FT: Tras el fin del capital barato la "economía de sirvientes" podría estar llegando a su término
Los inversionistas han estado subsidiando a los consumidores, financiando compañías que a menudo cobran menos por estos servicios de lo que cuesta brindarlos. Ahora, las acciones de empresas como Uber y Lyft están cayendo a medida que los inversionistas comienzan a exigirles que demuestren que pueden ser rentables.
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Sara O´Connor
Primero estaban los conductores de Uber que llegaban a tu puerta con solo presionar un botón. Ahora hay gente que te trae un paquete de galletas y algo de ibuprofeno.
Es fácil ver el atractivo del nuevo exceso de aplicaciones de entrega ultrarrápida, que prometen llevar los comestibles a los clientes en tan solo 10 minutos. Un inversionista del sector quedó impresionado tras pedir unos pistachos y una lata de Coca-Cola que llegaron en siete minutos.
Tener gente a tu entera disposición no es una idea nueva. En países como eReino Unido, solía ser común que los hogares ricos tuvieran sirvientes. El Libro de Administración del Hogar de la Sra. Beeton, publicado en 1907, decía que un hogar con un ingreso de 1.000 libras esterlinas (US$ 1.200) al año debería tener dos o tres sirvientes, mientras que incluso uno con 200 libras anuales debería tener una "chica para el trabajo duro". En algunos países muy desiguales, como India, los hogares ricos todavía tienen sirvientes.
Las aplicaciones “a demanda” han permitido una versión de mercado masivo del lujo de tener personas a tu disposición para hacer cosas por ti, aunque es una colección atomizada de personas que no conoces y que probablemente no volverás a ver.
Las compañías de la "economía gig" (trabajos ocasionales) a veces han jugado explícitamente con este tema. Uno de los primeros slogans de Uber fue “el conductor privado de todos”. Getir, una de las aplicaciones de entrega ultrarrápida, dice que está “democratizando el derecho a la pereza”.
Para algunos críticos, el crecimiento de esta nueva “economía se sirvientes” es un síntoma del resurgimiento de la desigualdad económica y de una subclase sin mejores opciones. Pero hay otro factor que ha impulsado su ascenso: los inversionistas han estado subsidiando a los consumidores, financiando compañías que a menudo cobran menos por estos servicios de lo que cuesta brindarlos.
Ahora ese modelo está en peligro. El gran problema es que el dinero se está acabando. Una década de dinero barato ha dado paso a una alta inflación, pronósticos de crecimiento sombríos y tasas de interés más altas. Los inversionistas están comenzando a ponerse nerviosos acerca de acumular dinero en compañías que registran pérdidas. Las acciones de empresas que cotizan en bolsa como Uber, Lyft y Deliveroo han caído considerablemente.
Muchas de las aplicaciones de entrega ultrarrápida también están recortando puestos de trabajo en un intento de mostrar a los inversionistas que se toman en serio la rentabilidad. “Para citar a la película Jerry Maguire, debemos mostrarles el dinero”, explicó el director ejecutivo de Uber, Dara Khosrowshahi, al personal en un memorando reciente.
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Mal momento
Pero es probable que ganar dinero signifique pagar menos a los trabajadores o cobrar más a los clientes. Este es un mal momento para probar cualquiera de los dos. El desempleo es bajo y las vacantes laborales son altas en muchos países, desde EEUU y Reino Unido hasta Europa y Australia. Los trabajadores tienen más opciones que antes. Además, el elevado precio de la bencina hace que circular todo el día sea especialmente caro.
Además de eso, los tribunales, los reguladores y los legisladores se están volviendo más estrictos sobre la necesidad de derechos laborales y protecciones para los trabajadores temporales.
La Corte Suprema de Reino Unido dictaminó el año pasado que Uber realmente emplea a sus conductores, lo que significa que les debe el salario mínimo, el pago de vacaciones y las contribuciones a la pensión. La UE también ha establecido planes para otorgar derechos laborales a muchos trabajadores temporales que actualmente se tratan como autónomos. Varias de las nuevas aplicaciones de entrega ultrarrápida, incluidas Getir y Gorilla, ya emplean a sus trabajadores.
Cobrar precios más altos a los clientes también será complicado. El desempleo puede ser bajo, pero la alta inflación se está comiendo los paquetes salariales de las personas. En Reino Unido, el Banco de Inglaterra ha pronosticado la peor contracción de los ingresos disponibles en al menos 30 años.
Ya hay señales de que las personas están recortando los gastos discrecionales, y nada es más discrecional que pagarle a alguien para que lleve un paquete de galletas a su casa.
A las empresas les gusta hablar sobre el gran tamaño de sus TAM, (Mercados Direccionables Totales, sigla en inglés). En su documento de Oferta Pública Inicial, Uber dijo que su TAM era "todas las millas de vehículos de pasajeros y todas las millas de transporte público en todos los países del mundo".
Los clientes claramente valoran la tecnología ingeniosa implementada por empresas como Uber. Pero, ¿cuánta demanda permanecerá para tales servicios una vez que aumenten sus precios?
Queda por ver cuántas de estas empresas sobrevivirán en los próximos años y de qué forma. Pero la era dorada para los consumidores de servicios bajo demanda seguramente está llegando a su fin.
En la década posterior a la crisis financiera de 2008, cuando el crecimiento de los salarios estuvo bastante estancado para muchos, quizás estas aplicaciones nos dieron la sensación de que éramos más ricos de lo que realmente éramos, aunque con algunos costos ocultos a largo plazo. La pereza podría haberse democratizado, pero no por mucho tiempo.