno para implementar de manera efectiva las medidas fiscales que estabilicen el creciente endeudamiento”.
Fitch es la segunda agencia de calificación que le retira el sello de buen pagador a Brasil, después de que Standard & Poor’s rebajara la nota de crédito a largo plazo del país a nivel especulativo o basura (BB+) a principios de septiembre. Moody’s es la única agencia que aún mantiene el grado de inversión de Brasil.
Según Fitch, la perspectiva negativa de la nota brasileña se justifica por la continuidad de las incertidumbres y riesgos en el ámbito económico, fiscal y político.
“El deterioro de la situación interna incrementa los desafíos para que las autoridades puedan realizar las correcciones que dan apoyo a la confianza y mejoran las perspectivas de crecimiento, de consolidación fiscal y de estabilización de la deuda pública”, explicaron los analistas de la agencia en una nota.
Citando los datos del Producto Interno Bruto del tercer trimestre, Fitch subrayó que la recesión de Brasil no muestra señales de ceder. Su previsión ahora es que la contracción económica será de 3,7% en 2015 y de 2,5% en 2016.
“El aumento de la tasa de desempleo, restricciones de crédito, el empeoramiento de la confianza y la alta inflación están pesando sobre el consumo”, mientras que la incertidumbre política, las dificultades en el sector de la construcción y las consecuencias de las investigaciones sobre la corrupción de Petrobras han frenado las inversiones, explica el documento. Además, el ambiente externo no ayuda, con la caída del precio de los commodities, la desaceleración en China y el endurecimiento de las condiciones financieras internacionales.
Fitch apunta a un nuevo recorte de la nota soberana si fracasa el intento de contener el ritmo de crecimiento de la deuda pública y se produce una mayor erosión de las reservas internacionales.
Además, si la recesión es peor y más prolongada, puede dar lugar a inestabilidad social y política y tener impacto negativo sobre el endeudamiento público que también empeoraría el perfil crediticio del país.
Renuncia de Levy
Joaquim Levy, que asumió como ministro de Hacienda en noviembre de 2014, pactó hace unos días su salida del gobierno con la presidenta Dilma Rousseff. Sin embargo, permanecerá en el cargo durante un tiempo más hasta que la mandataria encuentre un sustituto en un escenario político más claro. El Palacio de Planalto pidió al ministro que realice una transición lo más suave y discreta posible, para no asustar a los mercados.
El gobierno, con un proceso de impeachment abierto, “es otro”, apuntó una fuente oficial. En medio de una crisis política dramática, el presidente optará por una política fiscal más tímida que lo que defendía Levy. La salida del ministro empezó a construirse desde que se difundió que condicionaba su permanencia en la cartera a que se confirmara la meta superávit primario de 0,7% del PIB para el próximo año.
El martes nadie en el gobierno quería anunciar una meta de superávit primario para 2016 situada en el intervalo entre cero y 0,5% del PIB. Para no asumir la decisión, la noticia fue dada por los miembros del Congreso. El Palacio de Planalto tampoco quiso pronunciarse sobre las declaraciones del ministro de Hacienda respecto de la reducción de la meta fiscal para el próximo año.
El diputado Ricardo Barros, relator del presupuesto de 2016, sugirió un recorte de 10 mil millones de reales en el programa para alcanzar el objetivo del 0,7%, a lo que el gobierno se opuso.
La frágil situación del gobierno no permitía que, en opinión del Palacio de Planalto, asumiera un compromiso con la meta defendida por el ministro.
Con la decisión del gobierno sobre la reducción de la meta, durante la tarde del martes el mercado comenzó a incluir en el precio de los activos la salida del ministro.