Por Claudia Marín
Lanzados en 2005 para reunir los esfuerzos del sector productivo, académico y de instituciones de I+D para impulsar la competitividad en áreas clave del país, hoy existen en Chile 30 consorcios tecnológicos. La iniciativa, que en total ha requerido US$ 184 millones (US$ 96 millones provenientes del Fondo de Innovación para la Competitividad y US$ 88 millones de la contraparte privada), contemplaba inicialmente cinco años de labor, plazo que se está cumpliendo para varios de los consorcios, para los que estos fondos ya se acabaron o están por terminarse, sin que las líneas de investigación hayan concluido, especialmente donde el mejoramiento genético o las pruebas científicas son parte integral de las mejoras competitivas.
Esto llevó al Ministerio de Economía a revisar la iniciativa, con el fin de evaluar su continuidad, decisión que se acaba de aprobar. “Descubrimos que hay dos grandes categorías de consorcios”, cuenta Conrad Von Igel, jefe de la División de Innovación del Minecon. La primera se ajusta al espíritu inicial del instrumento, con una fuerte componente de I+D detrás, mientras el segundo grupo está potenciando a sus sectores a través de transferencia tecnológica, capital humano o la incorporación de buenas prácticas.
Estas dos áreas serán reflejadas durante el segundo semestre de 2012, cuando se lance una nueva convocatoria para consorcios tecnológicos de I+D, al que podrán postular los ya existentes y otros nuevos, y se cree un instrumento especial para asociaciones para la competitividad (el segundo grupo). Según Von Igel, este llamado considerará la posibilidad de renovación en un concurso que los mida con proyectos nuevos y un mayor control de su gestión.
Mientras, aquellos que tengan líneas de investigación en curso podrán postular al Financiamiento Basal Transitorio para Consorcios Tecnológicos, un instrumento más flexible que estará a cargo de InnovaChile de Corfo y que les permitirá continuar con su trabajo.
Consorcio Ovino busca ser autosustentable en 2013
Se creó en 2007 para conectar las necesidades de las empresas privadas del sector ovino con el esfuerzo público de I+D+i en esta área, con el fin de priorizar sus necesidades y aprovechar las oportunidades del mercado ovino nacional e internacional. Recibe fondos a través de la Fundación para la Innovación Agraria.
Entre las regiones Metropolitana y de Magallanes desarrolló 18 proyectos de I+D+i entre 2008 y 2010, mientras entre 2010 y 2012 generó otros 15, que están en curso. Uno de sus principales avances es un programa nacional de mejoramiento genético ovino que aglutina a las principales cabañas productoras de genética ovina del país y maneja una base de datos de más de 12 mil animales.
“Las empresas socias del consorcio el año 2008 participaban de la exportación de productos ovinos en un 3% y hoy ocupan más del 40% del volumen e ingresos de los productos ovinos totales exportados”, cuenta Juan García, gerente general del consorcio, quien señala que la apuesta es alcanzar la sustentabilidad para el año 2013, a través de las unidades de negocios que ya ha creado y otras nuevas que pueda generar.
CTI-Salud trabaja en terapia génica para cáncer gástrico
Nació en 2006 con financiamiento a través de Conicyt, con el objetivo de trabajar en la identificación y desarrollo de nuevos marcadores y drogas terapéuticas para el diagnóstico precoz y tratamiento de cáncer gastrointestinal, la segunda causa de muerte en Chile, luego de las enfermedades cardiovasculares. A la fecha se han creado seis spin-off y se han protegido sus resultados con dos patentes para la prevención, una para el diagnóstico y varias más para la terapia génica del cáncer gástrico, de colon y de páncreas. “Tenemos un pipeline con muchos productos donde lo que falta es que entren a la parte de biotoxicidad en los ensayos pre-clínicos y que se empiecen a hacer las fases clínicas para que se puedan vender”, explica Manuel Gidekel, gerente de Operaciones del consorcio, quien estima que podría ser autosustentable entre cinco y siete años más, una vez que finalicen estas pruebas. “Nuestra plata ya se acabó, lo que pasa es que hemos hecho algunos ahorros y hemos postulado a un Corfo-Innova y seguimos haciendo postulaciones”, cuenta.
Consorcio tecnológico de la fruta ya tiene híbridos
Desarrollar genéticamente nuevas variedades en Chile para generar una industria frutícola más competitiva a nivel mundial y que no esté sujeta al pago de royalties fueron los objetivos de la creación en 2006 de este consorcio, dependiente de la Fundación para la Innovación Agraria. La entidad cuenta con cinco líneas de investigación, enfocadas en uva de mesa, manzanas, carozos (duraznos, nectarines y ciruelas), cerezas y frambuesas. “Estas son las especies estrella del mix exportador chileno, entre ellas se reúne del orden del 65% de toda la fruta chilena exportada, y además representa sobre el 55% en productividad y mano de obra”, comenta Jaime Kong, gerente general de la iniciativa. En cuatro de las líneas ya cuentan con híbridos avanzados, que en cuatro años más generarían las primeras frutas para estudiar en ellas atributos comerciales como la resistencia a enfermedades, por lo que requieren de otros cinco y hasta ocho años de financiamiento para alcanzar un punto de equilibrio. “Hay plazos biológicos que no podemos adelantar”, recalca.
Biofrutales ya tiene nuevas variedades de duraznos y uva
Al comezar su trabajo en 2007, lo hizo con proyectos en los que ya tenía un grado de avance. Por eso este consorcio, que recibe fondos a través de Conicyt, ya cuenta con resultados concretos, como tres nuevas variedades de duraznos y nectarines, dos nuevas variedades de uvas, varias selecciones avanzadas en vides y algunos adelantos en transformación genética.
Hasta ahora ha desarrollado su investigación, orientada a la creación de nuevos tipos de frutales de alto valor para la industria y el mercado mundial, con 12 proyectos para uva de mesa, cinco iniciativas para carozos y dos para cerezos, y pronto espera empezar a trabajar con manzanas.
“Durante 2012 nosotros nos quedamos sin la fuente de financiamiento de los consorcios, pero como tenemos otros proyectos que hemos postulado ya no vía consorcio, tenemos fondos para poder continuar con la investigación”, detalla Rodrigo Cruzat, gerente de Biofrutales, quien espera recibir los primeros ingresos en 2012.
“No estamos hablando de algo sustantivo o que con eso salimos a flote, suponemos que tras las primeras ventas nos demoraremos cerca de cinco años en poder llegar a una situación de mediana sustentabilidad”, agrega.