Latinoamérica enfrenta otro año decepcionante. Tras un crecimiento del PIB de tan sólo 2,7% en 2013, esperamos que el crecimiento en el total de la región siga disminuyendo en 2014 a 2,4%.
La tasa de crecimiento regional se mantendrá contenida por un débil desempeño en dos de las más grandes economías. En Brasil, que corresponde al 40% del PIB regional, la preparación de la Copa del Mundo de la Federación Internacional de la Asociación de Fútbol (FIFA su sigla en inglés) en junio y julio no habría logrado impulsar a la debilitada confianza.
En México, tras un modesto primer semestre, hemos recortado nuestro pronóstico a 2,4% de 3,0%. Los precios más bajos de los commodities han empeorado los términos de intercambio en momentos en que las perspectivas para el ingreso de capitales se ha vuelto más incierta en respuesta al cambio hacia una política monetaria menos expansiva por parte de Estados Unidos.
En algunos mercados, incluyendo Brasil, las restricciones a la oferta interna que se acumularon durante el auge de crecimiento en la década anterior se han consolidado, con mercados laborales más rígidos y déficits de infraestructura que resultan en cuellos de botella y alimentan las presiones inflacionarias. En otros, principalmente Argentina y Venezuela, la mala gestión en sus políticas es el mayor freno a las perspectivas económicas (en los dos países ahora proyectamos una recesión en 2014).
Aunque algunos de estos vientos en contra para el pronóstico de crecimiento de la región se calmarán con el tiempo, esperamos sólo un repunte gradual en el mediano plazo, a una tasa de crecimiento promedio de 3,6% en 2015-2018 (muy por debajo de las tasas de expansión previas a 2009).
Riesgos a la baja
Incluso este pronóstico relativamente modesto de crecimiento está sujeto a riesgos a la baja. Debido a un balance general externo y fiscal más fuerte que la década pasada, la mayoría de los países son menos vulnerables a una crisis en la balanza de pagos que dañaron de forma periódica su desempeño en los ’80 y los ’90. Sin embargo, condiciones de financiamiento globales más restrictivas que surgen del fin del alivio cuantitativo (QE su sigla en inglés) y un aumento en los tipos de interés de la Fed serán una limitación al financiamiento y podrían reducir la inversión que la región necesita para alcanzar su potencial. Además, los sistemas financieros de la región, que se expandieron rápidamente durante un período de bajas tasas de interés, probablemente sufrirán un aumento en la cartera vencida a medida que la normalización de las políticas monetarias de EEUU lleva a tasas de interés domésticas más altas, ejerciendo presión en la capacidad de pago de la deuda de los deudores. Esto podría requerir que el Estado intervenga e inyecte capital en algunos bancos.
Dadas las condiciones externas menos favorables, mejoras en la productividad serán la determinante principal crucial que impulse el crecimiento económico en la región en el período pronosticado. En algunos países como México, donde la administración del presidente Enrique Peña Nieto ha recibido la aprobación del Congreso para un ambicioso programa de reformas estructurales, las perspectivas para los incrementos de productividad están mejorando (y forman la base para nuestro supuesto de que el crecimiento se acelerará a 4% en el mediano plazo).
En otros lados, incluido Brasil, los obstáculos políticos para una reforma estructural persisten y continuarán nublando el pronóstico de crecimiento e inversión. Nuestras predicciones para la región como un todo todavía suponen un incremento en el crecimiento de la inversión fija bruta desde los actuales mínimos (de 2,6% en 2013 a más de 6% en 2016 y 2018). Pero el pronóstico va a variar por país, y las empresas observarán con cuidado las políticas y agendas de reformas en los países cuando decidan dónde dirigir sus inversiones.
En un aspecto positivo, las tasas de crecimiento anuales más altas de EEUU y los signos de recuperación en la zona euro en 2014-2018 van a ser favorables para la región al impulsar la demanda por sus exportaciones. Un mejor desempeño de EEUU sería de particular beneficio para México dados los nexos cercanos a lo largo de la cadena industrial de EEUU-México. Al mismo tiempo, la normalización de la política monetaria debería contribuir al debilitamiento general de las monedas lationamericanas. Esto podría ayudar a restablecer la competitividad de las exportaciones manufactureras de la región, compensando el impacto adverso de las menores entradas de capital reducidos a medida que suben las tasas de interés en EEUU.
Asumimos que, en respuesta a políticas monetarias más restrictivas en EEUU y (eventualmente) en otras economías desarrolladas, la mayoría de los bancos centrales de la región también endurecerán su política en el mediano plazo. No obstante, en el corto plazo este cambio no será directo, ya que muchos países están lidiando con la difícil combinación de una débil demanda doméstica, una alta inflación y el riesgo de provocar salidas de capital.
Brasil fue la primera de las grandes economías de la región en cambiar a una política más restrictiva, antes de abril de 2013, pese a tener todavía un crecimiento débil debido a una inflación persistentemente alta y preocupaciones sobre la credibilidad de la política monetaria. Aumentos sucesivos desde entonces han llevado a la tasa de referencia Selic a 11% desde un piso de 7,25%. En Chile, en contraste, la inflación mensual ha comenzado a caer (pese a que la tasa anual se mantiene alta). Esto era de esperarse y ofrece un margen para la flexibilización en la tasa de política monetaria para apoyar el crecimiento todavía tímido. Esperamos otro recorte de 25 puntos base más adelante en el año, tras dos bajas de 25 puntos en la tasa en el primer trimestre de 4,5% a 4%.
Economías andinas
Chile, Colombia y Perú están entre los puntos de interés de los inversionistas en la región y se pronostica que anoten una sólida tasa de crecimiento del PIB en el mediano plazo. Una elevada dependencia de las exportaciones de commodities los deja expuestos a choques externos, pero los riesgos son mitigados por fundamentos macroeconómicos fuertes y un largo historial de políticas exitosas.
Argentina y Venezuela son excepciones a nuestra visión generalmente positiva sobre la vulnerabilidad a los shocks. En los dos países, la mala gestión de políticas en un período de varios años ha aumentado el riesgo de una crisis en la balanza de pagos. En Argentina pronosticamos una contracción del PIB de 1% en 2014 seguida de una caída en el peso de casi 20% desde inicios de año. El desempeño económico en el mediano plazo dependerá del marco general de políticas tras las elecciones de 2015.