Sea Daniel Scioli, Mauricio Macri o Sergio Massa el próximo presidente de Argentina, deberá analizar la presión fiscal del país una vez que asuma y si tiene intenciones de escuchar uno de los principales reclamos del mundo empresario local vinculado a que el poder político ayude a incrementar las inversiones mediante una reducción de la presión tributaria.
Los altos costos impositivos y las distorsiones que algunos tributos generan a la hora de pensar en nuevos desembolsos para hacer negocios en el país son dos de los temas incluidos en la agenda de preocupaciones actuales y futuras que tienen los principales ejecutivos del país.
De hecho, una encuesta revelada en el marco de la realización del 51° Coloquio de IDEA que se desarrolló en el Sheraton Hotel de Mar del Plata estimó que la eliminación de tributos considerados distorsivos y una reforma impositiva son los dos temas de mayor sensibilidad actual para el establishment local. Según la encuesta realizada por la firma D'Alessio Irol para IDEA, el 48% de los consultados pidió eliminar impuestos distorsivos y otro 45% reclamó una reforma fiscal para darle mayor equidad al esquema tributario. También un 46% de los consultados reclamó dotar de mayor claridad a las reglas de juego que aplica el Gobierno para que la recaudación fiscal sea mes a mes mayor.
De hecho, Argentina tiene hoy la presión tributaria más alta de su historia, la segunda de la región y en un nivel muy cercano al de los países desarrollados, sin una adecuada contraprestación de servicios públicos. Por lo menos así lo señala un informe de la Cepal que revela que el país alcanzó en 2013 un nivel de presión tributaria de 31,2%, cuatro puntos por debajo del 35,7% de Brasil y por encima del resto de los países de América Latina. Se trata de un porcentaje bastante superior al de la anterior base de cálculo del PIB -se modificó en 2013-, ya que con el PIB base 1993 el nivel de presión tributaria en 2013 hubiera alcanzado 40,1%. En cambio, los países desarrollados, reunidos en la OCDE, tienen un promedio de 34,1%, aunque con importantes diferencias entre ellos (van de 19,7% de México al 48,6% de Dinamarca). Todo esto con un nivel de prestación de servicios (en educación, salud, seguridad e infraestructura) muy inferior al de la mayoría de los países de esa organización.
Según la encuesta de D'Alessio Irol, la presión fiscal y el tipo de cambio reducen los niveles de competitividad y generan una fuerte retracción de las ventas. De todos modos, los empresarios encuestados por la consultora admiten que la situación económica durante el próximo semestre será mejor que la actual.