Para los esnobs de Nueva York y Los Ángeles, la región rural de Estados Unidos no “existe”. Sin embargo, para algunos grandes inversionistas, es el próximo gran negocio.
Los precios de los terrenos en los fértiles estados del centro del país están subiendo a un ritmo sorprendente debido a que las cotizaciones récord o casi récord del maíz, la soya y el trigo se traducen en más ganancias por hectárea. Los productores agrícolas, repletos de dinero, están ofertando grandes sumas en acaloradas subastas, pero los inversionistas institucionales —desde fondos de pensión hasta extranjeros adinerados— están entrando en escena.
“Sin duda está explotando. El mercado de los terrenos está tan ajustado que en este momento es difícil encontrar propiedades para la gran cantidad de interesados”, señaló Jeff Waddell, presidente de Martin, Goodrich & Waddell, corredor inmobiliario de las afueras de Chicago. “Esos compradores van desde productores agropecuarios de Illinois hasta inversionistas de Argentina”.
Los valores nominales de las tierras cultivables estadounidenses prácticamente se duplicaron desde 2000 y subieron 58% después de inflación, según la Federal Deposit Insurance. En algunas áreas fértiles, como Iowa y Illinois, los precios de las tierras superaron los
US$ 10.000 el acre (un acre es igual a 0,4 hectárea).
Se formaron más de 50 fondos de inversión para comprar tierras cultivables en áreas desde Brasil hasta Europa del Este, según un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico elaborado por la consultora HighQuest Partners.
Estados Unidos, un importante exportador de maíz, soya, trigo, algodón y derechos de propiedad, está atrayendo mucho interés porque la tierra es una buena cobertura contra la inflación, una apuesta al suministro de commodities, que viene ajustándose, y un activo que no se mueve en sincronía con otros mercados.
Rex Schrader de Schrader Real Estate & Auction, una compañía que vende terrenos agrícolas en cuarenta estados, contó que en el último trimestre de 2010 los precios de las tierras subieron entre 15% y 20%.
En los primeros tres meses de este año, treparon otro 15% o 20%. “La mayoría de los compradores son productores agropecuarios, pero en los últimos seis meses estamos observando una mayor cantidad de inversionistas”, comentó.
La aparición de inversionistas que nunca han visto un tractor contribuye a los temores de que el auge pueda terminar tan mal como el anterior boom de los ‘70, que dejó una ola de ejecuciones hipotecarias después de que subieron las tasas de interés.
La Federal Deposit Insurance Corporation, una agencia gubernamental que regula a los bancos estadounidenses, el mes pasado organizó un simposio para analizar si las tierras cultivables son la próxima burbuja inmobiliaria o de las puntocom.