Firma a cargo del nuevo Hospital del Salvador comienza a normalizar ritmo de la obra
Grupo GIA cuenta cómo se han adaptado en estos meses y, pese a las dificultades que han tenido para llevar la iniciativa, esperan que esté lista en 2023.
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Pese a que las construcciones de obras públicas no han debido parar producto de las medidas de confinamiento por la pandemia, no han estado libres de dificultades en estos meses. Un funcionamiento con menores dotaciones ha sido la cara más visible de eso.
Así lo explica la concesionaria del nuevo Hospital del Salvador y el Instituto Nacional de Geriatría en Providencia, a cargo del Grupo GIA, firma de origen mexicano que en 2014 se adjudicó la obra por un presupuesto equivalente a US$ 245 millones de hoy.
El inicio de la obra no fue fácil por el hallazgo de restos arqueológicos que obligó la intervención del Consejo de Monumentos Nacionales y, tras cerca de dos años de estar detenidos, se pudo continuar construyendo el reciento, el que debería estar listo en 2023.
Cuando ya habían tomado ritmo nuevamente, vino el coronavirus, que los obligó a tomar medidas sanitarias para adaptar la faena, para poder garantizar el distanciamiento social. Esto los llevó a trabajar por varios meses con el equivalente al 40% de los trabajadores que estaban contemplados, lo que se ha empezado a revertir. En octubre ya lograron el 70% de dotación, equivalente a 800 personas, y esperan paulatinamente subir hasta el 100%.
“En estos meses nos dedicamos a hacer inversiones adicionales para ampliar la capacidad de nuestras faenas y poder incrementar el número de trabajadores”, señala el director de negocios del Cono Sur de GIA, Alfonso Guerrero.
Esto implicó trasladar a los trabajadores que viven en otras comunas en transportes privados para que no se expusieran, la instalación de más duchas y lavamanos en la misma obra.
Guerrero destaca que “dadas las medidas que hemos implementado no han habido focos de contagio, eso nos permite seguir trabajando de manera estable, sostenida y creciente”.
15% de avance
La obra ya tiene un 15% de avance, lo que implica que se terminó la etapa de fundaciones de hormigón en los niveles subterráneos y se comienza a instalar en nivel calle.
El ejecutivo comenta que pese a que es “hay que reconocer que esta situación que se presentó desde el año pasado en octubre y, luego, con la pandemia, ha tenido diferentes afectaciones en el curso normal de las tareas del proyecto”.
De hecho, este porcentaje de avance se debía haber logrado en marzo, lo que –reconoce- implica que hay “un cronograma que ha sido desplazado respecto a su programación original”.
Con todo, el ejecutivo dice que el objetivo con el que están trabajando es que el retraso no afecte la idea de terminar la obra en 2023, aunque no en mayo como estaba pensado. “Estamos previendo que a finales de ese año debamos concluir”, recalca y agrega que pese a las dificultades, “buscamos en todo momento mitigar de alguna forma los impactos que estos sucesos tienen en los proyectos”.
Oportunidades en Chile
Pese a las dificultades iniciales –que incluso la llevaron a plantearse devolver la concesión- y de la pandemia, Grupo GIA evalúa su primera experiencia en Chile como positiva. Respecto de los estándares que se han exigido en obras de este tipo durante la crisis sanitaria, dice que “lo que se ha implementado aquí en Chile es superior al control que hemos visto en otros lugares”.
Sobre la posibilidad de involucrarse en nuevos proyectos en Chile, afirma que la confianza en las instituciones los impulsa a buscar oportunidades y mantenerse en el país. “Estamos ya precalificados en este segundo paquete de licitaciones de hospitales que impulsa el gobierno y en este momento están en proceso dos licitaciones, la de los hospitales Buin-Paine y la red de Biobío, y por supuesto estamos atentos a participar en estos procesos”, asegura.