Internacional

Las altas prioridades en la agenda de la administración Obama

Barack Obama enfrenta una economía enferma, dos guerras en el exterior y un déficit fiscal creciente.

Por: | Publicado: Martes 20 de enero de 2009 a las 21:03 hrs.
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Barack Obama juró ayer como el 44º presidente de Estados Unidos. Obama disfruta de un tremendo capital político y de la buena voluntad internacional, y necesitará ambos en abundancia para lidiar con los imponentes desafíos que hereda. Estos incluyen una crisis económica sin precedentes desde la Gran Depresión, un déficit creciente, guerras en Irak y Afganistán, y violencia en Gaza.

La reforma al sistema de salud y los temas medioambientales también son importantes en la agenda de Obama, aunque la crisis económica podría complicar sus planes.

Sobre todo, Obama enfrenta el desafio casi imposible de estar a la altura de expectativas extraordinarias, resultado de su estatus histórico como el primer presidente negro del país y del éxito de una campaña electoral que promovía un “cambio”.

Lograr el equilibrio adecuado entre ambición y cautela (evitando sobreextenderse temprano en su período, pero usando su capital político mientras aún sea fuerte) será crítico para una presidencia exitosa.

 

Política exterior

Si Obama tiene una dura tarea en la economía nacional, no es más fácil cuando se trata de seguridad nacional y política exterior. Obama dejó claro que pretende romper con el agresivo unilateralismo asociado con la administración Bush. La diplomacia y la negociación jugarán un rol importante, aunque sin excluir la intervención militar. Obama también ha indicado que se comprometerá más con la ONU, aunque la promesa tendrá que apoyarse con acciones para tener más credibilidad. Tal como con el rol doméstico, un desafío clave para el nuevo presidente será equilibrar las esperanzas del mundo para una política exterior estadounidense más matizada y conciliadora con las realidades de reafirmar y proteger los intereses estadounidenses alrededor del mundo.

Aunque el conflicto en la Franja de Gaza ha dominado los titulares en los últimos días, los dos mayores desafíos de política exterior para la nueva administración se centrarán en los países donde las tropas estadounidenses están en peligro: Irak y Afganistán. Hasta cierto punto, la situación en Irak está empezando a resolverse sola, desde el punto de vista de EE.UU., gracias a la reducción de la violencia tras el éxito del aumento de las tropas y el movimiento sunnita Despertar contra al-Qaeda. EE.UU. recientemente firmó un acuerdo con Irak que sienta las bases para el comienzo del retiro de las tropas, una jugada que podía permitir a Obama cumplir su promesa de llevar a las tropas de vuelta a casa. Sin embargo, la situación en Irak seguirá inestable, y las opciones de Obama se volverán mucho más complicadas si la seguridad de deteriora dramáticamente una vez que el número de soldados estadounidenses en Irak disminuya. Un retiro ordenado de Irak será crucial no sólo para la moral entre el electorado, sino también por sus implicaciones políticas en Afganistán.

Reforzar la presencia militar en Afganistán, que Obama considera esencial en la guerra contra el terrorismo, seguirá siendo difícil mientras las tropas de EE.UU. alarguen su estadía en Irak.

En otro lugar de Medio Oriente, el conflicto palestino-israelí y las ambiciones nucleares de Irán darán mucho que pensar a la nueva administración estadounidense. A la luz de la violencia reciente en Gaza, aumentará la presión internacional sobre Obama para que tome la iniciativa.

 

Economía

En un aspecto, al menos, las circunstancias hacen más simple el trabajo de Obama: no hay duda de donde deben estar sus prioridades. Restaurar la economía de EE.UU. será su prioridad número uno (y probablemente también dos, tres y cuatro), en la lista de cosas por hacer. La crisis que comenzó en 2007 con las hipotecas subprime ha crecido hasta alcanzar la economía real. Los bancos siguen pidiendo socorro. El desempleo está en su nivel más alto en 16 años. Los consumidores -el pilar tradicional de la economía estadounidese- han dejado de gastar en medio de la estrechez de crédito, temor al desempleo y la necesidad de reconstruir los ahorros. Como resultado, la economía se contrae.

Obama ha dejado claro que una acción rápida y robusta, que se sume a las medidas ya implementadas por la administración Bush, es esencial evitar que la contracción se vuelva más severa. Ha organizado un equipo de expertos economistas para enfrentar la crisis. Está diseñando un enorme plan de estímulo fiscal, que podría superar los US$ 800 mil millones durante dos años. El equipo de Obama ha manifestado intenciones de cercar a fondo los activos tóxicos, quizás consolidándolos en un “banco malo”.

Todo eso está bien. Pero no se puede ocultar la enormidad de la tarea, y el potencial para errores políticos que generen consecuencias involuntarias. Simplemente no hay un precedente moderno para tratar con una crisis a esta escala. Nadie sabe realmente si las medidas propuestas vigorizarán la demanda; si el plan es muy pequeño o demasiado grande, o si es correcto el equilibrio entre gasto en infraestructura, recortes de impuestos, además de otras medidas. Algunas de las medidas propuestas por Obama tomarán tiempo antes de tener un efecto visible, y en el intertanto la economía puede empeorar.

Obama está en una buena posición y la pregunta no es si puede conseguir la aprobación del paquete de medidas, sino si ha recibido los consejos correctos y si sus planes funcionarán.

 

El déficit

La debilidad de las finanzas públicas complican la respuesta de Obama a la crisis.

La Oficina de Presupuesto del Congreso advirtió que el déficit presupuestario podría llegar a US$ 1.200.000 millones en el año fiscal 2009 (octubre-septiembre), una estimación que excluye el estímulo que está en discusión.

EE.UU. podría enfrentarse a un déficit de US$ 1.600.000 millones o más sólo en este año fiscal. Esto incrementa la presión para que Obama restaure la disciplina fiscal cuando la crisis termine.

Obama no tiene que solucionar el déficit de inmediato y podría continuar con hasta dos años de gasto elevado. Pero debe tener un plan para comenzar a reducir el defícit de modo sustancial para el tercer o cuarto año de su período -o se arriesga a desestabilizar el mercado de bonos, aumentar las presiones inflacionarias y socavar la confianza en el dólar, además de sus posibilidades de ser re-elegido.

Parte de la reducción en el déficit debería ocurrir naturalmente: el gasto relacionado con el TARP bajará y los activos tóxicos comprados o respaldados por el gobierno debieran venderse, quizás incluso con ganancias.

La recuperación de la economía impulsará los ingresos tributarios. Aún así, Obama tendrá que analizar impopulares políticas de austeridad. Puede que deje expirar algunos de los recortes de impuestos de Bush y podría examinar recortes en el gasto.

Pero el gran desafío será determinar el momento para el retorno a la contención fiscal.

 

Cobertura de salud

Reformar el sistema de salud para proveer cobertura casi universal fue uno de los pilares en la campaña electoral de Obama. Aunque el tema se ha visto eclipsado por la economía, es improbable que Obama achique sus planes debido a la recesión. En cambio, podría tratar de matar dos pájaros de un tiro usando parte de su plan de rescate económico para avanzar en políticas de salud con enfoque a largo plazo. Las crecientes preocupaciones fiscales tienen implicaciones para los planes de salud de Obama. (Esos planes incluyen un sistema central computarizado de fichas médicas, cobertura infantil obligatoria y subsidiar a las pequeñas empresas en los planes de salud de sus empleados).

Por un lado, el equipo de Obama ha dicho que estas reformas costarán entre  US$ 50 mil millones y US$ 60 mil millones al año una vez implementados, un costo que parece modesto frente a los cientos de miles de millones destinados al colapsado sistema financiero y el paquete de estímulo fiscal propuesto. Por otra parte, el plan podría enfrentar una creciente resistencia de congresistas ya preocupados por el incremento del gasto gubernamental y de la responsabilidad federal. La reforma a la salud podría ser muy compleja y resultar más cara de lo esperado. Sin embargo, creemos que esto no disuadirá a Obama. Además, la inclusión en el paquete de estímulo de US$ 275 mil millones en recortes de impuestos puede ayudar a suavizar a los republicanos y conseguir apoyo para la reforma al sistema de salud.

 

Cisnes negros

Los temas descritos en esta página son más que suficientes para preocupar a la nueva administración y la respuesta de Obama a ellos, por ejemplo, salud, bien puede definir su tiempo en el cargo. Pero también es posible que surjan eventos inesperados y cambien completamente las prioridades del nuevo presidente, tal como le pasó a George W. Bush en septiembre de 2001. La expresión “cisne negro” se ha vuelto famosa recientemente debido al colapso financiero. Otro acto terrorista de importancia en suelo estadounidense, alguna provocación desesperada de Corea del Norte o incluso algo completamente diferente podrían dar a Obama su propio cisne negro.

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