Latinoamérica: crece el apetito por emisión de bonos
El cambio de tendencia refleja el impacto positivo de la transición hacia gobiernos más favorables a los mercados.
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El flujo de entrada de capitales a los mercados emergentes (EM) se ha reanudado en 2016, tras dos años de salidas. Esto se ha visto reflejado en alzas en todos los activos de clases emergentes, incluyendo acciones, bonos y divisas, y América Latina y el Caribe (LAC) no ha sido la excepción, a pesar del reciente mediocre desempeño de su economía. El cambio de tendencia en LAC también refleja el impacto positivo de la transición hacia gobiernos más favorables al mercado en Argentina y Brasil. Gobiernos y empresas de LAC emitieron US$ 75.000 millones en bonos internacionales en el período de enero a junio, muy por encima del mínimo de US$ 19 mil millones en la segunda mitad de 2015 , y una mayor actividad de bonos en julio consolidó esta tendencia.
Probablemente el mejor ejemplo del renovado apetito de los inversionista por activos de la región en la primera mitad del año fue el regreso estelar de Argentina al mercado internacional de capitales con su mega emisión de bonos soberanos por US$ 16.500 millones, a finales de abril, la mayor cantidad jamás vendida por una economía emergente.
Sin embargo, un frenesí de emisión de bonos por parte de economías más pequeñas –Ecuador, Trinidad y Tobago, y República Dominicana– tras la decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea también refleja el estado de ánimo actual.
Factores para mayor actividad
La mejora en la confianza hacia Argentina y Brasil en particular ha impulsado la actividad de los bonos en LAC, y esto ha coincidido con varios factores en juego a nivel mundial, que han afectado a los EM.
Entre ellos, una política monetaria más expansiva en Estados Unidos, la UE y Japón (G3) –que está empujando a los inversionistas hacia activos de mayor rendimiento–, valoraciones atractivas, signos de estabilización en las perspectivas para los mercados emergentes, y una recuperación parcial en el precio del petróleo y otras materias primas (lo que indica que una disminución de varios años en los precios de los commodities podría estar cerca de su fin).
Nuevos gobiernos
Las políticas más ortodoxas y favorables a las empresas llevadas a cabo por la administración dirigida por Mauricio Macri desde que llegó al poder el año pasado –y un acuerdo para cancelar a los acreedores– han allanado el camino para el retorno de Argentina a los mercados internacionales de capital. Había sido virtualmente bloqueada por quince años a raíz del mega default de 2001 y los posteriores esfuerzos de reestructuración parcial. Incluso antes de la emisión de US$ 16.500 millones de bonos argentinos el 19 de abril, el tono positivo impuesto por el gobierno de Macri ayudó a la provincia de Buenos Aires (que incluye a su capital) a recaudar US$ 1.250 millones en bonos a ocho años, tres veces por encima de su oferta, con un rendimiento de 9,375%.
La calificación de crédito “basura” de Argentina mantiene altos los costos de financiamiento del país, pero la fuerte demanda de los inversionistas por sus activos –atraídos por la mejora de la confianza en el gobierno– ha permitido a los emisores argentinos conseguir deuda más barata a medida que avanza el año. En total, Argentina vendió US$ 26.800 millones en bonos internacionales en la primera mitad de 2016, de acuerdo a la firma consultora Dealogic.
En Brasil, en tanto, las perspectivas de cambio de gobierno y de política, tras el inicio del proceso de juicio político contra la suspendida presidenta Dilma Rousseff, impulsó el apetito de inversionistas por los activos del país. Aunque la administración del mandatario interino, Michel Temer –quien reemplazó a Rousseff a mediados de mayo– tiene desafíos importantes por delante, sus anuncios de políticas y el nombramiento de figuras de prestigio en puestos económicos clave han ayudado a impulsar el interés de los inversionistas hacia la nación, que se había deteriorado gravemente en 2014-2015. Brasil vendió US$ 11.200 millones en bonos internacionales en la primera mitad del año (casi el 90% fue durante el segundo trimestre, cuando el inminente impeachment de Rousseff se hacía más seguro), después de haber estado ausente del mercado desde mediados de 2015 en medio de la escalada de la crisis política y fiscal, y la pérdida de su codiciada calificación de crédito de “grado de inversión” por parte de las principales agencias.
La mejora en las condiciones de financiamiento para Brasil y la región en su conjunto, después del nerviosismo de principios de 2016 en los mercados financieros globales, es evidente en el descenso en las tasas de contratos de canje de créditos impagos (CDS), instrumento utilizado para asegurarse contra un default.
Pequeñas economías activas
Comparada con el mismo período de 2015, sin embargo, la actividad internacional de bonos fue menor para otras grandes economías de la región como México, Colombia, Chile y Perú durante la primera mitad de 2016. La mayoría de estas naciones aprovecharon ventanas de oportunidad en el mercado en enero y marzo para completar la mayor parte de sus necesidades de financiamiento para el año, particularmente para sus bonos soberanos. Las empresas no estuvieron tan activas en buscar financiamiento externo, reflejando menores necesidades de inversión en un contexto de crecimiento económico poco entusiasta y precios de materias primas más débiles.
En contraste con otras grandes economías, Venezuela incrementó su emisión de bonos totales en un 44% en el período, a US$ 2.600 millones, confirmando el apetito de los inversionistas por rendimientos más altos. Honduras, Guatemala y Paraguay aumentaron sus acuerdos en el primer semestre, así como hicieron en julio Ecuador y Trinidad y Tobago, y a finales de junio República Dominicana.
Panorama positivo con riesgos
El panorama a corto plazo para la emisión de bonos de Latinoamérica se mantiene positivo, lo que permitirá a la región acceder al mercado de capitales en el mundo para cubrir las necesidades de financiamiento externo con relativa facilidad y a menores costos, comparado con los peaks de principios de 2016.
Pero hay dos riesgos que destacan. Primero, un fortalecimiento del mercado laboral en EEUU puede forzar a la Fed a elevar las tasas antes de lo previsto y fomentar que el capital fluya a ese país. Segundo, la preocupación sobre la economía china y su ya preocupante apalancamiento.
A pesar de estos (y otros) riesgos, el panorama externo es de apoyo para el acceso de Latinoamérica al mercado internacional de bonos. Pero su actividad se verá afectada por el tímido pronóstico de crecimiento económico y por los bajos precios de los commodities que afectarán a las empresas extractivas, grandes emisoras de bonos en el pasado.