Por Sebastián Vega Morales
Se está instalando en Chile la necesidad de dimensionar el potencial económico que puede llegar a tener la cultura, sobre todo si se toman como referencia los niveles mostrados por otros sectores productivos que articulan el desarrollo de nuestro país. Ejemplos como el del Festival Internacional Santiago a Mil, dependiente de la Fundación Internacional Teatro a Mil (Fitam), que aunque es una entidad sin fines de lucro, es una clara muestra de un modelo de gestión colaborativo con excelentes resultados: este 2012 llevaron a 480.500 asistentes al total de sus espectáculos y en 2013 cumplen 20 años de trayectoria.
“Desde nuestra experiencia creemos que sí aportamos a la economía de la ciudad, porque este festival genera recursos en transporte, turismo y momentos de esparcimiento”, formula Carmen Romero, directora ejecutiva del festival y la Fitam.
El Centro Mori es otro ejemplo de emprendimiento exitoso en el área. “Nunca imaginamos el desarrollo y crecimiento de estos seis años: hemos abierto cuatro nuevas salas de teatro, además de diversificar nuestras actividades a otros ámbitos, como la producción de programas de TV”, puntualiza Cristóbal Vial, gerente general de Centro Mori.
En efecto, hay consenso entre los protagonistas del mundo cultural de la enorme proyección que puede exhibir este ámbito si se le vincula a la generación de una industria que produzca bienes y servicios artísticos.
“Cada vez que la industria creativa se mueve, el mercado de los negocios empieza a encadenar una serie de elementos. Pueden ser 15 ó 30 mil empresas, pero ellas desencadenan nuevos negocios y empleo, cerrando este círculo virtuoso”, explica Matías Acevedo, gerente corporativo de Corfo.
Según la cuenta satélite de Cultura 2011, el aporte de esta área al Producto Interno Bruto (PIB) de Chile se ha mantenido en torno al 1,6%, destacando las 31.821 empresas culturales que existen en la actualidad, que constituyen el 3,4% del total de compañías del país.
Tales cifras, a juicio de quienes participan de este segmento, demuestran que el rubro puede abrir un flanco de emprendimientos directos e indirectos, donde debería ganar todo el ecosistema involucrado.
Financiamiento
Para fomentar el potencial de la industria creativa, Corfo cuenta desde 1999 con el programa Fomento al Cine, una de las áreas culturales con más impacto comercial. “En estos 14 años pasamos de tener tres producciones anuales a sobre las 32 producciones al año. De tener uno o dos estrenos, hoy estamos estrenando 24 a 25 películas”, acota Acevedo, y añade que desde el organismo de gobierno están ampliando el apoyo a otros planes, como los Programas de Apoyo al Entorno Emprendedor (PAE), Nodos y Programas de Difusión Tecnológica (PDT), para hacer los proyectos artísticos más sustentables.
En ProChile también se están haciendo cargo del asunto. La internacionalización de los servicios culturales es un tema que se impulsa desde 2007, especialmente en las áreas audiovisual, editorial, narrativa gráfica (cómic), artes visuales y videojuegos. En esta última ”desde el año pasado apoyamos a emprendedores para que participen en importantes eventos internacionales como el GDC (Games Developers Conference) en Estados Unidos, y el Tokio Game Show, en Tokio, y muestren la oferta chilena”, señala Osvaldo Marinao, jefe del subdepartamento de comercio de servicios de ProChile.
Perfil del emprendedor
Según indican desde el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), el presupuesto 2013 destinado a cultura aumentó 7,8% respecto a 2012, fomento que llegará a sectores tan diversos como el cinematográfico, audiovisual, escénico, artes visuales o editorial.
En ese sentido, las plataformas para construir este ecosistema asociado al emprendimiento cultural ya se están formando, a través de iniciativas como el organismo Santiago Creativo -encargado de generar estrategias regionales y focos de desarrollo artístico- y la Incubadora de Empresas Culturales e Industrias Creativas (IDAC), nacida bajo el alero de la Universidad Arcis.
En cuanto al perfil del emprendedor cultural, Pablo Monje, director ejecutivo de IDAC, sostiene que “la gran mayoría corresponde a técnico-profesionales no necesariamente vinculados al área artística (...) nos ha sorprendido que existen muchos ingenieros y economistas, por ejemplo. Es decir, profesiones más ‘tradicionales’ son las que están asumiendo el reto”, sentencia.