Ben Schillerr
¿Qué tienen en común el secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, William Hague, el Ministro del Interior de India, P. Chidambaram y el ex secretario del Tesoro de EE.UU., Hank Paulson? Los tres son graduados de MBA. En estos tiempos los graduados de management abundan en política. En Europa, el ministro de Finanzas holandés, Jan Kees de Jager, tiene un MBA de Nyenrode, y la ministra de Educación Superior de Francia, Valérie Pécresse, se graduó en HEC Paris. En EE.UU., hay varios MBA que actúan en política, incluyendo a Paulson, que se recibió del Harvard Business School, y al ex secretario de Comercio Donald Evans, que estudió en McCombs. En otros países ocurre lo mismo, como en el caso del viceprimer ministro de Singapur, Wong Kan Seng (LBS) y el vicepresidente de Indonesia, Jusuf Kalla (Insead).
Las explicaciones para esta tendencia van desde la necesidad de impulsar el profesionalismo en el gobierno, al simple hecho de que hay más graduados de escuelas de negocios. Sin embargo, las opiniones respecto de si estos estudios favorecen la efectividad están divididas. Según el punto de vista, los políticos con MBA aportan un enfoque tecnocrático o más bien sufren de un creciente gerencialismo.
Rajeev Gowda, presidente del Centro para Políticas Públicas en el Indian Institute of Management (IIM) de Bangalore, asegura que la India precisa las capacidades y perspectivas que puede ofrecer una maestría en Administración de Empresas. A medida que las democracias maduran, se necesitan distintos tipos de personas. Primero hace falta gente que pueda liderar la agitación política y redactar una constitución; después se precisa gente que pueda administrar un presupuesto y mejorar la eficiencia de los programas. Es aquí donde puede ser útil el entrenamiento de un MBA. Gowda sostiene también que los gobiernos modernos necesitan funcionarios que se sientan cómodos con la comunidad empresarial. Lo mismo dice Kakha Shengelia, presidente de la Universidad del Cáucaso, en Georgia, país donde varios graduados de escuelas de negocios integran el gobierno. En los viejos tiempos, cuando éramos una república soviética, no había educación empresarial. Todo era ciencias y matemáticas. Ahora, si uno quiere ser presidente necesita algún tipo de educación ligada a los negocios. No todos están convencidos de que los graduados de cursos de management resultan tan efectivos.
James Pfiffner, un profesor de Políticas Públicas en la Universidad George Mason que estudió el desempeño de George W. Bush como el primer presidente de EE.UU. con un MBA, dijo que el público tiende a sobrestimar al sector privado. A los votantes les gusta pensar que los empresarios son eficientes, pero piensan sólo en las compañías mejor manejadas. Se olvidan de las miles de nuevas empresas que quiebran cada año, señaló Pfiffner, y agregó que cosas como contabilidad, marketing o finanzas no son directamente relevantes para un político. Lo que necesita podría obtenerlo estudiando historia, o hasta filosofía.