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Un mundo dividido por una economía común

En algunos países de altos ingresos, donde la debilidad económica a nivel interno contrasta con los altos precios de las importaciones, temen un regreso de la estagflación de la década de los 70.

Por: | Publicado: Miércoles 26 de enero de 2011 a las 05:00 hrs.
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El efecto inmediato de la crisis financiera que llegó a un

crescendo

en el otoño (del hemisferio norte) de 2008 fue un colapso económico. Esto fue acompañado por acciones heroicas y seguido por una bien recibida recuperación.



Ahora estamos comenzando a ver una nueva forma en la economía mundial.

Este es un mundo dividido. Está dividido en parte porque la enfermedad -burbuja en precios de activos, excesivo endeudamiento y la irresponsabilidad del sector financiero- afectó directamente a varios países de altos ingresos, incluyendo al mayor de todos, Estados Unidos. También está dividido porque algunas de las medicinas que los países de altos ingresos están tomando están teniendo efectos adversos sobre el resto del mundo.

Pero, fundamentalmente, está dividido porque los países emergente están demostrando que son capaces de generar crecimiento auto sustentable, a pesar de la fragilidad en los países de altos ingresos.

Esto, entonces, es un entorno desafiante. Pero contiene algunas buenas noticias. Según el último reporte de Perspectivas económicas Globales del Banco Mundial, la economía mundial creció 3,9% el año pasado, después de contraerse 2,2% en 2009. El comercio mundial registró un repunte particularmente importante: tras contraerse 11% en 2009 y crecer un escaso 3% en 2008, dio un salto de 16% el año pasado. Esto es alentador.

La divergencia entre el desempeño de los países de altos ingresos y el de la mayoría de las economías emergentes es notable. En los primeros, el desempleo se mantiene elevado, la producción está muy por debajo de su tendencia, la política monetaria todavía es agresiva y los déficit fiscales son grandes. Pero en muchos países emergentes los excedentes de capacidad ya han sido absorbidos y la inflación se ha convertido en una preocupación mucho más relevante que la recesión.

Entre las razones para este dinamismo de los países emergentes está el efecto de contagio de las políticas adoptadas por los países de altos ingresos afectados por la crisis, particularmente Estados Unidos.

Con bajas tasas de interés y un renovado apetito por el riesgo entre los inversionistas, los flujos de capital hacia los países emergentes se han recuperado con fuerza, a pesar de que se mantienen bastante por debajo de los niveles alcanzados en 2007.

Este incremento en el capital crea un dilema que complica a las autoridades de los países emergentes. Tendrán que escoger entre la intervención y la apreciación de sus divisas: la primera mantiene la competitividad en el corto plazo, pero podría provocar inflación en el largo plazo; mientras que la segunda evita la inflación en el largo plazo, pero amenaza la competitividad en lo inmediato.

Los crecientes flujos de capital hacia los mercados emergentes capital tiene sentido evidentemente. El año pasado, argumenta el Banco Mundial, las economías de los países emergentes crecieron 7%, contra sólo 2% en 2009. Incluso sin China e India, cuyas economías crecieron 10% y 9,5% respectivamente, en 2010 las economías de los países emergentes y en desarrollo se expandieron 5,2%.

El este de Asia está liderando, con una expansión de 9,3%, tras avanzar 7,4% en 2009. El sur de Asia lo siguió de cerca, con una expansión de 8,7 %, tras crecer 7% en el año anterior. Latinoamérica y el Caribe logró un saludable 5,7% después de contraerse en 2,2% en 2009. E incluso el Africa sub Sahariana, impulsada por los sólidos precios de los

commodities

, consiguió crecer 4,7% en 2010 tras un alza de 1,7% en el ejercicio el año previo.

La única excepción para esta historia feliz fue Europa central y del este. Su economía creció 4,7% en 2010, pero se había contraído 6,6% en 2009.

Mientras tanto, las economías de altos ingresos se mantienen debilitadas. En promedio, sugiere el Banco Mundial, sus economías crecieron 2,8% el año pasado, habiéndose contraído 3,4% el año anterior. La economía de Estados Unidos creció 2,8%, después de caer 2,6% en 2009, mientras que la economía de la zona euro creció 2,7%, luego de encogerse 3,5% el año anterior.

Dentro de la zona euro, la crisis ha generado una profunda división entre los países solventes en el centro, y los países menos competitivos y sobre endeudados en la periferia. Parece seguro que este año se verán mayores complicaciones y la restructuración de la deuda pública es un posible desenlace.

En términos más generales, en muchos países de ingresos altos golpeados por la crisis, la combinación de profundas recesiones junto con la determinación de evitar impagos de gran escala en montos adeudados por los bancos ha convertido la crisis financiera en una tensión fiscal, en el mejor de los casos, y en una crisis fiscal hecha y derecha en el peor.

Pero, también esta historia tiene más margen para seguir desarrollándose, a medida que algunos países busquen replegarse y otros, incluyendo a Estados Unidos, decidan lo contrario.

Mientras tanto, en la economía mundial como un todo, nosotros estamos viendo boyantes precios para los

commodities

y presiones inflacionarias. En algunos países de altos ingresos, donde la debilidad económica a nivel interno contrasta con los altos precios de las importaciones, temen un regreso de la estagflación de la década de los 70. Otros están preocupados de que el inevitable flujo de capitales hacia los mercados emergentes leve a una nueva ronda de crisis financieras más adelante.

Lo que es seguro es que el desempeño económico parece destinado a mantenerse dividido por un largo tiempo. Esto no es sólo el resultado de la crisis. Más allá de todos los desafíos que la actual divergencia económica va a crear, tiene algunas implicancias beneficiosas. La actual división en el desempeño indica, al menos, la posibilidad de una convergencia más profunda de los ingresos. Nuestro mundo actual dividido en última instancia puede significar un mundo menos desunido.

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