Como un tsunami humanitario y económico calificó hoy, la Comisión Europea (CE), a la actual crisis alimentaria.
“El alza brutal desde principios de año de los precios
alimentarios ha provocado una toma de conciencia mundial del problema que
constituye el abastecimiento alimentario del planeta”, aseguró ayer el
comisario de la ayuda al desarrollo de la Comisión Europea (CE), Louis Michel,
en una intervención ante el pleno del Parlamento Europeo.
Según datos de la CE, desde 2000, los precios nominales en dólares
del trigo (y del petróleo) se han multiplicado por tres y los del maíz y el
arroz por dos. En Europa, entre septiembre de 2006 y septiembre de 2007, los
precios del trigo han aumentado un 80 por ciento, el maíz 50 por ciento, los
pollos 30 por ciento, la mantequilla 50 por ciento, la leche en polvo, 80 por
ciento y la misma tendencia se observa en los mercados mundiales, y nada
asegura que esta tendencia vaya a pararse.
Esta situación que inquieta a los países industrializados,
por la amenaza que supone para el poder de compra de los ciudadanos, se traduce
en los países en vías de desarrollo en un riesgo de hambre, si sus poblaciones
tienen que alimentarse con una media de un dólar por día. De ahí las recientes
manifestaciones a través del planeta en los países mas pobres por multitudes
hambrientas.
“La era de los bajos precios de productos alimentarios en
los mercados internacionales ha concluido” advirtió el comisario de la ayuda al
desarrollo. “Los precios de antaño no volverán a repetirse y la volatilidad, y
las consecuencias negativas aumentarán, si no se toman medidas de urgencia” añadió
Michel.
Según la CE las causas de esta evolución son dobles. Por un
lado hay razones estructurales: el aumento de la demanda, sobre todo en Asia,
pero también en América Latina, como consecuencia del crecimiento económico y
el nivel de vida, el crecimiento demográfico, la disminución de los stocks
mundiales, que se encuentran en los niveles mas bajos desde hace 30 años, el
desarrollo de los biocarburantes de primera generación, aunque por ahora esto
afecta sobre todo al maíz por las ayudas que el gobierno americano concede para
la producción de etanol, etc.
Por otro lado hay que tener en cuenta también algunos
factores coyunturales, como las malas condiciones climáticas en algunas zonas
del planeta, sequías por un lado, inundaciones por otro. Y a todo esto se añade
la especulación que se deriva de unos mercados nerviosos e inclinados a
favorecer el aumento de los precios, también como consecuencia del aumento de
los precios del petróleo y de otras materias primas.
Sin embargo todo no es negativo, pues unos precios elevados
pueden ser al mismo tiempo una oportunidad para los países en vías desarrollo
que pueden incrementar su potencial exportador de alimentos.
Bruselas concluye que la evolución de los precios agrarios
en los próximos años estará marcada por dos incertidumbres: el impacto del
cambio climático y el desarrollo de los biocarburantes de primera generación,
en competencia directa con la producción de productos alimentarios.