Uno por uno, los países del mundo emergente están soltando las amarras con las que intentaron evitar la apreciación de sus monedas.
No es que la competitividad de las exportaciones les preocupe menos que hace unas semanas. Es que ahora les preocupa más, mucho más, la inflación. Y con los precios de los commodities, en especial alimentos y petróleo, avivando la inflación, las autoridades están decidiendo que permitir la apreciación de la moneda es una buena forma de aliviar la presión.
Este modesto giro del último mes merece ser reconocido por la cumbre de líderes de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, y ahora Sudáfrica) reunidos en China esta semana.
El último en moverse fue Chile, que la tarde del martes elevó las tasas de interés en 0,5 punto porcentual por segundo mes consecutivo, y dio a entender que podrían subir más (sobre el actual 4,25%) en los próximos meses.
A comienzos de la semana, las autoridades surcoreanas confirmaron que también estaban apostando a la apreciación cambiaria para moderar la inflación creciente (4,7% en marzo). El banco central dejó sin cambios las tasas de interés, pero lo hizo sólo después de que el gobierno relajara esfuerzos previos para limitar la subida del won.
La semana pasada, en la mayor sorpresa de todas, Brasil se replegó en su enorme lucha por limitar la apreciación del real. Las autoridades no hicieron nada para evitar que los operadores empujaran la moneda por encima del nivel sicológicamente importante de 1,60 reales , y el dólar se encuentra ahora en 1,58 reales, casi 6,5% más altos que a mediados de marzo.
Entre tanto, incluso las autoridades chinas -que a ojos de EEUU arrastran los pies en la apreciación de la moneda- han permitido que el renminbi trepe casi 1% desde el 1 de enero y 4,5% desde el verano (boreal) pasado.
Terence Lim, director ejecutivo de Goldman Sachs Asset Management en Corea, dice que “Todos en el mundo emergente parecen estar bajo presiones similares. Estamos atravesando un ajuste global”.
Esta no es una revolución de política, pero sí un cambio significativo. Hace sólo unos meses las economías emergentes, encabezadas por Brasil, acusaban ruidosamente a EEUU de deprimir artificialmente al dólar a través de políticas monetarias laxas (el relajamiento cuantitativo) y poner presión alcista injusta sobre las monedas de mercados emergentes.
Ahora, sin embargo, las declaraciones de “guerras cambiarias” se han desvanecido a medida que las autoridades se enfocan en cambio en la guerra más urgente contra la inflación.
Incluso en Turquía, que redujo inesperadamente las tasas de interés en enero para desincentivar la entrada de capitales, el siguiente movimiento podría ser un alza – aunque casi con certeza no ocurrirá antes de la elección parlamentaria de junio.
Por supuesto, por sí sola, una apreciación cambiaria de casi 5% en estas economías emergentes no puede lidiar con la inflación de los precios de los commodities, en particular porque los precios del crudo solos han subido 20% desde 2010.
Más aún, como advirtió el Fondo Monetario Internacional esta semana, en economías emergentes clave los precios de los commodities no son los únicos conductores de la inflación – llegan encima de auges inmobiliarios domésticos financiados con crédito que presentan amenazas inflacionarias serias. El fondo dijo: “El punto es si ellos [mercados emergentes líderes incluyendo a China, India y Brasil] están experimentando el tipo de bonanza del crédito que inevitablemente termina en colapso. La evidencia en este sentido no es reconfortante”.
Pero la apreciación cambiaria ayuda, en particular en aquellos países donde políticas de promoción de exportaciones de larga data han mantenido las monedas artificialmente bajas, como China y Corea.
Sin duda la siguiente desaceleración económica, cuando sea que llegue, provocará una presión renovada sobre las autoridades para que impulsen el crecimiento exportador y limiten la apreciación de la moneda. Nada fundamental ha cambiado. Y, en contraste con antes de la crisis de 2008-09, algunas autoridades pueden ser más rápidas para usar armas no ortodoxas, como controles de capital para proteger las monedas de flujos de capital excesivos. El consenso liberal liderado por occidente que predicaba que la liberalización era un proceso unidireccional ya no es tan fuerte.
Pero en el largo plazo, la apreciación cambiaria es bienvenida. Junto con el crecimiento económico real, ayuda a los pueblos de economías emergentes a cerrar la brecha de ingresos con el mundo desarrollado y contribuye al rebalanceo global.