Cuando Pamela Jiles se paseaba por la Cámara Baja del Congreso de Chile llevando una capa rosada y agitando plumas que le hacían juego después de la aprobación de una ley que permitía el retiro anticipado de los fondos de pensiones, ella no fue la única que celebró.
La legislación impulsada por la exfigura de televisión, que desde entonces se ha convertido en una de las políticas más populares de Chile, fue respaldada con entusiasmo por un público que sufre el impacto económico de la crisis del coronavirus. Pero muchos todavía lo veían como un truco populista que haría poco para resolver los problemas subyacentes del país.
Con la clase dominante tradicional de Chile fallando en proveer soluciones a las demandas de los manifestantes después de una ola de protestas masivas que comenzó en 2019 y continuó el año pasado, ha surgido una nueva clase de políticos. En lugar de provenir de la élite tradicional profundamente impopular del país, sus raíces se encuentran principalmente en la política municipal, en los movimientos de base y en los medios de comunicación.
Sin embargo, las mismas preguntas se ciernen sobre esta nueva generación: ¿pueden evitar la explosión de más malestar social causado por los altos niveles de desigualdad, el aumento de precios, las precarias pensiones y los deficientes servicios públicos de Chile?.
Los principales candidatos en las encuestas de opinión previas a las elecciones presidenciales de noviembre en Chile son alcaldes que se han diferenciado de la clase política establecida. A la derecha está Joaquín Lavín, el alcalde conocedor de las redes sociales de un distrito adinerado de Santiago. A la izquierda está Daniel Jadue, el alcalde comunista de una zona oprimida de la capital chilena que se ganó el apoyo de la creación de una "farmacia popular" que vendía remedios baratos.
"Ambos son muy neo-populistas. Ninguno tiene un programa o un equipo. Todos están solos", dijo Marta Lagos, socióloga y directora de encuestas. "Solo han tocado la superficie con soluciones populistas inmediatas, pero no hay propuestas para el futuro", argumentó.
Lavín es un veterano que acapara titulares. Elegido por primera vez como alcalde en 1992, una vez contrató un avión para rociar productos químicos para generar lluvia, sin éxito, durante una sequía. También llevó un camión de nieve desde Los Andes a la plaza principal de Santiago para que los niños jugaran y ha creó una playa improvisada con arena importada junto al río de la capital.
Habitual en los programas de debate de televisión, Lavín se ha convertido en un experto en aprovechar las redes sociales. "Si tiene un problema con las ramas que cuelgan de un árbol, puede enviarle un tuit y en una hora le habrá dicho a alguien que lo solucione. No sé si tiene un equipo de pequeños duendes ayudándolo, pero es bastante sorprendente", dijo el analista político Robert Funk.
Jadue es visto como un solucionador de problemas y se ha centrado en las quejas sobre medicamentos costosos y servicios públicos inadecuados. A través de su farmacia comunal, logró romper el monopolio del sector privado y proporcionar remedios más baratos, una iniciativa desde entonces copiada por otros alcaldes de todo el país.
La mayoría de los analistas políticos convencionales creen que Lavín tiene ventaja sobre sus rivales, aunque algunos lo ven como nada más que un político tradicional.
Lavín fue elegido por primera vez como alcalde del distrito de Las Condes en Santiago en 1992, cargo al que regresó en 2016 después de servir como ministro en el primer gobierno del actual presidente Sebastián Piñera y presentarse dos veces como candidato presidencial.
Mientras Lavín puede aglutinar a la derecha chilena detrás de él, Jadue tendrá dificultades para ganarse el respaldo de los votantes de centro izquierda, dicen los analistas. La izquierdista Concertación, coalición que gobernó Chile durante la mayor parte de los últimos 40 años -con la excepción de los dos mandatos de Piñera- casi se ha derrumbado, al no haber abordado los altos niveles de desigualdad.
"¿Cómo puede la coalición más exitosa del país en los últimos 100 años autodestruirse hasta un punto en el que no solo no pueden ganar una elección, sino que ni siquiera tienen un candidato? Si tuvieran uno decente, Jadue no estaría ni cerca de donde está hoy", dijo Funk, quien argumentó que el alcalde comunista no podría ganar un amplio apoyo.
Todavía hay tiempo para que emerja un verdadero outsider antes de las elecciones de noviembre. Para muchos de los manifestantes que irrumpieron en el centro de Santiago el año pasado, ni siquiera Jadue califica. No fue bienvenido cuando el año pasado trató de sumarse a una manifestación en Plaza Italia, epicentro emblemático de las protestas, ya que algunos lo veían buscando explotar la situación para beneficio político personal.
Sin embargo, parece probable que prevalezca la marea populista. Cuando se les preguntó quién pensaban que ganaría las próximas elecciones en la última encuesta de Cadem, el 17% de los chilenos encuestados dijo que Lavín, el 9% pensaba que Jadue y el 5% estaba a favor de Jiles. En cuarto lugar, con un 3%, estaba otra alcaldesa de derecha y excandidata presidencial, Evelyn Matthei, que quiere competir contra Lavín porque lo considera un populista.
Queda por ver cuáles serían las implicancias para el tan elogiado modelo económico favorable al mercado. El país ha disfrutado de tres décadas de crecimiento continuo desde el regreso de la democracia en 1990.
"Los chilenos quieren ser Suecia o Finlandia, no la URSS. Quieren un estado de bienestar", dijo Patricio Navia, cientista político de la Universidad de Nueva York. Pero con votantes que desean mejores pensiones y servicios públicos, pero que luchan por decidir cómo financiarlos, dijo, "los chilenos están en un rudo despertar".
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