Por Robin Harding, Washington.
Las tonterías pre G20 de esta semana, que han desencadenado bruscos movimientos en el valor del yen, han parecido por momentos ser menos resultado de una guerra cambiaria que de una farsa cambiaria.
Una conferencia de prensa del lunes, de Lael Brainard, el principal funcionario a cargo de asuntos internacionales del Tesoro, causó confusión en el mercado, después de que lo que pareció ser un reproche a los intentos de los políticos japoneses en meses recientes por depreciar el yen fuera en cambio interpretado como un apoyo a las acciones de Tokio.
Una comedia de malos entendidos similar siguió el martes, cuando el G7 hizo un comunicado acordando que no dirigirían los tipos de cambio. Cualquier cosa suscrita por Japón y Estados Unidos siempre sería insípida, pero los mercados una vez más decidieron que, si Japón no era apuntado, era seguro vender yenes.
En este punto, un misterioso funcionario del G7 apareció en Washington para decirle a los medios que los mercados habían entendido mal: el G7 sí estaba apuntando a Japón. El Reino Unido, que posee la presidencia del G7, lo negó. Le siguió la confusión.
La realidad, según las autoridades fuera de los dos países cuestionados, es que ha habido un claro desacuerdo entre Estados Unidos y Japón sobre el yen, aunque están alineados sobre la necesidad de estimular sus economías a través de medios fiscales.
Eso podría verse raro dado que la compra de activos de la Fed, conocida también como alivio cuantitativo (QE, su sigla en inglés) llevó a la baja del dólar en el otoño boreal de 2010 y provocó que surgiera la expresión de "guerra de divisas". Las políticas que Shinzo Abe, el primer ministro de Japón, está impulsando -una meta de inflación más alta y más QE- son similares.
Pero mientras el Tesoro de EEUU apoya ampliamente las políticas de Abe, parece objetar algunos de los comentarios explícitos que ha hecho sobre el yen.
En diciembre, Abe dijo que Japón debería imprimir más billetes porque "hace una gran diferencia si el yen está a 80 ó 90 frente al dólar". En un momento dado, su ministro de Finanzas comentó que el yen estaba "haciendo un avance hacia el nivel apropiado".
Comentarios como ese son vistos como fuera de las reglas del juego del G7, donde es aceptable usar la política monetaria doméstica para cumplir la meta de inflación en casa, pero no hacerlo a través del tipo de cambio.