Las fuerzas del gobierno sirio dicen que han recuperado el control de 98% del territorio rebelde en el este de Alepo, relegando a los rebeldes y civiles a una pequeña porción del territorio, que es el último bastión opositor en el gran centro urbano.
El presidente Bashar al-Assad parece estar cerca de declarar una victoria en la lucha por la segunda mayor ciudad de Siria, una de las batallas más sangrientas e importantes de la guerra civil de cinco años, a medida que los activistas opositores que quedan en los barrios rebeldes de Alepo hicieron llamados desesperados pidiendo ayuda.
“El territorio que nos rodea se vuelve más y más pequeño”, dijo un trabajador médico aún dentro de Aleppo, Mohammed Abu Rajab. “Estamos llamando al mundo. Por favor, salven lo que aún queda de los vivos”.
Respaldado por aviones de guerra rusos y soldados chiitas extranjeros, las fuerzas de Assad lanzaron una ofensiva de gran escala hace tres semanas, lo que ha dejado a miles de residentes atrapados bajo bombardeos día y noche, con la comida volviéndose más escasa tras un sitio de meses que precedió a los ataques.
Mientras el ejército sirio controla casi toda la ciudad, los rebeldes aseguran que el régimen sólo tiene el 80% del territorio. El ministerio de defensa ruso dijo que 96% de la ciudad está en manos del gobierno y que el territorio rebelde era menor a 8,5 kilómetros cuadrados.
Algunos activistas estimaban que para anoche abría sólo cuatro barrios desde los cuales los rebeldes podrían mantener su defensa y el río Quieq sería la barrera natural entre las áreas rebeldes y los soldados pro-Assad.
El este de Alepo defendido por los rebeldes ha estado bajo estado de sitio por el gobierno durante meses, aunque las fuerzas del régimen han ofrecido a los no combatientes una salida y hay evidencia de que los rebeldes han impedido la huida de algunos civiles.
Mientras los militantes pierden territorio, también se queden sin reservas de comida, medicinas y combustible. Residentes aseguran que se podría haber salvado más vidas, si no fuera por la alta cantidad de heridos que dependen de los siempre inestables suministros médicos y doctores. Otros son dados por muertos porque están en las líneas de fuego que son simplemente inaccesibles, dicen los activistas.
“Muchas personas que huyen nos dicen que corrieron cuando sus edificios fueron golpeados. Tuvieron que seguir corriendo aunque escuchaban a sus vecinos gritar por ayuda, aún atrapados dentro”, dijo Zouhir al-Shimale, un periodista ciudadano en el este de Alepo. “El bombardeo no para, noche y día. Ninguno de nosotros ha dormido”.
Cifras certeras de las personas atrapadas en las áreas rebeldes son imposibles de calcular. Antes de la ofensiva, la ONU calculaba que 250.000 personas estaban en el este de Alepo, donde los diplomáticos cercanos al régimen argumentaron que era menos de la mitad. Por su parte, Rusia dice que más de 78.000 civiles han huido recientemente, mientras que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, basado en el Reino Unido, señala que son más de 120.000.
Otros miles de personas probablemente sigan dentro de las áreas civiles. Aún más llegan a esas zonas, según activistas, porque tienen vínculos con personas de oposición y temen ser arrestadas si van hacia el lado gubernamental.
En medio del pánico, líderes opositores dicen que están presionando por un acuerdo para que los civiles que quedan sean evacuados. Los rebeldes aseguran que han aceptado un borrador de propuesta entre EEUU y Rusia para evacuar la ciudad, pero que Moscú aún no ha respondido, una declaración que sólo respalda un diplomático occidental.
No obstante, un representante ruso dijo que la idea de que su gobierno estaba siendo evasivo era “propaganda”.