La señal de la semana pasada de Mariano Rajoy, el presidente del gobierno español, de que podría estar listo para pedir ayuda financiar del fondo de rescate de la eurozona por 440.000 millones de euros para bajar el costo de financiamiento de su país, ha devuelto el debate a donde estaba hace más de un mes: ¿qué condiciones tendrá esa ayuda?
Los líderes de la eurozona esperaban haber respondido esa pregunta durante la cumbre de fines de junio cuando Mario Monti, el primer ministro de Italia, pensó haber logrado que la nueva ayuda de los fondos para comprar bonos de los países en problemas tendría pocas condiciones.
Sin embargo, inmediatamente tras la cumbre esa conclusión fue puesta en duda. El comunicado de la reunión fue contradictorio.
Por un lado, aseguró que la compra de bonos podría ejecutarse “de manera flexible y eficiente”, pero también que sólo podría garantizarse bajo las “directrices existentes”.
La diferencia puede parecer semántica, pero ha ganado gran significado político.
Las reglas pre-cumbre para que el fondo compre bonos españoles obligarían a Madrid a aceptar supervisión trimestral de la así llamada “troika” de acreedores internacionales. Estas misiones han envenenado la escena política en Grecia e Irlanda y Rajoy parece rechazar cualquier nueva ayuda con tal de evitar su arribo.
“Las condiciones probablemente sean pocas, y converjan sobre los objetivos fiscales y macroeconómicos ya acordados”, señaló Mujtaba Rahman, analista de Eurasia. “Pero la supervisión podría ser más dura, limitar aún más el espacio del gobierno y crear un problema de percepción interna para Rajoy”.
Rajoy ha comenzado a presionar a la eurozona para que decida cómo sería un programa de compra de bonos. Funcionarios de la UE, en tanto, impulsan a Rajoy a aceptar un programa de compra de bonos.
Una solicitud de ayuda de Rajoy podría disparar la “gran bazuka” que la eurozona ha estado buscando. Mario Draghi, jefe del Banco Central Europeo, dijo la semana pasada que reactivaría el programa de compra de bonos si los gobiernos nacionales dan el primer paso.
Pero Rajoy no quiere darlo. De hecho, llamó a Draghi a detallar sus intenciones. Con pocas emisiones de letras de España o Italia a la vista, el estancamiento podría durar todo el verano.