¿Cómo debemos estimar el éxito o fracaso económico de la presidencia de Barack Obama? Es una pregunta difícil. Después de todo, los ocupantes de la Casa Blanca no pueden determinar completamente el desempeño de la enorme y compleja economía de EEUU. De hecho, las iniciativas de políticas normalmente tienen un impacto modesto. Pero la historia de la presidencia de Obama es un poco diferente de lo usual, ya que comenzó en medio de la peor crisis financiera desde la década de los años ‘30.
Si consideramos el desastre que heredó y la determinación exhibida por los republicanos en el congreso para hacerlo fracasar, su desempeño es claramente un éxito. Esto no significa que sea perfecto. Ni tampoco que EEUU confronte pocos desafíos económicos. Sin embargo, si es cierto que él sentó sólidos fundamentos.
El último Reporte Económico del Presidente analiza el desempeño de Obama. Es cierto que fue elaborado para la defensa, pero los análisis que realiza el Consejo de Asesores Económicos de Obama son en realidad de primer nivel. Y este reporte no es la excepción.
El punto de partida debe estar en lo que Obama heredó: a comienzos de 2009 la economía estaba en caída libre. Como destaca el informe de manera muy exacta: “es fácil olvidar lo cerca que estuvo la economía estadounidense de una depresión en plena regla durante la crisis. De hecho, medida por diversos parámetros macroeconómicos...en el primer año de la Gran Recesión...se produjeron caídas mayores a las de la Gran Depresión en 1929-30.”
La responsabilidad por la exitosa recuperación no recae exclusivamente sobre su administración: la administración de George W. Bush fue responsable por la respuesta inmediata (aunque también comparte algo de la culpa por la severidad de la crisis); la Reserva Federal actuó de manera efectiva; el Congreso aprobó importantes legislaciones. Sin embargo, de forma sorprendente, la mayoría de los republicanos en el congreso se opusieron a todas las medidas monetarias, fiscales y financieras más significativas tomadas para lidiar con la crisis.
La administración Obama implementó diversas iniciativas fiscales importantes, principalmente la Ley de Recuperación y Reinversión Estadounidense de 2009. También proporcionó un fuerte apoyo moral para la Fed (incluyendo la confirmación de Ben Bernanke, que había sido el nominado del presidente Bush). La administración también restauró al sector financiero más rápido de lo que se esperaba y llevó a cabo un muy exitoso rescate a la industria automotriz.
Mientras tanto, los republicanos rechazaron el estímulo fiscal, denunciando el enorme déficit fiscal provocado por la crisis. Sin embargo, era absurdo quejarse por los déficit en ese entonces, tal como lo es ahora recortar los impuestos, cuando la economía se acerca a pleno empleo. Algunos republicanos aseguraban que las políticas de la Fed aumentaban el riesgo de provocar hiperinflación. La mayoría se oponía a endurecer la regulación del sector financiero y criticaron el rescate a la industria automotriz. Sin embargo, el presidente electo, Donald Trump, no podría estar ahora abusando de las automotrices hoy si no hubieran sido rescatadas en ese entonces.
En definitiva, considerando el punto de partida, el desempeño de la economía ha sido notable. La tasa de desempleo ha caído consistentemente más rápido de lo esperado. Las empresas en EEUU han agregado 15,6 millones de empleos desde que el crecimiento del empleo en el sector privado pasó a terreno positivo, en 2010. El crecimiento de los salarios reales ha sido más rápido en el presente ciclo que en ningún otro momento desde comienzos de la década de los años ‘70. En el tercer trimestre de 2016, la economía era 11,5% más grande que en su peak previo a la crisis y el PIB real per cápita estaba 4% por sobre su máximo anterior, mientras que el de la zona euro todavía se encuentra por debajo. El valor neto de los hogares también ha llegado a 50% por sobre sus niveles de 2008.
Pero a Obama no sólo le interesaba la recuperación de la economía. Trató de llevar a EEUU más cerca de un sistema de seguros de salud universal considerado básico en otros países de altos ingresos. La Ley Salud Accesible, bautizada como “Obamacare”, ha agregado un estimado de 20 millones de adultos y 3 millones de niños a las nóminas de seguros. Los costos de salud también han aumentado de manera excepcionalmente lenta desde que la ley entró en vigor, en comparación con el anterior desempeño de EEUU.
Todos estos son logros genuinos. Pero algunos problemas no pudieron ser solucionados.
Primero, la realidad económica en EEUU es excepcionalmente desigual, a pesar de un modesto giro progresivo en el impacto de la política fiscal bajo el gobierno de Obama. Hacer algo efectivo respecto de esto estaba más allá de sus facultades, no sólo porque se trata de una tarea muy difícil sino también porque sus opositores no quisieron colaborar.
En segundo lugar, la participación en la fuerza laboral de los hombres en edad prime (25 a 54) ha estado en una tendencia descendente que ya se prolonga desde hace 70 años, mientras que las mujeres en su edad se han mantenido planas por tres décadas. Esto es un pobre desempeño comparado con la mayoría de las economías de altos ingresos. Es imposible argumentar de manera creíble que este es el resultado de beneficios sociales particularmente generosos en EEUU o salarios mínimos particularmente elevados. Las razones son más profundas.
En tercer lugar, el crecimiento de la productividad del empleo se ha frenado abruptamente, aunque aún se mantiene por sobre el de otros miembros del G7. Las explicaciones para la caída son desafiantes. Las posibilidades incluyen el debilitamiento post crisis de la inversión empresarial y una más amplia pérdida del “espíritu animal”. También es probable que la tasa subyacente de innovación esté cayendo. Algunos argumentan que este es el resultado del exceso de regulación. La nueva administración pondrá a prueba esa hipótesis al punto de la destrucción.
Por último, EEUU tiene un papel clave que jugar en detener la amenaza del cambio climático. A falta de consenso sobre este tema en EEUU, Obama recurrió a acciones ejecutivas, que probablemente ahora serán revertidas.
En definitiva, la administración de Obama rescató a la economía de EEUU y sentó sólidos fundamentos para su sucesor. Pero cometió un gran error: no castigó como debía a quienes de manera irresponsable y malintencionada hicieron estallar la economía y el sistema financiero. Esta sensación de injusticia es una de las razones de por qué EEUU escogió al desastroso equipo que ahora está a punto de asumir el mando. Obama no pudo canalizar el descontento. Trump sí.
Martin Wolf, Financial Times