Por Guy Dinmore
En medio de su peor crisis en los mercados financieros desde su asunción en noviembre, el gobierno tecnocrático italiano insiste en que no será presionado para profundizar el ajuste, y en cambio apuesta a una respuesta unida europea.
Italia se prepara para un ataque especulativo sobre sus bonos en agosto en lo que usualmente llama mercados “disfuncionales”.
Por eso el primer ministro, Mario Monti visitará hoy la capital finlandesa de Helsinki para presionar por Italia.
Finlandia y Holanda han manifestado su rechazo al uso de los fondos europeos para comprar deuda italiana, lo que fue acordado en principio en la última cumbre europea aunque los detalles aún deben acordarse.
Una funcionario finlandés reiteró que dicha acción es como “disparar en la oscuridad”, aunque dijo que Helsinki podría considerar una “operación quirúrgica” de intervenciones específicas en el mercado primario cuando Italia subaste su deuda.
Roma está siendo obligada a negar casi a diario que prepare un “plan B de emergencia”. El último desmentido fue ayer, cuando negó que disponga eliminar el décimo tercer pago de diciembre a empleados públicos y pensionados.
Los medios italianos destacaron que el martes la prima de riesgo de Italia llegó a 537 puntos, por encima del nivel de noviembre en que Monti asumió el poder tras la renuncia de Silvio Berlusconi.
Monti habló con los líderes de los dos principales partidos que apoyan su gobierno tras una semana de especulaciones sobre posibles elecciones anticipadas en noviembre, unos seis meses antes del fin de su mandato.
Parte de las especulaciones se deben a lo que muchos analistas llaman creencia errada, según la cual un nuevo gobierno de cinco años -donde Monti podría seguir al mando- eliminará la incertidumbre política que perjudica a Italia en los mercados.
Pierluigi Bersani, líder del Partido Demócratico (PD) de centro izquierda, que lideran los sondeos, descartó una elección anticipada.
En un ejemplo de las tensiones entre los dos principales partidos que respaldan a Monti, los senadores del PD abandonaron el Senado el martes cuando el partido de Berlusconi y sus aliados aprobaron el establecimiento de un sistema “semi-presidencial” donde el jefe de Estado sea elegido por votación popular, y no en el Parlamento.
El PD denunció que la votación fue un ejercicio de campaña electoral y pérdida de tiempo, ya que es improbable que el Parlamento tenga el tiempo o los votos para aprobar los cambios constitucionales necesario antes que Giorgio Napolitano deje su cargo como presidente al final de su mandato en mayo.