La revelación de que la marina china dirigió sus radares de armas a un buque de guerra japonés el mes pasado profundizó el conflicto marítimo de ambos países y puso una prueba al nuevo gobierno de Japón, cuyo objetivo de moderar la disputa está limitado por una promesa electoral de mostrarse más fuerte con China.
En sus primeros comentarios sobre el supuesto incidente, Shinzo Abe, el primer ministro cuyo partido de centro derecha asumió el poder en diciembre, regañó a Beijing ayer por lo que él llamó un acto “peligroso” de política arriesgada.
“Fue un acto unilateral, provocativo y extremadamente lamentable”, afirmó Abe frente al parlamento. “Insto a China a que tenga una fuerte restricción para que la situación no escale innecesariamente”, agregó.
El martes, el ministro de Defensa de Japón aseguró que barcos chinos habían “pintado” dos veces a fuerzas japonesas con un radar que sirve para “fijar” un blanco, en este caso una embarcación, en enero, un paso considerado altamente amenazante por los comandantes militares, porque podría señalar preparaciones para un ataque.
Hua Chunying, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, declaró ayer que la cartera “no estaba al tanto” de los incidentes, que Japón dice que ocurrieron en aguas internacionales en el Mar del Sur de China, no lejos de las disputadas islas Senkaku. Algunos en Japón interpretaron el comunicado como que sugiere que el ejército chino, y no el gobierno, habían tomado la iniciativa para desafiar a las fuerzas japonesas en el área.
El último estallido destaca lo que los analistas dicen es una militarización preocupante del conflicto sobre las islas, que son administradas por Japón, pero reclamadas por China, donde son llamadas Diaoyu.
Hace algunos meses fueron botes pesqueros llenos de nacionalistas chinos jugando al gato y al ratón con la guardia costera japonesa, pero ahora la confrontación involucra reactores caza, destructores y fragatas. Eso multiplica el riesgo de que un accidente o un juicio erróneo de un piloto o capitán pueda llevar a hostilidades abiertas.
“Hoy los dos ejércitos se están enfrentando directamente. Esta es una situación muy peligrosa”, dijo Yoshiki Mine, un ex diplomático japonés quien ahora es un investigador del Instituto Canon para Estudios Globales.
“Es difícil abordar esto, porque no podemos estar seguros quién está tomando las decisiones en China”, agregó el experto.