Hernán Felipe Errázuriz: “Nadie puede decir que el gobierno no se ha insertado en América Latina”
Curiosamente algunos a los que vi aplaudiendo durante la comida que el presidente Piñera le ofreció (a Obama), después lo criticaban”.
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Patricia Arancibia Clavel
A Hernán Felipe Errázuriz se le reconoce como una de las voces más autorizadas en materia de política exterior chilena. Embajador en Estados Unidos y canciller durante el gobierno militar, sus amplios conocimientos y experiencia lo han llevado a ser miembro del Consejo Asesor de Política Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, incluso durante los gobiernos de la Concertación. Multifacético, este abogado que fue además ministro de Minería y presidente del Banco Central, y que preside junto con el ex canciller y ex senador Gabriel Valdés el Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales, hace un aro entre sus actividades y nos recibe para conversar sobre los dos temas que han marcado la pauta noticiosa de la semana: la visita de Obama y las declaraciones de Evo Morales.
-Toda acción tiene un propósito, una intención… ¿Qué significado tiene la visita de Obama?
-Tiene un doble significado. Para el presidente Obama, aumentar la influencia de Estados Unidos en América Latina y demostrar que no es un hemisferio postergado y, a la vez, reconocer a Chile como un referente y una plataforma para expresar su visión -la Declaración de Santiago- de las relaciones futuras de América Latina. Para Chile, es una distinción a un país y un pueblo que ha fortalecido las instituciones democráticas y que con una política de libertades económicas ha logrado un progreso económico y social sustantivo. Su visita, además, da un nuevo impulso a las relaciones bilaterales.
-Fuiste embajador en EEUU y canciller. ¿Notas un cambio en la política de este país hacia Chile?
-Creo que el presidente Obama ha dado un giro a la política de Estados Unidos hacia Chile y Latinoamérica. Su idea central de una relación más igualitaria, es nueva y obedece a realidades concretas: América Latina ha progresado en el ámbito político y económico. Hay condiciones de madurez en el sistema democrático y crecimiento sostenido. Además, EEUU no tiene los medios para financiar programas asistencialistas como en el pasado. Hoy tiene fuertes restricciones presupuestarias, tanto que internamente se ha criticado que el presidente haya viajado en momentos que se están discutiendo recortes presupuestarios en un contexto en que las demandas de apoyo a la liberalización de África del norte y del Medio Oriente, inevitablemente le significarán contribuciones importantes.
-Piñera dijo que estábamos acostumbrados a que EEUU fijara las pautas y pagara las cuentas. La Alianza para el Progreso tuvo esa dinámica. ¿Crees que de verdad Estados Unidos está dispuesto a tratarnos como socios?
-La respuesta queda abierta. El presidente Obama anunció a través de dos discursos internacionales importantes, el de Ghana y El Cairo, su política para el África y su visión del mundo musulmán. Él reconoció que los discursos no bastan y todos sabemos que las promesas hay que cumplirlas. Habrá que ver entonces que pasará y cómo el Departamento de Estado, las agencias y ministerios se relacionarán en el futuro con los países latinoamericanos. Eso es lo que queda abierto. Ya sabemos que están en una política de no imponer posiciones, de reconocer autonomías y de elaborar programas conjuntos, pero hay que esperar para saber si ello será una realidad.
-Algunos personeros de la Concertación como el senador Pizarro, han criticado esta visita señalando que hubo “mucho ruido y pocas nueces” ¿Compartes ese juicio?
-No lo comparto y me da la impresión que están pensando en el pasado que precisamente el presidente Obama quiere superar con un nuevo enfoque que deja atrás el asistencialismo y el paternalismo de antaño. Curiosamente algunos a los que vi aplaudiendo durante la comida que el presidente Piñera le ofreció, después lo criticaban. El ruido que había antes, lo producían programas financiados y diseñados en Washington y la nueva relación se basa en algo enteramente distinto: en alianzas –como dijo el propio Obama- que están forjadas en común y con respeto de los intereses mutuos. Esto es muy distinto a los programas de la Alianza para el Progreso y cualquier otro que existía en el pasado. Había ruido y mucho ruido, porque tenían un claro corte intervencionista y eran resistidos porque normalmente estaban hechos, alejados de las reales necesidades de los países en que se aplicaban y sólo en función de Estados Unidos.
-Entre las críticas a la visita, se ha señalado que el gobierno de Estados Unidos se farreó la oportunidad de pedir perdón frente a la intervención de su país el año 1973. ¿Debía Obama hacer un gesto en esa línea y también recriminarse por el apoyo económico que brindó el año 1964 a la candidatura de Frei Montalva?
-La intervención norteamericana es muy anterior al año 73. La hubo el 64 y a nivel de Latinoamérica, no olvidemos las posteriores intervenciones armadas en Granada y Panamá. En todo caso, soy de los que piensan que hay mucho de provincianismo en esto de quedarse pegado en el pasado. Son nostalgias y recriminaciones que no se condicen con que estamos en el siglo XXI, que tenemos grandes desafíos, otras potencialidades y realidades que tenemos que desarrollar. Es difícil que un presidente que viene a reconocer los progresos de Chile, a dar su visión sobre Latinoamérica, vuelva atrás insistiendo en problemas del siglo pasado. Si fuera esta la política general, el señor Putin por ejemplo, debería estar haciendo lo mismo cada vez que visita Europa del Este. Ningún gobernante ni líder mundial actúa de esa manera. Ellos están para impulsar a sus países hacia el futuro. Lo otro es más bien papel de historiadores.
-Yendo a la política exterior chilena. ¿Existen diferencias notorias entre lo que está realizando este gobierno en relación a los de la Concertación?
-Felizmente en Chile la política exterior es una política de Estado sin que se le exija identidad política o ideológica a cada gobernante en estas materias. Hay intereses permanentes que el país debe promover y en ese sentido ha habido una continuidad en muchos aspectos con la Concertación e incluso con algunas políticas del gobierno militar, como por ejemplo, el libre comercio o la apertura al Asia Pacífico. Nuestro país ha ido conformando una política exterior que se fortalece gobierno a gobierno por lo que no debe extrañarnos que no existan grandes diferencias. Con todo, el presidente Piñera ha dado una gran prioridad a una de las áreas más complejas: la de nuestras relaciones con los vecinos. Creó una dirección especial para ello e incorporó la mayor transparencia posible en nuestras relaciones con Bolivia, con pronunciamientos claros, como que no habrá cesiones territoriales de soberanía.
-¿Y en relación a los otros dos vecinos?
-Con Perú, el gobierno ha reconocido la importancia de esa relación y sin perjuicio de asumir la demanda por delimitación marítima ante la Haya, fortaleció de manera importante sus vínculos con ese país, pensando en el futuro. El diferendo marítimo tiene fecha de término con el fallo de un tribunal, y hay que pensar en el después. Los vecinos son eternos, y como los parientes, no se eligen. Respecto de Argentina, tuvo el pragmatismo de apoyar la candidatura de Néstor Kirchner, como secretario general de la UNASUR y la consideración con su cónyuge al declarar duelo nacional cuando murió Kirchner, que durante su presidencia nos perjudicó seriamente con los cortes de gas sin compensación alguna. Hoy día nadie puede decir que el gobierno de Piñera, que no es precisamente un gobierno de izquierda, no se ha insertado plenamente en América Latina con gobiernos de otro signo.
-¿Consideras un logro de nuestra política exterior que Ecuador haya presentado su carta náutica, pese a las diferencias ideológicas que separan a los dos gobiernos?
-Las relaciones con Ecuador siempre han sido muy sólidas a lo largo de nuestra historia. Esta vez ha habido una coincidencia de intereses. Ecuador ha defendido su soberanía de la misma manera que lo ha hecho Chile. No es que nos hayan hecho un favor. La obligación de Ecuador es defender su territorio, como también es nuestro deber defender lo propio. Hemos coincidido en un tratado que firmó también Perú y que ahora pretende desconocer como tal.
-¿Crees que la visita de Obama de alguna manera tonifica nuestra posición en la Haya?
-Honestamente creo que no tiene mucho que ver. Lo que sí tonifica es nuestra posición internacional. El país ha adquirido una exposición internacional muy importante, por buenas y también por dolorosas razones. Por buenas razones, por su trayectoria y transición democrática y su progreso institucional, económico y social. Por dolorosas razones, como el terremoto y la tragedia de los mineros que si bien tuvo un feliz desenlace, fue una verdadera angustia para todo el mundo y una tragedia para los mineros y sus familias.
-Hasta qué punto la próxima elección presidencial en Perú y el aumento de apoyo popular a Ollanta Humala puede complicar más la situación con nuestro vecino del norte cuando se conozca el fallo de La Haya?
-La historia política del Perú demuestra que es muy difícil predecir un resultado. En la campaña son crecientes las sorpresas, Fujimori fue una sorpresa, y hasta muy poco antes de la elección anterior, se daba a Humala como ganador y triunfó García. Es muy difícil predecir hoy quién va a ser el próximo presidente del Perú. Es posible también que presidentes o candidatos que han tenido una posición áspera con Chile, como el caso de Humala y Toledo y Keiko Fujimori por el tratamiento que le dimos a su padre, cambien respecto del pasado. Todo es posible, Alan García en su segundo mandato fue absolutamente diferente al primero y en cosas sustantivas como su política económica. Ciertamente que la política exterior depende de la influencia que tengan en el nuevo presidente los sectores nacionalistas del Perú, que no solamente están en las FFAA sino que también en la cancillería peruana y en los partidos políticos, sectores muy poderosos en influencia. Ello no sucede en Chile.