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La derecha radical y el estado de EEUU

¿Qué trae el auge del libertarianismo para el futuro de Estados Unidos? Esta no es una cuestión que interese sólo a los estadounidenses. Importa casi tanto al resto del mundo. Parte de la respuesta llegó con la publicación de un plan fiscal, llamado “Camino a la Prosperidad” de Paul Ryan, presidente republicano del comité presupuestario de la Cámara de Representantes.

Por: | Publicado: Miércoles 13 de abril de 2011 a las 05:00 hrs.
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¿Qué trae el auge del libertarianismo para el futuro de Estados Unidos? Esta no es una cuestión que interese sólo a los estadounidenses. Importa casi tanto al resto del mundo. Parte de la respuesta llegó con la publicación de un plan fiscal, llamado “Camino a la Prosperidad” de Paul Ryan, presidente republicano del comité presupuestario de la Cámara de Representantes. La conclusión que saco es la opuesta a la de su autor: viene una carga tributaria más alta. Pero eso lleva a otra conclusión: hay muchos conflictos adelante, con enormes complicaciones para la política, finanzas federales y la capacidad de EEUU de jugar su rol histórico.



Un análisis del plan de Ryan por la Oficina Presupuestaria del Congreso marca el punto. Su “escenario base extendido” asume que la ley actual permanece sin cambios. Bajo ese supuesto, los ingresos subirían de 15% del producto interno bruto a 21% en 2022 y a 26% en 2050. El gasto también subirá de modo sustancial, de 23,75% del PIB en 2010 a 30,25% en 2050. Como resultado, el déficit caería desde los niveles actuales mientras que la deuda en manos del público subiría a 90% del PIB en 2050.

Como la CBO deja claro, este es un escenario optimista. La ley actual incluye, sobre todo, el supuesto de que los recortes tributarios en 2001 y 2003 expirarán, como se legisló. Junto con el impacto del lastre fiscal del crecimiento económico y la inflación, esto genera una participación creciente de ingresos en el PIB. En el lado del gasto, la participación de la seguridad social en el PIB sube modestamente, de 4% del PIB en 2010 a 6% en 2050. Se asume que la participación de todo el resto del gasto (incluyendo defensa) fuera de salud, caerá a cerca de su promedio de largo plazo de 8% del PIB. Pero el gasto en salud explota, de 5,5% del PIB en 2010 a 12,25% en 2050.

La CBO también explora un escenario de largo plazo mucho peor. En este, los ingresos suben sólo a 19% del PIB, en torno al promedio de largo plazo, a medida que se extienden los recortes tributarios y se introducen otros alivios fiscales. El gasto también es un poco más alto. Pero el impacto principal en el gasto viene del pago de intereses sobre una deuda en expansión: la deuda en manos del público llega a 344% del PIB para 2050 y el interés engulle el 17%.

La conclusión está clara. Si se permite a los ingresos subir a 26% del PIB, ajustes modestos al gasto asegurarán la sustentabilidad. Sin embargo el gasto (incluyendo el de los estados) estaría en torno a 45% del PIB. Con patrones de gasto cercanos a los europeos, Estados Unidos también debería acercarse a los niveles europeos de tributación. Si EEUU insiste en los ingresos históricos, respecto del PIB, la posición fiscal se haría insostenible.

En este debate entra Ryan, con una propuesta que mantiene los ingresos en 19% del PIB. Pero recortaría el gasto a 20,25% del PIB en 2020 y a un mero 14,75% en 2050. La deuda caería a niveles insignificantes. Nadie duda de que este plan representa un alejamiento radical. Pero lo que puede no haber sido tan obvio es lo radical (y lo implausible) que resulta.

Las partes elaboradas del plan son las de salud. El apoyo para Medicaid se convertiría en partidas asignadas a los estados, que presumiblemente recortarían su apoyo. El subsidio a la salud para los ancianos se convertiría en contribuciones federales a seguros médicos privados.

Incluso estos cambios radicales dejarían la parte del apoyo federal al gasto en salud en 5% del PIB. Pero esto sería 40% de la participación proyectada en el escenario base de la CBO.

La parte astuta es que el plan sólo evitaría que las personas que cumplan 65 años a partir de 2022 se unan a Medicare. El apoyo a la salud para los ancianos también dependería de los ingresos y variaría según el estado de salud del beneficiario. En general, sugiere la CBO, los ancianos soportarían 68% de los costos del seguro para 2030. Como resalta: “la mayor carga les exigiría reducir su uso de servicios de salud, gastar menos en otros bienes y servicios, o ahorrar más de cara a la jubilación que bajo la ley actual”.

EEUU tiene las mayores tasas de mortalidad maternales e infantiles entre los países de altos ingresos, y una de las menores expectativas de vida. El resultado de estos recortes en el gasto en salud para los pobres y los viejos sería un mayor deterioro. ¿Resulta de verdad políticamente aceptable?
Pero el plan tiene otros aspectos sorprendentes: primero, no tocaría la seguridad social; segundo, el gasto que no sea en salud, social, o en intereses (“el resto”) se recortaría a 6% del PIB en 2022 y sería constante en términos reales después de 2021.

Esta categoría residual incluye defensa, la mayoría de los programas de veteranos, el gasto obligatorio en pensiones federales civiles y militares, los subsidios de desempleo, los créditos tributarios al ingreso e infantil, la investigación científica y mucho más. El plan involucra la desaparición casi completa de estas funciones residuales fuera de defensa, ya que es difícil ver por qué el gasto en esto último debería caer mucho del promedio de 4,5% del PIB en la última década. El resto se reduciría entonces a 1,5% del PIB para 2022. Ciertamente, en el muy largo plazo, incluso el gasto en defensa colapsaría. Asuma, por ejemplo, que el gasto en todas las áreas fuera de defensa en el área “residual” fuera 1,5% del PIB en 2050. Entonces el gasto en defensa sería de un mero 2% del PIB. ¿Es este un plan republicano?
Asuma, en cambio, que el gasto “residual” vuelve a su promedio de largo plazo de 8% del PIB. Asuma también que el gasto en salud se mantiene bajo 8% del PIB - un giro extraordinario. Entonces el gasto fuera de intereses igual sería 22% del PIB en 2050 y el déficit fiscal estaría bien por encima de 3%. En breve, los ingresos tendrían que ser más altos, incluso bajo estos supuestos muy optimistas.

El plan Ryan es una reducción hasta el absurdo - una refutación llevando una propuesta a una conclusión lógica. Convertiría el gobierno en un mísero proveedor de pensiones y seguros de salud. Estas funciones absorberían tres cuartos del gasto fuera de intereses para 2050. Otras funciones, incluyendo defensa, colapsarían. Es improbable que pase. Ciertamente, incluso si el gobierno fuera sorprendentemente exitoso en limitar el crecimiento del gasto en salud, la participación del gasto federal en el PIB casi con certeza estaría sobre 20%.

Viene una pelea fiscal de largo plazo. Puede que la solución tenga que salir de una crisis. Pero Ryan ha dado una oportunidad al presidente, definiendo lo que seguramente no pasará. Obama debe aprovecharla.

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